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Es muy duro descubrir que ese gato con el siempre has querido compartir tu casa y del que tanto has anhelado su compañía te produce alergia. Pero cuando ocurre no puedes obviarlo: estornudos, rinitis, sarpullidos o un lagrimeo constante en tus ojos pueden presentarse con toda su fuerza y hacerte desistir de tu feliz idea.

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