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Cuando un perro cumple siete años ya ha superado el ecuador de su vida, y su comportamiento comienza a variar. Por un lado se muestran más tranquilos, se podría decir que es un cambio del comportamiento similar a la madurez. Pero, además, su cuerpo empieza a envejecer y a presentar problemas dignos de la edad.

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Una vez arriba, el perro puede echar en falta la libertad que tenía antes para bajar siempre que quiera para beber o comer algo. Los perros pueden tener ritmos similares a los humanos y dormir casi toda la noche (aunque nunca del tirón). Sin embargo, según se hacen mayores duermen aún más de día, y por las noches adquieren cierto insomnio (como los seres humanos) que les puede motivar a moverse por la casa en plena noche.

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