Una de las palabras que más me cuesta decir cuando hablo de perros es “dueño”. Me parece una idea posesiva, como si fuera un objeto. Nunca hablaría en estos términos de mi hija, por lo que supongo que tampoco debería hacerlo con mi perra. Por eso, cuando escribo sobre dueños de perros suelo usar la expresión “humano de referencia” para referirme a quién tiene el vínculo más estrecho con el animal.
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Pero yendo más allá, esa necesidad de tener a un perro en casa cuando lo que sientes es un amor profundo por los canes podría también verse como un deseo de posesión. ¿Cuántas veces hemos dicho que nos encanta ver como nuestro perro nos recibe en casa? No hay duda de que nos quiere, pero que nos reciba con tal algarabía también es síntoma de que se aburría soberanamente. Nos encanta que nuestro perro esté siempre disponible para dar amor, para acompañarnos en los paseos… De alguna forma, el animal vive a expensas del tiempo que no sobra y del amor que vamos necesitando. ¿Existen otras formas de convivencia?
Acoger un perro en tu vida es otra manera de verlo: dar amor, cuidar a un ser de forma incondicional, presenciar el milagro de ver su recuperación día a día. Tal vez esa sea la versión más inequívoca de amor por los animales.
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Los perros llegan tristes y muy temerosos
Muchos de los perros que llegan a los refugios se comportan de la misma manera: no te miran y no se dejan coger porque no quieren ningún tipo de contacto con humanos, tienen pavor a ser heridos. Este rechazo no lo demuestran con agresividad, al contrario. Lo que quieren es esconderse, meterse por el agujerito más recóndito y desaparecer. Este comportamiento está relacionado con situaciones de maltrato, y es mucho más habitual de lo que cabría imaginar.
Hablamos con Laura Sánchez, voluntaria en la asociación Ladridos vagabundos, un refugio de Granada que lleva más de 15 años trabajando con perros abandonados. Su sede física es muy pequeña, allí tienen apenas a 6 perros, algunos están esperando casa de acogida, otros llevan allí 8 años y saben que nadie les adoptará.
A lo largo del año pasan por esta asociación más de 200 canes, de ahí irán a casas de acogida para curarse, coger confianza y esperar a ser adoptados. El trabajo de los voluntarios es gestionar cada caso de perro abandonado, encontrar una casa temporal y buscar a quien les adopte de forma indefinida. Es un proceso que se repite constantemente, pero cada perro es único, y el coste de esfuerzo y dinero es una inversión diaria.
“Faltan muchos voluntarios, supongo que la gente no tiene tiempo… Cada cierto tiempo lanzamos una nueva campaña para buscar más voluntarios o casas de acogida. No hay requisitos, solo tener ganas y coche (para los traslados al veterinario, si está lejos), los gastos los paga la asociación” explica Laura Sánchez.
Los voluntarios de casas de acogida no tienen como objetivo quedarse con el perro para siempre, aunque a veces ocurre, pero no es lo común. Las casas de acogida tienen a los perros de forma temporal para darle todos los cuidados que en un refugio con decenas o cientos de perros no podrían darles. Es primordial darles compañía, trabajar su confianza y vigilar que su salud mejore. Muchos perros llegan desnutridos y enfermos.
“Yayo llegó hace un año, tenía de todo: era una pura costra, no le veías los ojos, estaba muy inflamado, no oía nada de la inflamación que tenía en los oídos. Después de un año, con mucho tratamiento, ha cogido peso, ahora ladra, no cojea... Hemos descubierto que tiene hipoteriodismo. Ahora se le ven los ojos, aunque hay que echarle sus gotas. Cuando ves cómo ha cambiado en un año no puedes evitar emocionarte”.
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Todos los gastos se sufragan por los socios
“Nunca he visto a un perro atacar a las personas. Vienen con tanto miedo… Llegan mal, muy tristes, débiles y con enfermedades, y es muy gratificante ver cómo en poco tiempo te recibe con alegría y cada vez con más salud. Dedicar tu tiempo a sanar a otros seres es una experiencia incomparable”, comenta Laura.
Todo este trabajo no cuenta con ningún tipo de ayuda pública, no solo en esta asociación, sino en todos los refugios de España. El cuidado y la adopción de los perros sólo es posible gracias a los socios y voluntarios, que dedican su tiempo y contribuyen mensualmente a sufragar todos los gastos.
¿Has pensado en acoger?
No estamos acostumbrados a este formato, pero una forma de “tener perro” podría ser acoger. “Yo recomiendo que antes que comprar, tengas en cuenta acoger, no es necesario ese sentimiento de propiedad del perro, y el cariño que darás y recibirás será incluso mayor. Los voluntarios de acogida generalmente no tienen perro propio, sino que siempre tienen uno temporal, por otro lado eso les da también cierta libertad, cuando el perro actual se ha adoptado quedas liberado durante un tiempo”.
La mayoría de los voluntarios de acogida son estudiantes y personas con tiempo. “Es muy importante no tener un trabajo de 12 horas fuera para poder dar al perro el tiempo y los cuidados que necesita”. El gran problema para la asociación es que en verano los estudiantes dejan la ciudad al terminar el curso, y las familias hacen planes, por lo que el intervalo de julio a septiembre es muy complejo de completar para que los perros tengan una casa donde quedarse.
Lo más importante cuando acoges a un perro es tener en cuenta los cuidados médicos que necesitará, si está en un tratamiento contra la leishmaniasis (que es lo más habitual), es imprescindible tener en cuenta las tomas de su medicamento, y llevar a rajatabla las visitas al veterinario. Todos estos gastos, incluída la comida, los sufraga íntegramente la asociación, las casas de acogida no aportan dinero, sólo tiempo, cariño y esfuerzo.
Un requisito importante para acoger es que la casa sea segura. “Nos encargamos de revisar que no tenga terrazas o huecos entre verjas para que el perro no se caiga. Hay muchos animales que vienen con ganas de escaparse, saltan por la ventana… El perro se escapa y se le encaja la cabeza en los barrotes. Antes de la pandemia se hacía una evaluación muy exhaustiva, íbamos presencialmente a cada casa, ahora lo revisamos por videollamada. Se busca gente limpia, con espacio suficiente. La seguridad es lo más importante”.
El trabajo de los voluntarios es intenso pero muy gratificante. Pero poco a poco el perro va cogiendo confianza, y en cuestión de un par de semanas ya mueve la cola al verte y te recibe lleno de alegría.
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¿El proceso de adopción es tan farragoso como se dice?
Una de las cuestiones que más se comenta acerca de la adopción es lo difícil que resulta superar la criba. “Adoptar exige un gran compromiso, y a veces la gente se lo toma a la ligera, quieren un perro, y lo quieren ya. Queremos filtrar bien para evitar devoluciones, por eso pedimos cumplimentar un formulario amplio, es muy importante que el perro encaje bien en el carácter de quien lo adopta, porque si no se van a desanimar”, explica Laura.
Otra de las quejas de algunas personas que barajan adoptar es el coste de la adopción. En esta asociación como en la inmensa mayoría, no se imponen costes, y los gastos que se exigen están referidos estrictamente a temas médicos: castración, vacunas y chip. “No nos quedamos con nada de ese dinero”.