El amor por nuestros perros es incondicional, sin embargo todavía no es tan habitual que viajemos con ellos. Existe por un lado cierto temor a que las condiciones sean las mejores, tememos que en mitad del viaje tengamos algún problema desagradable que nos suponga un impedimento importante, por otro lado el esfuerzo que hay que hacer para movilizar a un perro tal vez sube algunos grados la complejidad del viaje. En pleno verano ¿es buena idea salir con nuestro perro a conocer España o el mundo? En el día mundial del perro, vamos a tratar de dar respuesta a esa cuestión preguntando a quien lo ha vivido en primera persona, el periodista Pablo Muñoz Gabilondo, que ha dado la vuelta a España con su perro Pipper, y no sólo ha salido indemne, sino que ha regresado con un libro lleno de consejos, puntos de vista y sugerencia. En ‘España con perro. 200 planes con tu mejor amigo’ se exploran todos los ángulos del viaje con un can, desde el transporte en avión, tren o carretera, así como las diferentes situaciones o normativas que nos influirán para tener un viaje satisfactorio.
Es precisamente hoy cuando Renfe acaba de anunciar su intención de permitir viajar en sus vagones con perros de hasta 40 kilos. Se trata de una experiencia piloto que se pondrá en marcha primero en la línea de AVE-Larga Distancia y que eleva el peso, y por tanto el tamaño, de los canes que pueden acceder al tren que hasta ahora se limitaba a aquellos que tenían un peso inferior a 10 kilos.
Uno de los puntos fuertes del libro es que nos propone normalizar los viajes con nuestro perro, tratar de hacer visible que las familias con un miembro canino empujan a los establecimientos y las administraciones a tenerles en cuenta, y que poco a poco sea patente y necesario que el acceso a los perros buenos sea un hecho generalizado. Pablo no tenía ni idea de que era posible viajar con su perro así cuando empezó su aventura, hace ahora 4 años, y Pipper y él ya llevan más de 50.000 kilómetros recorridos y han visitado más de cien destinos. Y cuentan ahora con más de 100.000 seguidores en redes sociales, quienes poco a poco se van animando a emprender esta aventura por ellos mismos.
Casualmente este es un libro y una aventura que provienen de un ‘primerizo’, pues Pablo jamás tuvo perro hasta que Pipper llegó a su vida en 2018. Lo cual, le da más valor a su experiencia, pues no estaba acostumbrado ni tenía el ‘chip’ de viajar con perro, y ahora Pipper y él son inseparables. ¿Cómo te cambió la vida?
El día en que Pipper nació en casa de un amigo, cerca de San Sebastián, yo estaba allí. Me conmovió el esmero de su mamá, Kika, por sacar adelante a su camada y compartí los primeros meses de Pipper en este mundo, mientras jugaba con gatos, caballos y hasta una alpaca. Fue una experiencia preciosa. Nunca había tenido un animal de compañía y sentí la necesidad de hacerme cargo de Pipper y de cuidarlo como lo había hecho su madre durante esos primeros meses de vida.
Los animales siempre me han despertado ternura. Es algo que nos inculcó nuestra madre, pero hasta 2018 no me lancé a convivir con un perro por lo absorbente de mi trabajo (soy periodista). En ese momento estaba más tranquilo y fue posible. Y la verdad es que nunca me imaginé que mi perro fuera a ser mi compañero de vida y de trabajo. Desde entonces, no me he separado de él ni un día.
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¿Cuál fue tu primera sensación cuando empezaste a viajar con Pipper, está España preparada para recibir a los perros?
La primera sensación fue de perplejidad. ¿Cómo es posible que una de las mayores potencias turísticas del mundo no facilite las cosas a los millones de viajeros que quieren venir a conocer España con su perro?
Italia y Francia, nuestra competencia directa, lo ponen fácil, pero los turistas que se desplazan en tren por Europa con sus perros deben apearse al llegar a España y seguir en coche si estos pesan más de 10 kilos. El resultado es que perdemos competitividad en este nicho de mercado.
La segunda sensación fue de sorpresa. Dependiendo de dónde vivas, tu familia tiene más o menos derechos. Por ejemplo, en nuestra ciudad, Donostia, es relativamente fácil entrar en un bar o un café a comer con tu perro, o soltarlo en espacios verdes para que juegue (en determinados horarios). Sin embargo, a pocos kilómetros, en Pamplona, donde tenemos familia, está prohibido entrar en los locales de hostelería con tu perro, por muy educado que esté, y ya no te digo subir al bus urbano sin transportín.
Pero según comentas en tu libro, las cosas están cambiando, y poco a poco están surgiendo iniciativas muy a favor para quienes queremos compartir nuestro ocio con nuestros perros. ¿Qué avances podemos disfrutar ya en este sentido?
