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Hábitat

Curiosidades sobre el Urogallo: el ave que ‘procede’ del toro

Hace siglos que el urogallo se convirtió para el ser humano en un ave enigmática que poblaba los bosques de la cordillera Cantábrica (y Escandinavia), su nombre le define como un 'toro con alas' ¿qué hay más mítico que eso?


Actualizado 16 de junio de 2022 - 17:09 CEST

Cuando hablamos del urogallo nos viene a la mente inevitablemente que nos referimos a un ave distinta a las demás, casi como si fuera un animal mítico y poco común, como los unicornios. Esto es casi real, porque esta especie ha pasado de ser una especie amenazada a estar en peligro crítico de extinción. Si no lo evitamos, dentro de poco serán tan raros de ver como los unicornios.

Un ave de la época glaciar

Lo que hace tan especial al urogallo y la convierte en un ave mítica es el hecho de que procede de la época glacial, de ese mismo espacio de tiempo proceden los mamuts lanudos, el perezoso gigante y los leones cavernarios. Si has visto la película de animación Ice Age podrás hacerte una idea de lo remota que es para nosotros.

Ten en cuenta que eran aves que vivían en los hielos, pero que una vez que se fundieron quedaron esparcidas en zonas aisladas, por eso hay colonias de urogallos en toda la Cordillera Cantábrica y Pirineos, pero también los podemos encontrar aisladamente en el éste de Siberia. Su presencia hace un arco, desde Asturias hasta Siberia, pasando por Escandinavia.

¿Es un toro o una gallina?

Puede que te llame la atención su nombre. ¿Sabes lo que es un uro? Es un tipo de toro extinto desde 1627. Antes de su desaparición los seres humanos encontraron una similitud importante entre el aspecto y el sonido que emitían ambos animales.

El mugido del uro y el sonido que produce el urogallo son similares, así se bautizó a éste último con su prefijo, dando a entender que esta ave es su equivalente. Además, el urogallo presenta claramente una apariencia fornida y robusta, y su color negro le asemeja aún más al toro del que toma el nombre.

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El urogallo se marcha de España

Actualmente se considera que en España viven menos de 1.500 ejemplares de urogallo. Según un informe del Consejo de Administración Forestal éste ha disminuido en un 45% en los últimos 20 años, y su situación ya era crítica hace décadas, por ello se le lleva protegido por ley desde 1979, año en el que se prohibió su caza, y en 1986, que se le incluyó en el catálogo de especies protegidas para todo el territorio nacional. Pero ni así se ha logrado detener su desaparición, es más, la evolución de su extinción es absolutamente dramática e inminente.

Si no se le caza, ¿por qué desaparece?

El motivo de la desaparición del urogallo no es tanto la caza, aunque los informes apuntan que aún hay cazadores furtivos que acaban con decenas de ejemplares anualmente. La razón es más compleja de atajar, pues el urogallo probablemente se convertirá en una víctima del cambio climático y de la mala gestión humana de los bosques.

El hábitat en el que vive se ha destruído o fragmentado, es decir, las zonas de bosque son más pequeñas y tienen menos calidad. Además, la subida de las temperaturas hacen difícil su supervivencia en la Península, y los pocos ejemplares que quedan en España tienden a migrar hacia Escandinavia.

Como respuesta a esta situación, Asturias ha puesto en marcha en el Parque Natural de las Redes un Museo del Urogallo que, además, impulsa un centro de cría donde se darán las facilidades necesarias para que los urogallos puedan permanecer en la zona, aunque sea en cautividad. El proyecto lleva activo desde 2008, pero todavía no ha conseguido un cambio significativo en las colonias de urogallos de la zona.

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Un ave tímida, pero amiga del ser humano

Cuando los urogallos se relacionan con los seres humanos no muestran especial reticencia, tal vez ese es uno de sus problemas: son confiados y sociables. Sin embargo, les gusta vivir en intimidad y no son capaces de desarrollarse socialmente con sus iguales si hay distracciones en su entorno.

Para reproducirse, el urogallo necesita que su hábitat esté protegido del bullicio humano. Es un ave que realiza un ritual de apareamiento muy sofisticado y complejo, le gusta subirse a la copa de un árbol o a una roca elevada y cantar con su mugido de uro, lo hace incansablemente, mientras salta y aletea para llamar la atención de la hembra. Lo cual es difícil de sostener en un ambiente natural poco profundo, con humanos y con más depredadores de los que había en una época más próspera, antes de los primeros efectos del cambio climático.

El ser humano ha fomentado el declive de esta especie invadiendo su entorno natural, talando el bosque e irrumpiendo con carreras de montaña precisamente en la época de celo de estas aves. Una vez que la cadena trófica del bosque ha sido modificada por el cambio climático, las especies que conviven en la naturaleza deben buscar su equilibrio, y los depredadores necesitan ampliar el abanico de presas a las que atacar. Por ello, la vida en el bosque se ha vuelto más dura en la medida en la que se ha reducido en número de especímenes de cada especie, e incluso muchas han migrado buscando un ambiente menos cálido.

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