Si tienes un perro, probablemente seas consciente de que encaja tus estados de ánimo y parece que incluso participa de ellos: cuando estás triste parece lamentarse contigo y tratar de animarte, y cuando expresas tu alegría él también acompasa su felicidad y parece colaborar y hacer esa emoción humana como propia. Sin embargo, hasta hace poco no había evidencias científicas que constataran con rotundidad que los perros eran capaces de reaccionar de forma inequívoca a nuestras emociones.