Los tiempos cambian y, estereotipos aparte, los cánones de belleza se amplían para definir a la mujer perfecta más allá de las clásicas medidas 90-60-90. Hoy día tener un cuerpo estéticamente considerado bonito no es suficiente para ser una top model completa, porque en aras de borrar el estigma que siempre las ha definido como meros físicos vacíos de intelecto, estas jóvenes siguen sus estudios y se preparan fuera de las pasarelas. Hoy ser modelo implica ir más allá y desarrollar otras habilidades e inquietudes como la pintura, interpretación, fotografía o el diseño, y, sobre todo, estar comprometida con el mundo que las rodea y los problemas que en él se gestan. Así podemos verlas apoyando causas políticas, luchando por los derechos de las mujeres, desarrollando sus propios y rentables negocios o creando, como la modelo Adwoa Aboah, espacios seguros en los que compartir problemas tan serios como la depresión y en los que se busca aprender a amarse a uno mismo para seguir adelante. Las modelos ya no son personas inalcanzables, sino que, gracias a la red, se acercan a sus seguidores haciéndoles sentir como iguales.
Adiós a los meros maniquíes con caras tristes desprovistas de sonrisas que desfilaban cual alma en pena, la mujer de hoy día pisa con fuerza, tiene, o no, hijos y sigue luchando por sus sueños una vez pasada la barrera de los cuarenta, pese a que las críticas y machismos no hayan desaparecido aún. Los límites desaparecen así en una profesión que ha estado siempre marcada por los complejos, la rivalidad y la soledad de sus protagonistas.
Las redes sociales en general, e Instagram en particular, se han encargado de dar voz a esta nueva generación de modelos que encuentran entre sus millones de seguidores, incluidos sus detractores, la fuerza necesaria para seguir marcando la diferencia. Mujeres como Winnie Harlow, Ashley Graham y Carmen Dell’ Orefice, entre otras, nos demuestran que el concepto de belleza engloba más que un cuerpo, color de piel y edad.
Por todo esto no es de extrañar que las principales firmas acudan, más allá de los hijos de y las top mundialmente conocidas, a las redes sociales para encontrar nuevas caras de esta generación Millennial capaces de mover masas con apenas publicar una imagen, influencers que les permiten llegar a un mayor público y les ayudan a generar más ingresos, porque lo diferente y auténtico vende, esto es así. Instagram, plataforma con millones de usuarios, se ha convertido en el mejor espacio para mostrar al mundo tus habilidades y empatizar con otros jóvenes que comparten sueños e inquietudes.
Por tanto, la etiqueta de perfección que tanto tiempo se han empeñado en vendernos la industria de la moda se ha evaporado para confirmar que se trata de un término subjetivo que variará en función de los ojos que lo miren y que la verdadera clave del éxito está en apostar por la diversidad.