Uno de los primeros detalles en los que todo primerizo se fija al tener perro es en la sensación que da al tacto las almohadillas de los perros, especialmente en los canes más jóvenes. Tienen un aspecto suave y acolchado, aunque con el paso del tiempo se van volviendo algo más ásperas y dan la sensación de ser cada vez más rugosas. Las almohadillas no son exactamente como nuestra planta de los pies, sino más bien como la suela de los zapatos, o más bien como la cámara de aire de unas zapatillas de deporte, pues permiten que el perro camine ligero y que sus articulaciones sufran lo mínimo al correr y saltar. De no dispones de almohadillas los problemas óseos de los perros serían muy graves y frecuentes, pues actúan como amortiguadores del impacto causado al caminar.
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Aunque el aspecto y la impresión que nos dan al tacto es que las almohadillas son frágiles y que pueden ser dañadas con facilidad, lo cierto es que están preparadas para afrontar el paso del tiempo y el desgaste sobre muchas superficies sin que exista un problema grave o evidente para ellas. Sin embargo, los terrenos naturales producen menos abrasión o erosión, tales como la tierra o la roca, y los espacios asfaltados o muy fríos pueden resultar más perjudiciales, en especial cuando caminan por una vía de asfalto candente (en pleno verano), que ejemplifica uno de los peligros más claros para las almohadillas de los perros de ciudad.
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Ejercicio: ni mucho ni poco
En un ambiente natural, los perros salvajes o los lobos salen a pasear o a cazar cuando lo consideran necesario, teniendo en cuenta su propio estado de salud o cansancio. En el caso de los perros domésticos, dependen de nuestro criterio. Tan malo es para un perro y sus almohadillas que le saquemos mucho a pasear, por encima de sus necesidades y sobre terrenos no del todo asequibles para él, como que le saquemos muy poco. El desgaste por erosión de las almohadillas es común en perros que dan largas caminatas todos los días, pero cuando el can sale poco a la calle, las almohadillas se vuelven más blandas y esto hace que puedan ser más vulnerables ante los efectos del terreno cuando por fin salen a pasear.
Sin embargo, las posibles heridas que se producen en las almohadillas de los perros por el efecto de la erosión no son un problema grave. Bien sea por el paseo desmedido como por tener esta zona de sus patas en un estado blando y vulnerable, caminar por superficies duras puede producir algunas heridas pero no serán de profundidad y tienen fácil solución siempre que se identifiquen en el primer momento y se trate cuanto antes. El desgaste es una condición para la que las almohadillas están preparadas.
Las peores heridas: quemaduras y traumatismos
El daño más común que se infringe a las almohadillas de los perros está producido por la quemadura que supone caminar sobre el asfalto cuando hace mucho calor y éste alcanza altas temperaturas, llegando a ser abrasivas, pero que nosotros no podemos percibir porque llevamos calzado. Sin embargo esto puede ocurrir a la inversa, con un terreno congelado, caminar sobre la nieve o placas de hielo es muy perjudicial para los canes, especialmente si no están acostumbrados y no han podido desarrollar la dureza necesaria en sus almohadillas.
Otros de los peligros más comunes en perros de ciudad estriba en caminar sobre restos de cristales rotos, astillas o restos de metal punzante. Estas son las peores heridas, muy por encima de la erosión del terreno o la quemadura, pues al cortarse la almohadilla se produce una herida de mayor profundidad, lo que les hace sangrar abundantemente. En estos casos es preciso e ineludible la acción de un veterinario que aplique puntos de sutura al animal y que coordine su recuperación.
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Remedios contra las heridas
Las almohadillas tienen una importancia capital para la salud integral del perro, se debe atender a las posibles heridas con velocidad, sin permitir que vayan a más y que empeoren. Un perro incómodo a la hora de andar será un perro que no se relacione bien, que sufra a cada paso y que pueda desarrollar otros problemas derivados, como falta de apetito, dolores musculares en otras zonas (por la mala postura al caminar), apatía y cambios de humor.
Si identificas una herida o un cambio sustancial en el tacto de las almohadillas de tu perro, te aconsejamos que no dudes en consultar a tu veterinario. Especialmente si es la primera vez que te enfrentas a una situación así, él te podrá dar pautas en base a una explicación concreta de lo que le ocurre, probablemente esta será una situación que se repetirá porque el perro será propenso a desarrollar las mismas heridas en el mismo terreno.
Para las heridas superficiales, si ves la almohadilla algo despegada o que padece de una quemadura o herida poco profunda, lo que debemos hacer primero es limpiar la zona muy bien con agua tibia, lo que nos permitirá observar adecuadamente el problema. Posteriormente deberemos desinfectar la herida aplicando agua oxigenada ayudándonos de una gasa, daremos toques leves, hasta que observemos que está perfectamente limpia. Otra opción es aplicar digluconato de clorhexidina, un antiséptico antimicrobiano de uso común también en seres humanos.
Dejar la herida al aire suele ser una buena opción, porque eso favorece su recuperación, sin embargo, si identificamos que pisar hace que el perro sienta dolor podemos optar por tapar esta zona con una capa fina de vendaje, que deberemos cambiar entre dos y tres veces diarias, aplicando de nuevo una solución antiséptica y pomadas regeneradoras del tejido para favorecer la cicatrización.
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