Pensar en los parásitos hará que descubras que existe un mundo invisible que acecha en cada rincón. Sin embargo, si tu mascota tiene todas sus revisiones y vacunas en regla no habría de qué preocuparse. Extrema las precauciones, sobre todo con la llegada del calor, que es cuando los parásitos hacen su agosto, nunca mejor dicho.
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Sin embargo, en los perros es más fácil de prever cuándo podrían estar expuestos a estos parásitos. Una escapada al campo o un día de juegos en los que chapotea en una fuente pública: sin duda su cuerpo está expuesto a todo tipo de peligros invisibles. ¿Pero qué pasa con los gatos? Si no salen de casa y no interactúan con otros iguales ¿de dónde vienen sus parásitos?
Un mundo invisible de peligros acechantes
Lo cierto es que las amenazas no pierden oportunidad, los mosquitos son posibles portadores de parásitos. Mientras que nuestro sistema inmunológico es suficientemente fuerte para plantarle cara a cualquier intruso interno, y nuestra higiene diaria marca la distancia necesaria para cualquier parásito, los gatos no tienen ni tanta suerte ni tanta calidad en su higiene.
Un mosquito que entra por la ventana puede ser, simplemente, el desencadenante de la implantación de un parásito en tu gato. Pero también puedes traerlo tú de la calle, en tu ropa. A ti no te hará daño, tú no eres un hospedador útil, pero de ti puede saltar a tu mascota. En ambos casos, resultaría muy difícil realizar un protocolo doméstico de higiene: sería imposible cambiarte de ropa nada más llegar a casa y lavar hasta el más recóndito poro de tu piel. No, la solución es llevar al día las protecciones del gato, su vacunación, pipetas, collares y pastillas antiparasitarias internas.
Por su lado, los perros lo tienen mucho peor, sin embargo tienen como ventaja que su higiene es algo mayor, pues permiten darse un baño y que les ayudemos con la higiene mucho más y a mayor profundidad que a los gatos. Sin embargo, no debemos pasarnos con su higiene “artificial”. En el punto medio está la virtud: una higiene con jabón demasiado reiterada puede acabar con su capa protectora natural. De hecho, eso pasa también en humanos.
Los alimentos y el agua también pueden ser un caldo de cultivo y de contagio. Vigila que el cuento del agua de tu mascota se lave cada poco tiempo, ten en cuenta que al estar en el suelo un bebedero es un recipiente muy vulnerable: pueden caer sobre él todo tipo sustancias, los mosquitos pueden parar a beber y contagiarlo, y los ácaros y demás parásitos pueden ser transportadose incluso simplemente por el aire hasta los cuentos donde tu mascota come y bebe.
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Tipos de parásitos externos
Las garrapatas y las pulgas son los parásitos externos más comunes, ambos son como pequeños vampiros que absorben la sangre del animal, llegando incluso a producirle anemia. Una garrapata puede que no causara demasidos estragos, pero varias pueden sumir al animal en una tortura paulatina y muy molesta: picor y desfallecimiento. Las garrapatas además pueden producir lesiones de piel, y a su vez transmiten enfermedades asociadas como la herlichiosis, babesiosis o enfermedad de Lyme.
Por su parte, las pulgas producen un gran picor cuando se alimentan y succionan la sangre, lo que hace que el animal se rasque de forma insistente. Mientras tanto, pueden abrir la puerta a otros virus, bacterias, protozoos y lombrices, que a su vez habitan al parásito y que se multiplican al entrar en contacto con la mascota.La pulga la causa los sarpullidos e irritaciones cuando impregna al animal de su saliva, en el acto de succión, y ésta vez resulta urticante, produciendo un grano alrededor de la propia picadura.
Los ácaros también son parásitos, aunque siempre los hemos asociado al polvo y somos muy conscientes de que en nuestra cama se cuentan por millones. Sin embargo, estos parásitos tienen su hospedadores favorito en perros y gatos, se alojan en sus oídos o piel, y les producen un picores constantes que identificarás enseguida: no se dejarán de rascar.
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Parásitos internos
Si las pulgas y garrapatas te parecen horribles, los parásitos internos no te dejarán dormir. Sus efectos pueden ser mortales y su forma de establecerse en el hospedador resultan muy agresivas. Existen dos grandes grupos, los nematodos y los cestodos. Ambos son similares, podríamos decir que aparentemente son “gusanos” de mayor o menor longitud. Sin embargo los nematodos son cilíndricos y los cestodos son aplastados.
La longitud puede variar entre el milímetro y los varios metros de longitud. Siendo los nematodos los más pequeños y los cestodos los más grandes. Sus bocas funcionan como ganchos, adhiriéndose al hospedador y alimentándose de los nutrientes que ingiere, robándoselos y produciendo en éste una falta de recursos necesarios para su metabolismo.
Sin embargo, los parásitos no solo son de índole intestinal, también pueden residir en el pulmón o el corazón. El aelurostrongylus abstrusus es el parásito interno más común, los gatos que hacen vida fuera de casa suelen adquirirlo con mucha facilidad, no hace falta tener contacto con la calle, lo pueden contraer en la terraza, el jardín o el rellano y zonas del portal, este parásito se asienta en el pulmón. Por otro lado, el llamado “gusano del corazón” es uno de los parásitos más mortíferos, produciendo en ocasiones la muerte súbita del animal.
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