Antes de preguntarnos si los perros son conscientes o no del paso del tiempo conviene que tengamos en cuenta ¿qué es el tiempo? Por un lado el ser humano asocia el tiempo a una serie de unidades de medida creadas por él mismo que le ayudan a comprender mejor el paso de los minutos, horas o años. ¿Crees que si no existieran estas unidades y no lográramos enumerarlas seríamos conscientes del tiempo como lo somos?
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Antropológicamente hemos organizado nuestra forma de entender el tiempo en función de nuestros propios ritmos (época de aprendizaje, época de crianza, época de retiro…) y también definimos el paso del tiempo y del valor que le damos basándonos en nuestra longevidad: somos animales que podemos pronosticar cuándo llegará nuestra muerte, algo insólito en el reino animal. Vivimos con el yugo de no sacarle suficiente provecho al tiempo, de necesitar más, y de saber cuánto tiempo nos queda para el siguiente amanecer.
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Tan cierto como que el sol sale todas las mañanas
Lo único que nos iguala al resto de animales, y a los perros en concreto, es percibir como el ciclo del tiempo empieza con el amanecer y termina con la noche profunda. De esta manera nuestro reloj biológico ordena nuestras funciones más primarias, el metabolismo, nuestro sueño y hambre, y la necesidad de estar a cobijo o fuera de casa.
Los perros tienen su propia forma de medir el tiempo, y la primera idea que debemos desterrar es que puedan ser conscientes de las unidades de medida: ni la semana, ni el minuto, como comentamos antes: eso son ideas abstractas humanas.
Pero, además, tampoco son conscientes de que existe el pasado, de que viven en el presente y de que luego llegará el futuro. Esto tiene una explicación muy sencilla: los animales en general, y los perros en particular, no tienen memoria recreativa, es decir: no pueden elegir un pensamiento del pasado y sumergirse en él, como tampoco pueden proyectar ideas sobre el futuro. Si tuvieran ese tipo de memoria y proyección tendrían consciencia, que podría definirse como una cavidad de su mente figurativa donde hablarse a sí mismos.
Lo más cercano que tienen los perros para recrearse en el paso del tiempo son los sueños. Diversos estudios han determinado que los canes también sueñan, y lo hacen recordando los acontecimientos pasados, ahí sí generan una percepción sobre el paso del tiempo, en algo similar a un espacio temporal permanente donde todo lo que son y lo que viven se muestra ordenadamente: siendo conscientes de quiénes son y de su entorno a un nivel casi-reflexivo. En este sentido los sueños dejan huella sobre el tiempo, siendo los recuerdos más cercanos los que se les aparecen de forma más profunda y clara.
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Ritmos circadianos: el reloj biológico
La mayoría de los seres vivos tienen un reloj biológico en su interior, el ser humano y el perro también. Cuando hablamos sobre esto debemos referirnos más concretamente a los ritmos circadianos, que son los cambios físicos y de la conducta que se desarrollan de forma cíclica a lo largo de las 24 horas. Es decir, el ritmo del tiempo que nuestro organismo trata acompasar a nuestras necesidades biológicas, a la temperatura y a la luz del entorno.
Estos ciclos circadianos marcan que tras el amanecer, y habiendo permanecido en ayunas toda la noche, nos entren ganas de comer. Y que tras percibir los rayos del sol, nos mostremos enérgicos. Y así pasa el día, de forma gradual, como si de una gráfica contínua se tratara, haciendo que el organismo del perro (y el de cualquier animal) perciba cuánto hace que amaneció, y cuando podrá restar para el anochecer, esa medida temporal es la única universal para el planeta tierra, y tu perro sí la conoce, aunque no sepa desentrañar un reloj de agujas, intuye la hora del día que és tan solo percibiendo la luz y el calor que desprende el sol.
La percepción sensorial: si comes paella será domingo ¿no?
Por otro lado, los perros son animales que siempre buscan patrones, y en su mente hay cientos de reglas creadas y basadas en cómo huele nuestra casa al medio día, o qué tipo de luz entra por la ventana a las ocho de la tarde. El sonido del camión de la basura, que todos los días pasa haciendo el mismo estruendo, y es la señal que necesita tu perro para saber que, en su idioma, son las 2 de la madrugada. Y el olor a palomitas recién hechas le dice que hoy es viernes.
Los perros son infinitamente más observadores que los humanos, porque su increíblemente desarrollado olfato y su agudo oído les sirven como potenciadores para revelar el superpoder de la paciencia y el enorme deseo de formar parte de nuestro mundo. Para eso quieren los perros el tiempo y conocer su medida, para saber acompasar su vida a la nuestra, casi como una declaración de amor: quieren saber a dónde te irás, para acompañarte, qué comerás: para pedirte un poco, y cuanto tiempo falta para que te vayas a dormir, para ponerte ojitos tiernos y que les dejes subir a tu cama. Para eso poco importa saber si es lunes o jueves, o si estamos en el siglo XXV.