Los perros actúan como un espejo ante nuestros sentimientos cuando permanecen a nuestro lado, nos siguen, observan y escuchan. Su mirada a veces lo dice todo, aunque ni ellos mismos entiendan lo que nos pasa. Porque, por cómo se comportan, ponemos sobre sus espaldas nuestra propia psicología al sentirnos en una intimidad muy especial cuando estamos con ellos: sentimos que no nos juzgan y que nos trata con amistad cristalina.