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perro enfermo© Adobe Stock

Estas son las causas más habituales por las que tu perro vomita

Se debe acudir al veterinario si tu can vomita más de 3 veces seguidas en pocas horas, y si además del vómito detectas otros signos de enfermedad, si hay presencia de sangre en el vómito o si ha perdido el apetito


Actualizado 6 de octubre de 2022 - 15:31 CEST

Que tu perro vomite es, no hay duda, un motivo de preocupación. Toca buscar las causas y, tal y como nos explica Sònia Sáez, veterinaria Brand manager de Purina Corporativo, existe una lista muy amplia de causas, algunas de menor importancia y otras muy graves. “Por ello, es muy importante acudir al veterinario si tu perro vomita más de 3 veces seguidas en pocas horas, y si además del vómito detectas otros signos de enfermedad (diarrea, apatía, o signos de dolor), si hay presencia de sangre en el vómito, o si tu perro lleva vomitando varios días y ha perdido el apetito”, nos cuenta.

Posibles causas

Y nos resume que entre las causas más comunes de vómitos en perros encontramos las siguientes:

  • Infecciones del tracto digestivo, ya sean víricas (como el parvovirus) o causadas por bacterias (como la Salmonella).
  • Problemas relacionados con la dieta (intolerancias o alergias alimentarias).
  • La presencia de parásitos intestinales.
  • Haberse tragado algún objeto que cause una obstrucción parcial o completa.
  • Mareo por movimiento (viajes en automóvil).
  • Ingestión de sustancias tóxicas (productos de limpieza o disolventes).
  • Efectos secundarios de algunas medicaciones.
  • La presencia de enfermedad en alguno de sus órganos vitales (páncreas, hígado o riñones).

“También es necesario diferenciar entre regurgitación y vómito. La regurgitación es la expulsión de alimentos que no han llegado al estómago, o que han estado en él muy poco tiempo y, en consecuencia, no han sido digeridos completamente. No va acompañada de los movimientos sincopados del abdomen ni del esfuerzo típico del vómito”, nos detalla.

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¿Motivo de preocupación?

La veterinaria insiste en que un vómito aislado u ocasional no tiene por qué ser motivo de preocupación. Sin embargo, los vómitos crónicos o frecuentes suelen responder a una situación grave. Los vómitos, cuando el perro tiene el estómago vacío, suelen contener mucho moco, algo de espuma, y pueden estar teñidos de color amarillo o verdoso. Si existen lesiones en el estómago, puede aparecer sangre coagulada, con aspecto de granos de café.

“Otra variable que debes tener en cuenta si tu perro vomita, viene de si has detectado un cambio en la frecuencia de ingestión de agua, tanto si bebe mucho más de lo habitual como si no bebe en absoluto. Y lo mismo respecto a los patrones de alimentación. También debes considerar si tu perro ha perdido peso últimamente. Otro signo de alarma es la presencia de diarrea junto al vómito”, nos cuenta.

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¿Qué hacer cuando la mascota vomita?

La veterinaria cuenta que en cualquier caso, si observas vómitos crónicos o frecuentes, debes acudir al veterinario para que inspeccione a tu animal. “Muchas veces bastará con que respondas a una serie de preguntas sobre su historia reciente, y que éste le practique una exploración física. Será de gran utilidad para el veterinario que lleves anotados los medicamentos que esté tomando en ese momento, o los que haya tomado recientemente, y el tipo de alimentación que suele ingerir. También es importante que le comentes si has visto a tu mascota comer hierba o plantas recientemente. Muchos lo hacen, o hasta pueden lamer el suelo y las paredes, cuando notan ardor en el estómago. Es imprescindible que consideres todos estos detalles, por insignificantes que parezcan, porque pueden aportar mucha información sobre la causa de los vómitos de tu animal”, explica.

Y detalla que "en ocasiones, puede ser necesario extraer un poco de sangre para comprobar si los órganos vitales están funcionando de forma adecuada. Y en determinadas circunstancias, también es conveniente recurrir a radiografías o ecografías para descartar la presencia de cuerpos extraños, o tumores en el tubo digestivo".

“Hasta que se lleve a cabo la visita con el veterinario, es fundamental que le retires el alimento a tu mascota y le ofrezcas agua limpia y fresca para evitar la deshidratación, sobre todo si se trata de vómitos frecuentes. El agua tienes que ofrecérsela en pequeñas cantidades, y de forma frecuente para que tu animal no pueda llenarse el estómago con una cantidad exagerada de agua, que pueda provocar que se agrave más el vómito”, detalla, y da una recomendación importante: es vital no medicar al animal con los medicamentos que inhiben el vómito sin saber qué lo ha causado. Esto podría ser contraproducente, sobre todo, cuando se sospecha que se ha tragado algún objeto.

“Si no puedes ir al veterinario ese mismo día y el animal tiene hambre, ofrécele una pequeña cantidad de alimento seco humedecido con agua o un alimento húmedo. También puedes recurrir a una dieta blanda casera a base de arroz o patata bien cocidos, y pollo sin piel muy cocinado, y no olvides asegurar que se mantiene hidratado”, sugiere la veterinaria.

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Cómo tratar el vómito

  • Lo primero es buscar la causa del vómito, pero lo más posible es que el veterinario te recomiende el uso de protectores gástricos y/o antieméticos (medicamentos para evitar el vómito). Es importante seguir sus pautas, y completar el tratamiento durante el tiempo que te lo haya marcado, sin abandonarlo incluso cuando tu animal deje de vomitar.
  • Mientras, si el veterinario ha detectado alguna alteración en un órgano vital de tu mascota, te recetará medicación específica para esa enfermedad. Y si tu animal ha ingerido un cuerpo extraño, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para extraerlo de su cuerpo.
  • Además, es probable, que el veterinario te recomiende el uso de una alimentación o dieta terapéutica específica, de muy alta digestibilidad, incluso hipoalergénica y con poco contenido en grasas, para ayudar a recuperar la función saludable del estómago de tu mascota.
  • Una vez finalizado el periodo de dieta especial, deberás reintroducirle a tu animal su alimentación habitual, de forma muy progresiva y lenta, entre 4 y 7 días, para facilitar que la transición sea la correcta.

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