Problemas de lenguaje
Está comprobado que la interacción con animales puede beneficiar a cualquier persona, y que la especie de animal no es fundamental, aunque sin duda cuanto más dóciles sean estos animales más provechosa será la terapia. Sin embargo, es cierto que los beneficios de este trabajo están contrastados y volcados en pacientes con trastornos del espectro autista, enfermedades mentales, niños con problemas de comunicación o personas con estrés post-traumático o depresión. Aunque puede parecer magia, existen vinculaciones directas entre el comportamiento de los animales y los niveles de cortisol o endorfinas en el ser humano. Tanto el movimiento, el calor corporal de los animales como las ondas hertzianas con las que se comunican pueden potenciar nuestro bienestar y apoyar un mejor desarrollo físico y de los pacientes.
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Caballos
Los caballos son uno de los animales que más dimensiones de terapia aportan al ser humano. Están indicados para realizar hipoterapia para mejorar aspectos físicos y motrices, el equilibrio, tono muscular y el control del cuerpo. Uno de los primeros principios de la terapia con caballos es la transmisión de su calor corporal, que se sitúa en 38ºC, eso sirve como ‘termoterapia’. Además, los impulsos rítmicos del caballo que imprime en su movimiento hacen que al contacto con la pelvis humana se transmita una media de 100 impulsos por minuto, lo que mejora el equilibrio y la estabilidad del tronco, la rectitud de la columna vertebral y tiene efectos positivos sobre el peristaltismo intestinal, mejorando la circulación venosa y aportando mejoras en el aparato respiratorio. También en el plano psicológico y emocional: aumenta la autoestima y la confianza, libera endorfinas y mejora la relación afectiva.
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Gatos
Convivir con gatos aporta unos beneficios para la salud que han sido contrastados científicamente, tales como una reducción del estrés que a su vez reduce la tensión arterial, o mejoras notables en casos de depresión. El mero hecho de adquirir la responsabilidad de cuidar al animal y de observar su comportamiento puede ayudarnos, pero lo cierto es que la terapia con felinos aporta un paso más allá si los gatos están adiestrados de forma específica para alcanzar este beneficio. La gatoterapia se utiliza para tratar trastornos como el autismo, ancianos con alzheimer o demencia senil y en centros con pacientes con enfermedades mentales. Para ello el gato debe haber desarrollado un adiestramiento basado en mejorar su paciencia y ser algo más confiado, pues los pacientes deberán poder cogerle y tocarle. Para esta terapia se puede utilizar cualquier tipo de gato, la raza no es importante, siempre y cuando pase por el proceso de adiestramiento terapéutico.
Perros
Los perros tienen el comportamiento muy parejo al ser humano, de alguna forma podemos encontrar en ellos un equivalente en cómo responden a la educación que les damos, pues permanecen atentos para interactuar con nosotros y devolvernos el cuidado y la compañía que les damos de una forma única. Por este motivo la terapia con perros ensalza cuestiones como la autoestima, la reducción de la ansiedad, el sentimiento de soledad y el aumento de la atención y la concentración. Esta terapia no está únicamente enfocada niños, en absoluto, también se prescribe para personas con estrés post-traumático, depresión o altos niveles de estrés
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Conejos y hámsters
Esta terapia es sencilla, consiste en acariciar tanto al conejo como al hámster. El comportamiento de estos animales suele ser de temor, por lo que al acariciarles debes mantener un equilibrio frágil pero sencillo, entre no asustar al animal, producir confianza y disfrutar de las caricias. Al compartir tiempo con ellos reducimos nuestros niveles de cortisol, que es la hormona del estrés y aumentamos las endorfina y serotonina, que nos producen una sensación agradable y ayudan a que nos relajemos. Las personas con trastorno del espectro autista, así como los niños con TDAH o parálisis cerebral pueden sumarse a los beneficios que aportan estos animales tan solo acariciando o manteniéndose cerca de ellos.
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Delfines
Tal vez es la terapia con animales con las necesidades más complejas, porque implica relacionarnos con unos animales de difícil acceso, sin embargo en España existen varios lugares donde se aplican estos procesos de terapia, generalmente en parques acuáticos. La supervisión de un terapeuta es indispensable porque aunque las actividades que se realizan tienen un alto componente lúdico, deben estar pautadas y transmitidas por un especialista. ¿Sabías que las ondas alfa con las que se comunican los delfines, que van en una frecuencia de entre 8 y 13 hz, son relajantes para los seres humanos y que pueden medirse positivamente en un electroencefalograma? Cuando un ser humano recibe estas ondas de comunicación, también las emite en respuesta pese a que a nivel racional no seamos conscientes. Esto hace que se estimule nuestro hipotálamo y se produzcan endorfinas, además de que la glándula pituitaria se active y que se mantengan estables tanto los índices de presión arterial como el azúcar en sangre.
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Animales de granja
Por lo general los animales que podemos encontrar en una granja son bastante dóciles y están lo suficientemente acostumbrados a ver humanos como para no sentirse extraños con la presencia de personas que puedan beneficiarse de una terapia con ellos. Gallinas, cerdos, ovejas y vacas, todos aportan su granito de arena para generar estímulos positivos. Con ellos se puede mejorar ciertas habilidades sociales, centrar la atención y trabajar en la rutina, mejorando el crecimiento personal y consiguiendo una mayor autonomía para establecer vínculos con los animales que luego pueden reproducirse en seres humanos.
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Depresión
Uno de los pilares de la zooterapia es que los animales no tienen prejuicios, simplemente se comportan manteniendo un frágil pero virtuoso equilibrio que consiste en sentirse a salvo o desarrollar la suficiente confianza en quién tienen delante. Cuando trabajamos en este tipo de relación humano-animal, afloran emociones que tienen que ver con cierto placer, liberando endorfinas, y nos desprendemos de algo del estrés que llevamos, el famoso cortisol. Entonces empezamos a caminar sobre la senda del bienestar cuando esta relación que no tiene palabras, ni promesas ni significado, nos induce a responsabilizarnos de nuestra pequeña parcelita de interacción: cuidar, ser cuidados, comprender y ser comprendidos. Ese es el germen de la terapia con animales aplicada a personas con depresión, que no es en absoluto excluyente de otros procesos o medicación, pero que suma su granito de arena para superar este trastorno.
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Estrés post-traumático
La tasa de abandono de los tratamientos en personas con estrés post-traumático es muy alta, casi del 50%, porque en el propio trastorno está implícita una percepción negativa de la cognición que evita y altera la propia terapia. Por eso el tratamiento con animales puede surtir un mejor efecto, pues la relación que se establece con éstos pasa por otras vías que no son la racionalización de un hecho o el trabajo concreto en una actividad, sino un apego basado en la confianza. Los animales no son percibidos por los pacientes de estrés post-traumático como intrusos, sino que al contrario, transmiten el sentimiento de que están a salvo, fuera del peligro, y que pueden poner en orden de una forma más instintiva sus ideas, sentimientos y recuerdos.
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