Salir a la calle para dar un paseo con tu perro y aprovechar el viaje para comprar algunas cosas resulta una tarea doblemente divertida y productiva. Porque llevas a un acompañante que siempre está deseoso de seguir tus pasos y tú sientes que estás compartiendo más tiempo con tu perro mientras que realizas tareas rutinarias e ineludibles como comprar el pan, algo de fruta o pasta de dientes.