En la mayoría de España es obligatorio vacunar a los perros para protegerlos de la rabia, deben cumplir con su calendario de vacunación y siempre llevar el distintivo actualizado a mano (incluído en su correa, collar, o en tu documentación de bolsillo). Las únicas comunidades que no exigen esta obligación son Catalunya y Euskadi. En el caso de Galicia y Asturias sólo se exige a perros PPP (potencialmente peligrosos). Sin embargo, esto afecta también a los perros en tránsito, si viajas de una comunidad donde la vacuna no es obligatoria a otra donde sí lo es, tu perro debe estar vacunado.
Muchas personas dudan sobre vacunar o no a sus mascotas, pues España es desde 1978 un territorio libre de esta enfermedad, y los casos que se han identificado son muy aislados. Sin embargo se trata de una enfermedad tan antigua y letal que existen restos documentales de su actividad desde el antiguo Egipto, y sigue viva muy cerca de nuestras fronteras: el norte de África sigue padeciendo la rabia como una pandemia, y cada cierto tiempo se detectan casos en Melilla.
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Una enfermedad que salta a los humanos
Los animales no son los únicos a los que se pretende proteger con la vacuna, pues el rabdovirus se transmite entre los mamíferos y puede saltar muy fácilmente de perros a humanos mediante un simple arañazo o la saliva del animal en una mordedura. Se trata de un virus neurotropo, es decir, que afecta al sistema nervioso, pero lo hace lentamente, por lo que no sabremos de forma instantánea si un perro ha sido contagiado o si nosotros mismos lo estamos. Primero afecta a los nervios periféricos de la zona del contagio, y lentamente llega al sistema nervioso central. La médula espinal es la primera en ser atacada, y luego se instala en el cerebro. La muerte es el resultado final en todos los casos, por eso se trata de una enfermedad tan temida, porque resulta mortal en el 100% de los contagios.
Es cierto que en España el nivel de casos de rabia son muy pocos, pero la única forma de mantenerlos así y que la enfermedad no avance es la vacunación. En el resto de países donde no existe vacunación obligatoria los números son muy alarmantes. La mayoría de los casos se dan en África y Asia, donde los datos oficiales hablan de un total de 60.000 muertes al año de personas provocadas por el contagio de rabia desde animales, pero son estadísticas poco fiables porque proceden de ámbitos con poco control.
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¿Existe un un tratamiento?
Sí existe un tratamiento, pero solo es efectivo en casos en los que un animal infectado contagia a otro (o a un ser humano) y se sabe a ciencia cierta desde el principio que el primero tenía la rabia. Es decir, el tratamiento hay que aplicarlo desde el primer momento en el que se produce la mordida o el arañazo de rabia en el cuerpo del nuevo infectado, no hay tiempo que perder. Sin embargo, como el proceso de incubación de la enfermedad es lento, si no se conoce ese dato, la rabia empieza a afectar al sistema nervioso y una vez que alcanza la médula es imposible revertirlo.
Si sospechamos que un animal o una persona acaba de ser contagiado de rabia, se debe lavar la herida muy profundamente con agua y jabón, en la zona superficial, y con povidona yodada en la zona más profunda. Si los médicos o veterinarios determinan que es una herida con rabia, se deben administrar anticuerpos (inmunoglobulinas antirrábicas) de distinto tipo si el paciente es un animal o un humano, y posteriormente la vacuna antirrábica.
El futuro de la rabia pasa por los murciélagos
Mientras que la enfermedad no se erradique en todo el planeta, seguirá siendo peligrosa, y eso depende en gran medida de los territorios donde todavía no se ha establecido la obligatoriedad de la vacuna. En el caso español, que en Catalunya, Euskadi, Galicia y Asturias no sea obligatorio es un peligro más grave de lo que parece pues la rabia no solo se contagia entre perros, también los murciélagos pueden transportarla. El caso de los quirópteros es muy peligroso porque vuelan y no existe un control sobre ellos, por lo que pueden adquirir hasta 15 tipos distintos de virus rábico y no presentar síntomas ni incrementar su mortalidad, pero sí contagiarlo. Son, lo que los expertos denominan: una especie reservorio, pues mientras que todos los perros pudieran estar vacunados, ellos seguirían perpetuando el virus durante varias generaciones.
Las Naciones Unidas desde varios de sus organismos (OMS, FAO, OIE y la GARC) lanzaron el Plan contra la rabia en 2018 con el objetivo de llegar a erradicarla en 2030, lo que pasará por aumentar la vacunación, obligando desde las normativas de cada país a la población a inocular la vacuna en sus mascotas, y a mantener de forma más rígida y fidedigna un sistema de registro y chips para los animales, que permita hacer un seguimiento exhaustivo de aquellos que se han vacunado y los que no.
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