Solemos dar por sentado que los gatos van por libre y que no es nada extraño que puedan presentar muy bajo nivel de sociabilidad; sin embargo, esto no es del todo así. Existen gatos muy abiertos a relacionarse con otros animales o personas, aunque otros no pueden ni acercarse a un desconocido sin mostrarse agresivos, muy desconfiados y llenos de miedos. ¿Qué diferencia a un gato sociable de otro que no lo es? Si crees que es su carácter, probablemente te equivoques, esa respuesta no es del todo válida.
Lo que hace que un gato sea más o menos sociable ocurre entre las primeras dos y siete semanas de su vida. Los animales, y en concreto los gatos, son auténticas esponjas en búsqueda de conocimiento cuando son bebés, todo lo que les envuelve tiene una relación directa y enormemente importante para su futuro. Ten en cuenta que los animales no van a racionalizar ningún aprendizaje a lo largo de su vida, y deben ser autosuficientes cuanto antes, por lo que todas las herramientas de conocimiento social e instintivo afloran en las etapas más tempranas, necesitan sobrevivir, apoyarse en otros y comprender el entorno en el que están, si no tendrán más difícil acceso a la comida y a la ayuda de su familia.
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En esas primeras semanas los gatitos observan con gran atención el comportamiento de su madre y de sus hermanos, y también tienen en cuenta la presencia humana y cuál es el papel reservado para las personas. Cuando la madre organiza a los gatitos para comer, les insta a la higiene, o resuelve conflictos sobre ellos, el gatito es consciente de que existen otros seres, un orden y unas necesidades. Cuanto más socialización tenga en esa etapa, más herramientas tendrá de adulto, y por eso los gatos que han permanecido el tiempo necesario con su madre, hermanos y se ha relacionado con humanos u otros animales desde muy pequeños tienen todas las papeletas para ser sociables, comprendiendo y respetando las reglas mínimas de convivencia.
Si un gato no está bien socializado aflorará en él la necesidad de defenderse por conflictos inexistentes, mostrando antes su cara más agresiva y sin tener en cuenta que puede ganar más que perder si da una oportunidad a los demás, sean animales o humanos. La agresividad que pueden desarrollar por falta de dones sociales es fruto de su desconfianza, y romper con esta dinámica requiere una re-educación que será lenta pero no imposible.
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Manos a la obra con la socialización del gato
Ante un gato no socializado, es indispensable que todos los miembros de la familia o visitantes tengan en cuenta que deben acercarse a él de forma tranquila y, en cierta medida, respetuosa. Aunque el gato pueda mostrar sus uñas en señal de amenaza, o los dientes, bajo ningún concepto hay que responder al animal con una represalia o demostrando superioridad. Los gatos, a diferencia de los perros, pretenden medirse con los humanos de igual a igual, y si nosotros elevamos el tono del tratamiento y “defendemos” nuestro territorio, el gato no socializado lo hará con mayor énfasis, a territorialistas no les ganan nadie.
Si tenemos un gatito que todavía es pequeño, pero no está socializado, podemos mantenerle en un transportín para realizar las presentaciones con otros gatos e incluso personas. Lo primero que debemos evaluar es si en el transportín se siente cómodo, es decir: si para él es un entorno segurizante. El otro gato (o animal) se acercará a olerlo, y él pequeño hará lo mismo. Para los animales, especialmente perros y gatos, presentarse por el olfato es vital.
El transportín u otro lugar para escapar debe estar siempre accesible para el gato cuando estamos fomentando una socialización, el hecho de no tener escapatoria es lo que puede hacer que el animal sufra más estrés y no se permita a sí mismo reaccionar con una motivación suficiente. Dispón siempre de una salida para él cuando se encuentre con otro gato o humanos con los que deba realizar una socialización que él no desea.
La clave maestra para comprender cómo funciona la socialización de un gato es tener en cuenta que él debe ser quien se acerque y demuestre interés, nunca será productivo forzar la situación y producir un acercamiento que él está rechazando. Por ese motivo, todas las herramientas que ayudan a generar un entorno positivo ayudan, como por ejemplo los premios o los juegos. Si juegas con tu gato a que él persiga un cascabel atado a un palo por medio de un cordel (a modo de caña de pescar) estarás haciendo una acción en equipo que él valorará mucho, acompañándolo a una aventura estarás creando y fortaleciendo lazos con él, y eso es algo que el gato tendrá muy en cuenta.
Lo más importante a la hora de socializar a un gato es generar un espacio lo suficientemente seguro para él como para que el tiempo pase y él se acostumbre a la presencia y a interactuar con otros. Es decir, es simplemente cuestión de tiempo, cada juego, cada ofrecimiento de comida o premios, y cada declaración de amistad. Nunca respondiendo con represalias ni agresividad a sus posibles molestias. Todo ello es terreno ganado a su socialidad.
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