Si te preguntaran por cuál de tus sentidos es el que más información te aporta, probablemente dirías que, como humano, la vista es el más valioso. Las personas necesitamos todos, sin embargo un estudio realizado por los antropólogos del Instituto Max Planck de psicolingüística determinaron que el ser humano pone más atención, recuerdo y valor en aquello que les entra por los ojos. Sin embargo, las mascotas perciben el mundo de una forma muy diferente, cada especie necesita y valora de forma diferente a casa uno de sus sentidos, y en el caso de los perros el ranking está copado por el olfato.
De entre los cinco sentidos, los perros siempre elegirán el olfato, entre otras razones porque su visión no es muy buena. De hecho habrás visto que muchos perros ciegos no tienen grandes dificultades para seguir con sus rutinas de alimentación, paseo y relaciones (aunque, desde luego, cualquier limitación sensorial lo pone mucho más difícil). Si hablamos de una jerarquía canina de sentidos el primero es el olfato y el segundo el oído.
Los perros no solo huelen aquello que está presente o que les interesa, sino que constantemente están rastreando en su entorno la existencia de substancias, objetos, animales o personas, y son capaces de reconocer su situación en el entorno, saber si están detrás de otro objeto, si está por encima de sus cabezas, o enterrado. De ahí que sean tan buenos policías.
Para ellos olfatear su entorno es el equivalente a nuestra forma de ver, gracias al olfato son conscientes de la posición de las cosas, de su estado, de su procedencia. De esta forma tienen un sexto sentido porque incluso huelen lo que no está presente, el poder de sus trufas les da información mucho más allá.
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Te huele a ti
El olor del humano de referencia es uno de los más profundos recuerdos que tienen los perros. De hecho, se ha determinado en varios estudios científicos que cuando los canes sueñan no sólo lo hacen visualmente (como nosotros) sino que sueñan en un universo de olores en los que predominan el olor de su hogar y el de su humano de referencia.
Por tanto, tu perro conoce y valora de forma muy especial tu olor corporal, es capaz de oler por encima de perfumes o geles. Cuando se alegran de verte, no es tanto por tu aspecto, sino por tu olor. Por ese motivo, cuando regresas a casa tu perro puede ponerse a ladrar desde mucho antes de que llegues a la puerta, ya desde el portal, o en ocasiones desde la calle ya saben que estás cerca.
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Huelen hormonas
Parte de nuestro olor está relacionado con nuestro estado de salud, emocionalidad y alimentación. Los perros son capaces de oler estos rasgos porque sus trufas atraen y diseccionan el olor de nuestras hormonas. De esta forma un perro puede conocer si tenemos miedo, si sentimos excitación o tranquilidad. También si estamos pasando un proceso vírico o si una mujer está menstruando.
Este sexto sentido les prepara para mostrarse empáticos y apoyarnos si es necesario o acompañarnos en nuestra alegría si lo que nuestras hormonas delatan es algarabía. En esta cuestión, como en muchas otras relacionadas con los sentidos y el comportamiento de los perros, nunca se traspasa la barrera del instinto, el perro jamás toma decisiones meditadas, de reciprocidad directa o como consecuencias. Los comportamientos del perro sobre nuestro estado de ánimo o salud son totalmente instintivos.
Huele cualquier cosa rica
Haz el experimento (seguro que ya lo has hecho) de abrir un alimento que sabes que a tu perro le vuelve loco, pero lo abres al otro lado de la casa. Tu perro podría estar traspuesto, y se levanta de un salto, atravesando océanos de deseo hasta llegar a dónde estés, para pedirte un trocito de esa maravillosa delicatesen: aunque simplemente sea una loncha de jamón de pavo sin sal y aparentemente sin sabor, o sencillo pedazo de pan.
Aquellos olores que motivan a los perros son grandes razones para movilizarse, de la misma manera que como humanos podemos sentir auténtico placer admirando una obra de arte, los bellos rasgos de otro ser humano o una coreografía, los perros también disfrutan con el olfato de aquellos manjares que les gustan, aunque para ellos no comérselos no entra en la ecuación.
Guindilla y chiles
Estaremos de acuerdo que morder guindilla es algo de una profundidad tan solo equiparable al infierno en ebullición, ahora bien, su olor tampoco parece tan profundo, y mucho menos de lejos. Sin embargo, los perros tienen en su olfato un don y una maldición, alimentos como las guindillas son capaces de irritar sus vías respiratorias, producirles picor de nariz y una serie de estornudos incesantes. Esto es así porque tanto la guindilla, el chile y el ají tienen un elemento químico llamado capsaicina, apenas perceptible por el ser humano pero de gran poder para los canes.
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