Siete grandes ciudades españolas ya permiten subir a los autobuses urbanos sin que el perro vaya en transportín: Fuengirola, Irun, Ourense, Palma de Mallorca, Sant Cugat del Vallès, Alcoi y Donostia (esta última solo perros pequeños).
Cada semana hay un nuevo centro comercial en España que pasa a admitir mascotas, de hecho, uno de cada tres ya son 'pet-friendly', según el estudio nacional que hemos hecho en Pipper en tour. Además de que hay grandes cadenas hoteleras que ya han comenzado a aceptar perros de compañía.
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Tras hablar con las instituciones aragonesas y exponerles que esta es la única comunidad autónoma que prohíbe por decreto mascotas en los restaurantes, hemos logrado que Las Cortes de Aragón aprueben por unanimidad un mandato al Gobierno regional para que se dé libertad a los empresarios. También hemos hablado con Pamplona y Santander, las dos únicas capitales españolas que lo siguen prohibiendo, aunque aún no han cambiado sus ordenanzas.
Al paso de Pipper, ciudades como Cáceres y Segovia han abierto atracciones turísticas a familias con perros educados. Y hemos logrado que Arribes del Duero tenga su primer crucero 'dog-friendly', que parte de Vilvestre.
Muchos deseamos ir a la playa con nuestro perro, y en muchas ocasiones desistimos de llevarlo por el impedimento que supone viajar hasta allí y que luego el animal tenga que quedarse en el hotel o el apartamento todo el día, sin compartir los momentos de baño. ¿Cuál es la situación en España si queremos ir acompañados de nuestra mascota a la playa?
España tiene más de 3.000 playas y cada ayuntamiento decide si los perros pueden o no pisarlas en algún momento del año. En algunas comunidades autónomas hay normas muy restrictivas, como ocurre en Andalucía, y los municipios más sensibles con las mascotas se las ven y se las desean para regular este derecho, sobre todo en época de baño. En España se habilitan 110 playas caninas durante el verano, pero no es oro todo lo que reluce. Solo 20 de ellas son recomendables: por ejemplo, las playas caninas de O’Grove, la costa de Lugo, la Costa Brava o Málaga.
Además, hay muchos municipios que permiten bajar a la playa fuera de la temporada de baño y algunos que en verano permiten que los perretes anden por la playa entre las 20h y las 9h, hora arriba, hora abajo (Zarautz, Mundaka…).
Si tuvieras que hacer un listado de las ciudades que aún tienen que mejorar su normativa ‘pet-friendly’ ¿cuáles serían?
Ningún destino tiene todo lo que necesita una familia que viaje con perro, pero estos son tres ejemplos muy diferentes a seguir por diversas razones: Donosti, con buenos restaurantes ‘pet-friendly’ donde comer, zonas como el Monte Urgull para corretear libre en pleno centro de la ciudad, e incluso billetes caninos para subir en el centenario funicular del Monte Igueldo, su famoso parque de atracciones; Fuengirola por contar con una buena playa canina y permitir moverse en bus sin transportín; y Alba de Tormes (Salamanca), cuyo ayuntamiento ha tomado medidas para que los turistas que la visitan puedan entrar en restaurantes, museos y dormir en esta pequeña ciudad histórica. Evidentemente, hay más, como Cáceres, Gijón, Málaga, Antequera, Santiago de Compostela…
Teruel prohíbe a los perros pisar sus parques, ni tan siquiera atados; las Palmas de Gran Canaria ha expulsado a las familias con mascota de su principal reclamo turístico, el paseo de la playa de Las Canteras, y Santander y Pamplona no dan libertad a cafeterías y bares para decidir si aceptan o no mascotas. Son políticas equivocadas. Hay que apostar por abrir espacios a las familias con perros educados y multar a quienes no cuidan de sus animales ni del entorno. De nada sirve castigar a todos para tener un parque o una calle impolutos y tener el resto de la ciudad llena de cacas sin recoger. Hay que apostar por la educación y por acabar con la impunidad de quien no recoge las heces de sus mascotas. Málaga encabeza un grupo de 36 ciudades que ya analiza el ADN de los excrementos para multar a su responsable. Es una solución que ayudará a avanzar porque, hoy por hoy, cada capital española solo pone dos multas al mes por este motivo.
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¿Y dentro de vuestro gran recorrido a España, cuáles serían los lugares más sorprendentes o remotos a los que has podido viajar con Pipper sin que esto haya sido un problema?
Hemos subido juntos al Teide; hemos entrado en la Casa Batlló de Gaudí, Patrimonio de la Humanidad; hemos recorrido el Museo de San Isidoro, una de las grandes atracciones turísticas de León; hemos navegado en barco por los Picos de Europa, en Riaño; y hemos hecho el descenso del Sella en canoa, por poner unos ejemplos.
¿Cuál crees que es el mayor prejuicio que tienen los establecimientos de ocio en general, el transporte y los destinos vacacionales contra los perros?
