El celo llega a las perritas entre los primeros seis y doce meses de vida, aunque las primeras veces no es demasiado perceptible, pues tiene una intensidad muy reducida, lo que hace que los dueños no logren saber si les ha venido o no. Las perras de razas pequeñas sufren un proceso más evidente y temprano, y las grandes experimentan uno más tardío y menos visible.
Lo cierto es que una vez que se les regule el celo lo tendrán teóricamente dos veces al año, cada seis meses, aunque esto no ocurre siempre, según la raza y el animal puede ser más o menos regular. Por otro lado, debes saber que este periodo de celo semestral dura entre dos y cuatro semanas, pero la hembra sólo es fértil durante los últimos días de este proceso. En un ciclo de cuatro semanas, el periodo de fertilidad abarca los últimos diez días.
Hay muchas leyendas sobre el celo y conviene destacar que no es cierto que las hembras deban tener por lo menos un alumbramiento en su vida para mantener una buena salud y estar a salvo del cáncer, por ejemplo. Tampoco es verdad que las perras esterilizadas desarrollen obesidad, aunque sí es cierto que esta condición les hace tener menos predisposición para el ejercicio, pero su peso se puede controlar perfectamente con la dieta que reciben y fomentando paseos adecuados.
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Síntomas y fases del celo
A la primera fase del celo de las perras se le denomina ‘proestro’ y dura entre siete y quince días. Resulta fácil identificar que está experimentando cambios físicos pues su vulva se hace más visible al estar inflamada, expulsa un líquido con aspecto de sangre y para higienizarse la perra procede a lamerse, es su forma natural de mantener la zona lo más limpia posible. Es común que aumente las micciones, lo que tiene un objetivo de atracción para los machos, pues la orina de la perra contiene feromonas durante el celo.
A nivel de ánimo, la perrita se mostrará nerviosa, mucho más estimulada de lo habitual. Ante un grupo, jugará más con los perros de lo habitual pero probablemente no se muestre predispuesta a la monta, y rehusará cuando estos lo intenten, enseñando los dientes o gruñendo. La razón de que no lo permita es que su cuerpo todavía no está preparado, no es fértil.
El ‘estro’ es la fase fértil en la que la ovulación se completa a lo largo de los diez días siguientes. Todos los síntomas iniciales de inflamación de la vulva y de segregación del líquido serosanguinolento se potencian y llegan al máximo exponente. Los machos tratan de acercarse a ella, y lo único que cambia es que ahora ella sí está receptiva y permite la monta.
Es común que las perras grandes tengan celos más discretos, con síntomas menos evidentes y las perras de razas más pequeñas muestren estos síntomas de forma más clara. Es más, las pequeñas alcanzan la madurez sexual antes que las grandes, en su caso antes de llegar al año de vida, y las de razas grandes después.
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Si no queremos que nuestra perrita tenga una camada
Lo más eficaz es realizar una esterilización, que además es muy positiva para esquivar otros problemas de salud colaterales como los tumores hormodependientes, los embarazos psicológicos, las infecciones en el útero (o piómetras) y por supuesto, las camadas no deseadas. Además, una perrita esterilizada propicia un ambiente menos agresivo durante el celo, pues los machos no se ven en el deber de pelear por ella.
Por otro lado, si no vamos a recurrir a la esterilización y no queremos tener una camada, es fundamental mantener a la perrita con correa durante el celo, para poder controlar su relación con los perros machos. A lo largo de este proceso puedes necesitar ponerle unas braguitas especiales para que no manche la casa o los muebles con el líquido serosanguinolento que segrega. Para evitar que los machos detecten el olor rápidamente, puedes aplicar un poco de mentol a la punta de su cola de la perra, no es un remedio infalible pero suele funcionar.
Y por último, ten en cuenta que la perrita estará más nerviosa de lo habitual, por lo que conviene que toda la casa esté cerrada casi de forma hermética, tanto por ella, como por el acceso hipotético de otros perros que pudieran verse llamados por el olor de las hormonas e irrumpir en tu hogar.
Qué hacer si queremos propiciar el cruce
Los diez días que dura la fase fértil o ‘estro’, es la etapa que debemos utilizar para propiciar que la perrita tenga un relación constante con el perro que queremos utilizar para el cruce. Que ambos convivan es la forma más eficaz, aunque si no pueden pasar 24 horas juntos, puede bastar con juntarlos gran parte del día.
Lo ideal para que la fecundación se lleve a cabo es que el macho monte a la hembra una vez cada dos días. Para ello es necesario que el entorno sea favorable a ambos, en especial para él: que no sienta competencia con otros machos. Si la fecundación se realiza con éxito, el nacimiento será tras 65 días de gestación.
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