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Cuando un gato se encuentra con otro, aquello que habita en su interior es el miedo absoluto a que este otro animal se haga con el terreno. Los gatos son territorialistas y se toman esta cuestión muy a pecho. No tiene nada que ver con cómo abordaría este tema un perro, que pese a ser también un animal jerárquico en búsqueda del liderazgo, el primer impulso es conocer al otro y entablar una comunicación basada en el juego.

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La personalidad independiente de los gatos contrasta con el hecho de que estas mascotas puedan tener miedos, e incluso fobias, a cosas o situaciones rutinarias que sabemos que no pueden hacerles ningún daño. Los gatos sienten un miedo primario y casi automático hacia muchas cosas, y conocerlas puede servir de ayuda para amortiguar su impacto, prepararles y minimizar estas situaciones.

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