Existe una palabra para denominar de forma concreta a un gato que ha nacido sin el control de los humanos y que se ha desarrollado sin el contacto de nuestras costumbres y adiestramiento, estos son los denominados como gatos ferales son mucho más numerosos de lo que crees.
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Solo en la ciudad de Madrid se ha catalogado por el CSIC que existen más de 1.200 colonias de estos gatos, y cada una puede tener entre 10 y 20 gatos. Sin embargo, se estima que son mucho más las colonias no identificadas, y podrían incluso duplicar el número. Por lo que solo en la ciudad de Madrid podríamos estar hablando de entre 20.000 y 40.000 gatos ferales. ¿Sientes el impulso de adoptar uno?
Los gatos 'urbanos' nos acompañan por milenios
Ya desde el antiguo Egipto los gobernantes se dieron cuenta de que el gato es la solución más eficaz y equilibrada para mantener a raya la proliferación de ratas en las urbes, ese problema ya existía en la antigüedad y no ha dejado de preocupar al ser humano. Durante la epidemia de la peste negra, las ratas contagiaron la enfermedad de forma descontrolada porque en las últimas décadas se habían exterminado a los gatos por petición expresa de la Santa Inquisición, por considerarlos maléficos, una especie de aliados de las artes oscuras.
Sin embargo, pese a los avances tecnológicos y científicos de la, aún hoy ciudades como Nueva York mantienen un control positivo de los gatos ferales para limitar el crecimiento de ratas y otros roedores invasores. Y esto ocurre de la misma forma en España y el resto de Europa. Sin embargo el equilibrio en el número de estos gatos es muy importante, pues aunque son beneficiosos para contener plagas, también son perjudiciales para otras especies, en concreto las aves.
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¿Puedo meter en mi casa a un gato feral?
Los gatos callejeros son anatómicamente idénticos a los gatos domésticos, pero es muy importante tener en cuenta que, dado que no se han criado en un entorno humano, su comportamiento es diametralmente opuesto. Los ferales viven en colonias, un gato por sí solo tiene muy pocas posibilidades de sobrevivir, vivir con otros gatos es su forma habitual de subsistencia y lo tienen muy arraigado. Son grupos muy abiertos en los que cada uno va por libre, aunque comparten escondite y alimentación. Si al verlos sientes tristeza porque ves que están 'desubicados' sin un dueño, lo primero que debes saber es que para ellos ésta es su forma de vida, ni conocen otra, ni en les interesaría cambiarla.
Si nos referimos a una especie de animal que ha sabido convertirse en urbanita y que no tiene problemas para sobrevivir, los gatos son la respuesta. Pero estamos muy acostumbrados a pensar que son mascotas domésticas y ver que viven sin el amparo de los humanos puede parecernos una existencia demasiado desarraigada. Llevar a casa a un gato feral, nacido y criado en libertad, es totalmente desaconsejable, es imposible que logre comportarse como un gato doméstico.
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¿Qué hace que un gato feral no pueda comportarse como uno doméstico?
El punto de inflexión está en los primeros meses de vida del animal, concretamente entre las primeras dos y siete semanas tras su nacimiento. Si el gato tiene contacto con humanos, encaja que su lugar de convivencia es el hogar, que será provisto de comida y que las personas son seres con los que convivir en una 'colonia' pacífica, todo perfecto: así será doméstico. Si el gato supera los dos meses de vida y no ha tenido esa imagen que reproducir es prácticamente imposible que adquiera el hábito de estar en una casa, no mostrarse agresivo con las personas y no destrozar todo aquello que ve cuándo le dejemos solo.
Por esta razón, los refugios de animales no aceptan gatos ferales, porque a estos efectos son casi como 'otra raza'. Recoger de la calle un gato que ha nacido y crecido en libertad y meterlo en una jaula va en contra de su desarrollo y es perjudicial tanto para él como para las personas o entidades que tratan de recogerlo. La única forma de vida que concibe el gato feral es en libertad y sin la intervención de los humanos, aunque eso vaya en contra de su supervivencia, porque claramente un gato callejero no gozará de las mismas medidas sanitarias y de alimentación que los gatos domésticos, disminuyendo hasta un 50% su esperanza de vida a causa de las enfermedades y la carencia de nutrientes en su dieta. Además, es muy común que los gatos callejeros vean deteriorada su salud a causa de una heridas o lesiones mal curadas, muchas veces provocadas por otros gatos, tales como ceguera, cojera o dificultad para masticar, problemas acaban restando calidad de vida y desembocando en la muerte.
Si encuentras un gato en la calle y quieres llevarlo a tu casa debes tener en cuenta que podría ser feral o un gato doméstico abandonado (o perdido). Es muy importante diferenciar entre uno u otro. Probablemente lo percibas con facilidad, los gatos ferales tienen el pelaje mas áspero y deteriorado, están más flacos y probablemente presente alguna marca o cicatriz visible. También puedes reconocerlo por su comportamiento, el doméstico cuando está perdido o abandonado se amilana con facilidad y se muestra vulnerable, sin embargo el feral trata de defenderse en cuanto te acercas a él. Una vez recogido, deberás comprobar si tiene chip y ver cómo actuar bajo el consejo del veterinario.
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