Cuando juntamos en una misma casa a un conejo y a otra mascota, que la convivencia sea pacífica o un infierno depende mucho de la personalidad de cada individuo, pero también de la edad en la que se conocen los animales, así como el sexo de cada uno y si están esterilizados o no. Como ves, las variables posibles son muchas y complejas.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que los conejos son presas, saben que lo son, están programados para huir y todos sus instintos giran alrededor de ese hecho. Si conviven como la única mascota en un entorno doméstico, podrán llegar a relajarse mucho y minimizar sus temores, siempre y cuando la casa mantenga un alto nivel de seguridad, tranquilidad y de rutinas que les den seguridad. Sin embargo, introducir otro animal en el esquema familiar no hace sino acentuar los temores del conejo.
Cuando los conejos se muestran agresivos lo hacen como medida de autoprotección, nunca de ofensiva. Su intención no es agredir o estar por encima, sino sobrevivir. Por eso la mayoría de los arañazos o mordiscos que los conejos profieren, sea a humanos o a otros animales, se hacen buscando la escapatoria, bien sea cuando se cogen con demasiada firmeza, durante demasiado tiempo o se los obliga a jugar cuando ellos pretenden salir corriendo.
Perros, descendiente de lobo
Aunque tu perro sea un excelente ejemplar: tranquilo, juguetón y muy bueno, lo cierto es que su nombre científico no lleva a error, los perros son “lupus domesticus”, lobos domesticados, y todos mantienen en mayor o menor medida el placer por la persecución de especies programadas como presas: los conejos.
Lo cierto es que entre todos los animales que podrían considerarse depredadores, el perro es el que mejor se puede domesticar y educar para no perseguir a los conejos, manteniendo así la mejor de las convivencias. Pero nunca te confíes, es más: ten en cuenta que nunca debes dejar a tu conejo solo con tu perro, por dócil que parezca éste. Los perros pueden iniciar un juego, el conejo responder, y acabar cazando al conejo. No es un acto voluntario, para ambos es la ley de la naturaleza: el perro abrirá esta situación tentando al conejo, y este se acelerará cada vez más.
Sin embargo, podemos educar al perro para que la convivencia sea cada vez mejor. Primero presentándole al conejo pero sin tener acceso a éste, oliéndole se irá familiarizando. El conejo debe aprender a sentirse seguro aun cuando el perro esté cerca.
Es importante que el can no sea muy nervioso o muestre un carácter insistente y avasallador. Posteriormente se le debe educar con premios, cada vez que reaccione positivamente con el conejo será recompensado. Si tu perro conoce mandatos clave como “siéntate” o “quieto”, estas normas ayudarán mucho a que la situación se reconduzca si identificas problemas de convivencia.
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Los gatos: el cazador cazado
Depende del tamaño de tu gato, pero pese a que estos felinos son depredadores y tienen un instinto muy agudizado para ir contra el conejo, en ocasiones es este último el que se rebela contra el gato, persiguiendo y tratando de dañarlo. Este es un mecanismo de supervivencia muy evidente, si el conejo cree que puede tener oportunidades reales de defensa, en ocasiones es el primero en atacar. Los gatos y los conejos pueden tener un tamaño similar y fuerzas parejas, por lo que a veces no sabrás cual persigue a quién.
Sin embargo, quien tiene todas las de ganar es el gato, es más ágil y sus zarpas hacen mucho más daño. Nuestro consejo es que jamás dejes a un gato a solas con un conejo. Debes realizar una presentación gradual de ambos animales e ir tanteando cual es la actitud de ambos, si no se dan por aludidos es mejor. Lo más importante es que el gato no emprenda acciones de persecución contra el conejo.
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Hurones: los depredadores naturales
En el entorno en el que de forma natural se moverían los conejos, los hurones constituyen el peligro número uno. Son animales de campo, ambos viven en madrigueras, y uno está programado para ser el azote del otro. Por tanto, dejar vivir en una misma casa a un conejo y a un hurón es la peor idea que podríamos tener.
Es altamente desaconsejable mezclar a estas dos especies, el adiestramiento y educación no es posible. Los hurones pueden atender a ciertos trucos y normas, pero son unos animales muy poco propensos a seguir reglas y su comportamiento siempre es impredecible. Por no hablar de la hiperactividad y la facultad para esconderse que tienen. Por todo ello, no hay nada más aterrador que dejar a un conejo a merced de un hurón.
Cobayas, chinchillas y hámsters
Aunque hay quien confunde a veces a los conejos con los roedores, lo cierto es que no lo son. Sin embargo, sí pueden mantener una relación afable con los animales de esta especie. Cobayas, chinchillas y hámsters son los roedores más habituales en los hogares españoles.
Sin embargo, de entre los tres tipos de roedores, los conejos se llevarán mejor con las cobayas, pues son las más tranquilas. Las chinchillas son más territorialistas y pueden emprender una lucha por el espacio contra el conejo. Por su lado, los hámsters pueden tener miedo a la convivencia por el tamaño del conejo, interpretándolo como a un depredador y generando conflictos.