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Qué hacer si muere tu mascota

Aunque la muerte de nuestra mascota es una sombra que nos sobrevuela desde el mismo día que llega a nuestra casa, qué hacer cuando terminan sus días sigue siendo un proceso al que no queremos enfrentarnos y que nos obligará a tomar decisiones.


Actualizado 1 de junio de 2022 - 13:48 CEST

Cuando una mascota entra en casa la vida en familia ya no vuelve a ser la misma: es muy fácil que los animales se conviertan en parte irrenunciable de nuestro círculo de confianza, ellos nos enseñan a dar a amor sin esperar nada a cambio, y esa enseñanza cala sin que casi nos demos cuenta. Sin embargo, la esperanza de vida de las mascotas pocas veces supera la década y media, será la ley de la naturaleza la que marque el tiempo de nuestra felicidad.

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¿Por qué los seres humanos nos empeñamos en vivir con mascotas y darles todo nuestro amor? Esto tiene una explicación muy sencilla y que apela a nuestro raciocinio más primitivo: el ser humano es un animal gregario, exactamente igual que nuestro mejor amigo del reino animal: el perro. Esto implica que una vez que una mascota se hace común a nuestro día a día: la consideramos parte de nuestro círculo más estrecho, es decir, parte de la familia.

Pocas mascotas viven más de década y media

Esto ocurre así, aun cuando la mascota que elegimos no sea gregaria, como es el caso de los gatos, también con ellos nuestro comportamiento y percepción familiar sigue comportándose con instinto de manada, y tendemos a considerar parte de nuestra familia a todo aquel ser vivo que conviva bajo el mismo techo e interactúe con nuestra parte más emocional.

Por eso mismo, el amor y la relación que mantenemos con nuestras mascotas va mucho más allá. Aquello que les pasa nos alegra o entristece, y el desenlace fatal del fin de sus días nos trastoca como la muerte de un ser querido cercano, porque de hecho lo son. Así, la longevidad y las causas de muerte de las mascotas son una de las variables más importantes a tener en cuenta cuando abrimos nuestra vida y nuestra casa a una mascota.

Muchas personas que han convivido con perros, gatos y demás animales consideran no querer volver a tener mascota una vez que ésta ha fallecido: porque abrimos nuestro corazón para ver como luego éste se rompe, pues pocas mascotas son capaces de acompañarnos hasta el fin de nuestros días (si acaso algunos tipos de tortugas).

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Los trámites de la muerte

De cuál sea la causa de la muerte de nuestra mascota dependerá cómo gestionar este proceso. Si fallece atropellado, por ejemplo, se considerará un accidente de circulación y la gestión de este suceso podría implicar a la Policía y al seguro. Sin embargo, una vez realizada la parte administrativa, el cuerpo de la mascota irá con nosotros.

Por otro lado, cuando la causa de la muerte sea natural y ocurra en el hogar, una opción es contactar con el ayuntamiento, algunas ciudades tienen un departamento integrado en la limpieza de la urbe que puede hacerse cargo del cuerpo, sin embargo ésto no ocurre en todo el territorio nacional. Otra opción es contactar con el veterinario, pues en todo caso éste también deberá ser notificado de la muerte del animal para gestionar el aviso al registro de mascotas.

Sea accidente o muerte natural en casa, al recurrir al veterinario como intermediario podemos optar por varias opciones que él mismo nos explicará y facilitará. Como en el caso de los humanos, podremos elegir entre el entierro o la cremación. En ambos casos, este servicio lo ofrecen empresas externas al veterinario que se ocupan de todos los pasos a seguir, tanto de reservar un espacio en un cementerio de animales como de realizar la cremación y facilitar a la familia las cenizas resultantes.

Los costes de incineración o entierro varían mucho en función del tipo de animal, su peso y dimensiones, y de la región en la que se demanda el servicio funerario. Una cremación puede costar unos 250 euros, y un entierro llega hasta los 600 euros.

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¿Tenemos libertad para hacer lo que queramos?

Surge una duda: ¿podríamos quedarnos con el cadáver de nuestra mascota y enterrarla en el jardín de casa, en una parcela en el campo de nuestra propiedad o en una zona boscosa de carácter público?

La nueva Ley de Bienestar Animal aprobada por el Gobierno define por primera vez a los animales como seres sintientes, y por tanto ya no son cosas ni posesiones, ésto es así porque la ley reconoce que los animales son seres sintientes, sin embargo una vez que la mascota ya no tiene vida, se podría entender que deja de sentir y que su cuerpo ya no tiene este estatus. Tenemos el derecho de disponer de su cuerpo una vez muerto, digamos que al fallecer sí nos “pertenece”, pero no podemos hacer con él cualquier cosa.

Podríamos desear disponer del cuerpo de nuestra mascota para disecarlo, para lo que no habría falta informar de ninguna manera ni dar parte a nadie, más allá del hecho mismo de informar de su muerte al registro. Sin embargo, no podemos enterrar una mascota en un terreno que no cuente con los permisos y licencias pertinentes, aunque éste sea de nuestra propiedad, esto es debido a que los cuerpos sin tratar, al descomponerse, pueden generar una reacción en cadena en el sustrato y generar un problema de salud pública.

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