Las razas de perro más buscadas en internet podrían darnos una pista de hasta qué punto estamos interesados en una u otra raza. Google determinó en su ranking que entre los cuatro perros más buscados estaban los pomerania, border collie, bichón maltés y beagle. Podríamos ver en ello una predilección por las razas pequeñas o medianas. Esto sería la punta del iceberg de una disparidad de criterios que parecen irreconciliables, quien opta por perros grandes parece no imaginar su vida con uno pequeño, y a la inversa. Y es que las costumbres y los hábitos domésticos con unos y otros son muy diferentes.
¿De verdad el pomerania viene del lobo?
Una duda que nos surge cuando pensamos en los perros pequeños es hasta qué punto estas razas están emparentadas con sus ascendentes, los lobos salvajes. Parecen incluso dos especies distintas cuando intentamos comparar a un bichón maltés y a un galgo. ¿Qué hace que los perros pequeños adquieran este tamaño? No es obra del ser humano, se ha demostrado que aquellas razas de perro de un peso inferior a los 9 kilos disponen de una mutación genética natural producida por el gen IGF1, que es el encargado de segregar la hormona del crecimiento y del metabolismo óseo.
Al tratarse de una hormona del crecimiento que a su vez está relacionada con la regeneración de las células y los procesos metabólicos, los perros pequeños viven a otras velocidades. Por un lado, tienen mayor longevidad, superan incluso en 10 años a algunas razas de perros grandes. Además, muchos de ellos tienen un comportamiento más nervioso o aparentemente más irascible. Sin embargo diversos estudios han demostrado que en cuanto al comportamiento los motivos ambientales son más relevantes aun que los genéticos.
Un perro que vive solo, que es colmado de cuidados, y que socializa poco a raíz de su tamaño, como es el caso de muchos perros pequeños, puede desarrollar un carácter más intranquilo (porque no se siente cobijado por una manada), genera más dependencia del humano y cuando ve a otros perros les ladra insistentemente tanto para llamar su atención para el juego como para defender su territorio. Podríamos decir que es más habitual que los perros pequeños tengan “trastornos” de su comportamiento a raíz del entorno en el que se mueven, que reduce las posibilidades de que se comporten como un perro y, en ocasiones, se les trata más como un bebé.
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Cada vez vivimos en pisos más pequeños
Al final una de las razones más claras para comprender porqué se están extendiendo tanto los perros pequeños se basa simplemente en revisar el mercado inmobiliario. Es dificil tener un perro grande en un piso de metros reducidos, sin terraza ni patio. Bien sea por conciencia o por praticidad, recurrimos a perros más pequeños que no padezcan la falta de espacio y que, de alguna forma, se comporten como gatos. Un perro que se agazape en cualquier rinconcito del sofá, que tenga menos “necesidad” de ejercitarse y de dar largos paseos (lo cual es falso, pero suele ser un argumento esgrimido) y que de cara a unas vacaciones pueda ir en un transportín pequeño y viajar junto a nosotros en la cabina del avión o el vagón de tren.
Sin embargo, conviene tener presente que algunas de las razones por las que elegimos tener un perro pequeño van en contra del desarrollo físico, cognitivo y social del propio animal. Por ejemplo: coger al perro en brazos de forma constante (algo muy común en chihuahuas), no pasearles lo suficiente ni permitirles el libre juego con otros perros por miedo a que salgan mal parados al principio y para evitar que ladren tanto después (cuando el perro pequeño desarrolla una mala sociabilidad por haber permanecido “aislado”) son costumbres que acaban por generar estrés en el animal y modifican su comportamiento en contra de sus auténticas necesidades e instintos.
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Perros grandes para lucir fortaleza
Por el lado inverso a los motivos para tener un perro pequeño encontramos muy a menudo el deseo de mostrar con orgullo a un perro poderoso y bello. Mientras los pequeños a menudo producen exclamaciones de amor, los grandes provocan admiración. Un perro grande posee la fuerza de la protección, es más fácil dar con ellos paseos largos, incluso realizar deporte a su lado, y de cara a proteger la casa siempre serán un valor seguro ladrando frente a cualquier invasor.
En general, se cree que para los seres humanos elegir a un perro no solo es una cuestión de amor, sino que también se busca una proyección de lo que necesitamos encontrar en el animal. ¿Has oído alguna vez “los perros se parecen a sus dueños”? La frase no está tan desencaminada, de alguna forma elegimos un perro que proyecta el tipo de piropo o de fortaleza que buscamos y con el que podemos convivir. Hay quien se siente más realizado con el sentimiento de amor y “entrañabilidad”, o quien ve necesario rodearse de cierta fortaleza y elegancia. Al final esto, nos guste o no, se ve reflejado en los paseos que damos con nuestro perro, un bichón maltés constantemente recibirá piropos por lo pequeño y achuchable que es y a un galgo se le colmará de comentarios sobre su belleza y complexión. Podríamos, por tanto, aplicar el refrán modificado de: dime qué perro eliges, y te diré qué piropos estás dispuesto a recibir.
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