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Comportamiento

Razones por las que tu gato parece no tener ganas de jugar

Los gatos siempre son curiosos, pero a veces presentan un carácter preocupante cuando dejan de insistir en el juego, las persecuciones y saltar a lo más alto


Actualizado 20 de septiembre de 2022 - 12:15 CEST

En algunas ocasiones podemos notar a nuestro gato un poco decaído y percibimos en él una desgana especial que le produce cierta desmotivación para jugar. ¿Esto es malo? ¿A qué atiende? Lo primero que debemos saber es que aunque parezca que los gatos juegan de forma lúdica, realmente para ellos es una cuestión muy seria, la actitud de juego que nosotros percibimos es para el gato su manera de cazar, de dar salida a sus instintos depredadores y, con ello, se entrenan física y mentalmente. Un gato que juega es, por definición, un gato sano y que hace gala de sus facultades, que se relaciona y que interactúa con el ambiente que le rodea. El juego es salud.

¿Melancolía o aburrimiento?

Cuando buscamos la explicación a un comportamiento animal, generalmente las causas más evidentes y sencillas suelen ser las correctas, y si un gato se muestra poco juguetón puede ser porque simplemente está aburrido. Si hay pocos alicientes en la casa que le motiven a investigar y a perseguir a una “presa”, el gato puede acabar tirando la toalla y obviando los juegos que antes le hacían feliz. Ten en cuenta que para que un gato trepe, corra o demuestre una actitud cazadora, si en la casa no hay alicientes, debe poner en práctica demasiada imaginación, y ésta tiene un límite. Los gatos que ya conocen de sobra sus juguetes, que están habituados a un ritmo constante del hogar, a las mismas personas, con los mismos quehaceres, pueden llegar a sentirse frustrados porque todo es demasiado previsible y les aporta pocos retos.

¿Qué hacer ante una situación de aburrimiento del felino? Evidentemente te está pidiendo a gritos un cambio: alicientes. Los gatos que conviven en parejas nunca se sienten aquejados de esta desidia, sin embargo dos gatos en una casa precisan de más espacio (los juegos y persecuciones son constantes) y, si el actual no está lo suficientemente socializado puede ser muy complejo el periodo de adaptación a una nueva mascota. Como sabes, los gatos son extraordinariamente territoriales, y más aún si esta disputa se da con un felino de su misma especie. Sin embargo, a la larga, y una vez solventado el escollo de la adaptación, que tu gato conviva con un compañero es la mejor opción. Aunque, atención: dos hembras o macho y hembra pueden funcionar bien, pero dos machos es una mezcla a evitar, el instinto territorial puede volverlos demasiado competitivos.

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Motivos de desorientación o estrés

Hay a quien le resulta extraño escuchar que un gato doméstico pueda padecer estrés, sin embargo es muy común y atiende a una explicación contundente: en un entorno humano sus instintos están a merced de unas pautas que cambian en función de nuestras necesidades, no de las suyas, y ciertos cambios o dinámicas les afectan porque van en contra de su naturaleza.

Pongamos por ejemplo una mudanza. Sabemos que los gatos son territorialistas, que aman el espacio en el que viven por encima incluso de las personas con las que comparten su vida. ¿Qué ocurre cuando nos cambiamos de casa? Que el gato puede quedar completamente desubicado, sentir que algo que para él era un pilar de estabilidad ha desaparecido de la noche a la mañana: su cerebro echa en falta la configuración de la casa, su olor, sus ruidos cotidianos y sus texturas. El cuenco de su comida no está en el lugar de siempre y el arenero tampoco. Hay pocas situaciones más estresantes para un ser humano que una mudanza pero ten en cuenta que aún más estresante es para un gato. Un síntoma común de estrés en felinos, tras una mudanza, es verles con pocas motivación de lugar, precisamente cuando la nueva casa podría verse como un nuevo universo que explorar de forma proactiva, pero los gatos (como los perros) son animales de costumbres.

Por todo ello, si vas emprender una mudanza o tu casa va a dar un giro completo, como por ejemplo por la llegada de un bebé, trata de que esta nueva situación sea todo lo gradual que esté en tu mano. Si te mudas, lleva a la nueva casa muchos de los elementos favoritos de tu gato, aunque estés deseando deshacerte de ellos y reemplazarlos por otros nuevos: un sillón viejo en el que el felino disfruta echándose siestas, una alfombra que él siempre utiliza para afilarse las uñas y, por supuesto, su viejo arenero y cualquier otro elemento propio. Tiempo habrá, posteriormente, para hacer limpieza y ajustar un nuevo mobiliario.

El dolor es el rasgo de la salud que más varía la personalidad

Sea de un animal o de una persona, cuando se sienten molestias o dolor nuestro ánimo se ve completamente embargado y no somos capaces de comportarnos de forma común, y mucho menos nos apetecerá jugar o demostrar nuestra agilidad. Muchas veces las enfermedades de los gatos se descubren atendiendo a su humor, si no tiene ganas de jugar ni de saludar, y deja de interactuar de forma común con el entorno, el gato puede estar desarrollando una dolencia que le produce cierto malestar y, por tanto, el nulo interés por el juego. Si sospechas que tu gato podría estar en una situación de dolor, sea temporal o perpetuo, no dudes en acudir al veterinario.

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