Yo mismo tenía ciertos prejuicios hacia los perros antes de hacerme cargo de Pipper, son fruto del desconocimiento. Pero también influyen las malas experiencias, ya que hay gente que deja solo a su perro en la habitación del hotel sin que esté preparado y el pobre no para de ladrar. La última causa de los prejuicios es pensar que hay clientes a los que no les gustan los perros y que, por lo tanto, lo mejor es excluirlos y no complicarse.
Cada negocio es libre de fijar su política de admisión y de decidir si quiere o no clientes con perros. Dicho esto, creo que hay establecimientos que realmente creen que hay que pasar del “perros no” a “perros bienvenidos” pero que no saben cómo organizarse para ser ‘pet-friendly’.
La fórmula es que los negocios 'dog-friendly' enseñen a otros cómo hacerlo. Por ejemplo, el ayuntamiento de Tres Cantos, en la Comunidad de Madrid, acaba de poner en marcha una campaña con la hostelería de la ciudad para informar de que la normativa permite recibir a comensales con mascotas en sus restaurantes y para dar pautas de cómo pueden hacerlo para que todos sus clientes estén a gusto. Han creado una pegatina oficial para los locales que dice “Perros Educados, Bienvenidos”. El camino es ese: que las instituciones ayuden y respalden al sector con medidas como esta, que prácticamente no cuestan dinero.
¿En España, es caro viajar con tu mascota? ¿Generalmente, cuanto suponen los suplementos de habitación, o billetes de transporte…?
El perro es un miembro más de la familia, y como hacemos con los niños, cuando llegamos a un hotel o cogemos un medio de transporte, generalmente pagan un billete o suplemento, ese coste varía muchísimo, hay hoteles donde es gratis, pero otros cobran entre 5 y 25 euros, dependiendo de la categoría del alojamiento. Los suplementos se aplican porque está demostrado que la limpieza de una habitación para dejarla lista para el siguiente huésped implica unos costes de tiempo y esfuerzo, porque es necesario utilizar productos como puede ser el ozono, que garantizan que esa habitación queda libre de alérgenos, eso ocurre en los alojamientos ‘pet-friendly’, los que llevan los protocolos más avanzados. Reconozco que Pipper suelta mucho pelo, y eso al final es una inversión de medios adicional, por eso es lógico pagar un suplemento
Pero por ejemplo, transportes como el metro de Madrid o de Barcelona, no cobran nada por acceder con el perro. Tampoco los barcos turísticos de Santander, o los tranvías de Vitoria y Barcelona.
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A todos los dueños de perros nos aterra meterlos en bodega, esa es una de las principales razones para no viajar. ¿Crees que son seguros los viajes en bodega?
Tengo la suerte de que Pipper pesa menos de 8 kilos, por lo que puede viajar conmigo en la cabina del avión y junto a mi asiento del tren. Por eso, no me he visto forzado a que vaya en bodegas ni maleteros, y, por lo tanto, no he podido valorar personalmente el grado de seguridad.
Lo que sí tengo claro es que volar implica asumir un riesgo, especialmente si el animal va en bodega. Aunque sean pocos casos, hay ocasiones en las que el perro no soporta el estrés de la situación o se dan problemas en el traslado de los transportines o de temperaturas extremas que tienen un desenlace fatal. Además, no es nada aconsejable que los cachorros viajen en bodega. Y la idea hay que descartarla si se trata de un perro braquicéfalo.
Respecto a los autobuses, algunas compañías están mejorando las condiciones para que los animales vayan en una zona diferente del maletero, con aire acondicionado, pero creo que el futuro debe ir por no separar al animal de su familia. Los autobuses interurbanos de Gipuzkoa (media distancia) son los primeros de España que han comenzado a hacerlo,
¿Cómo podemos poner de nuestra parte para que un viaje en bodega salga bien?
En el libro explico que si el perro va a viajar en bodega, hay que asegurarse de que el animal esté en perfecto estado de salud acudiendo al veterinario. Él nos indicará si es o no conveniente administrarle algún calmante: muchos expertos desaconsejan sedarlo.
Hay que usar un transportín homologado que se adecúe a las medidas máximas de la aerolínea; identificar bien al animal y el alojamiento en el destino; semanas antes de partir, acostumbrarlo a estar largos ratos en el transportín: forrar el fondo con su manta y meter su juguete preferido y algo que huela a su familia; poner agua; no darle de comer 4 horas antes del viaje; cansarlo antes de ir al aeropuerto; asegurarnos de que hace sus necesidades antes de volar; evitar fechas con mucho tráfico en los aeropuertos y vuelos con escala; y elegir vuelos en las horas del día con las temperaturas más suaves. Y, aunque nos cueste, en el momento de entregarlo a la compañía hay que mostrarse contento para transmitirle confianza. Cuando subamos al avión, debemos notificar a la tripulación que viajamos con un perro para que nos confirmen si ha subido a la aeronave antes de partir.