Los perros quieren estar allá donde esté su familia, esto también ocurre en el caso de los gatos aunque en menor medida y midiendo mucho más las distancias. La constatación de que nuestra mascota es parte de la familia se hace evidente cuando muestra curiosidad y ganas por involucrarse. La hora de dormir es primordial para los animales, porque es dónde se generan las relaciones de protección-vulnerabilidad.
Los gatos son animales nocturnos, por los que para ellos la cama no significa únicamente un lugar de descanso por la noche sino que, como habrás comprobado, también montan sus fiestas sobre el edredón y dormir puede resultar una experiencia diversa y confusa. En muchas ocasiones toman la cama como su campamento base, donde consideran que está durmiendo el resto de los seres con los que sienten confianza, pero van y vienen a montar sus batallas por el salón o allá donde vean algo atrayente.
Los perros prefieren la cama
Según un estudio de Embrace a dueños de perros en EE.UU., el lugar donde más les gusta dormir a los canes es la cama principal, donde duerme su humano de referencia. Este dato llega al 53% de los casos, aunque dentro de este porcentaje se realizó una división, el 75% de estos perros prefiere dormir sobre la cama y solo el 25% bajo las sábanas o el edredón. Además, solo un 2% de los perros prefieren dormir debajo de la cama.
Por otro lado, el siguiente lugar favorito de los perros para dormir es su propia cama, con un 20% de los resultados. El siguiente lugar favorito es su propia casita con un 12% y por último dormir en un sofá, sillón o silla, opción que representa el 6%.
De entre los encuestados, el 86% de las personas que duermen con sus perros reconocen que lo hacen abrazados a ellos o en alguna posición de contacto similar: con el can agazapado bajo las piernas, apoyado en la tripa o haciendo contacto contra la espalda. Y el 81% de estos reconoce que el deseo de hacerlo así es recíproco, el perro lo propone pero el humano está encantado.
Todos estos datos explican que cuando algo es innato a una especie, como es el caso del sentimiento de pertenencia de los canes, y produce bienestar o placidez, como de hecho parece producir en algunos dueños dormir abrazados a sus perros, el primer resorte para evaluar si hacemos bien o no durmiendo con nuestras mascotas parece claro, si dormís bien: adelante.
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Y llegan los problemas…
Sin embargo, dormir con un perro puede tener algunos problemas. El más grave es que una vez que le concedemos subir a nuestra cama no debemos alterar esta condición de forma arbitraria. Uno de los conflictos más farragosos con un perro es aceptar que se comporte de cierta manera y variar esa autorización a nuestra propia conveniencia. Una vez que permites que tu perro suba a dormir contigo en la cama no debes contravenir esta decisión, pues estarás provocando en él frustración, incomprensión y a largo plazo esto puede derivar en otros problemas de comportamiento.
Existen tres razones mayúsculas para cambiar de opinión. Que antes durmieras en soledad y ahora tengas pareja. Que vayas a tener un bebé y ahora éste duerma contigo en la cama. O que haga tanto calor en verano que no soportes dormir con tu perro. Para las tres opciones hay que plantear una estrategia a medio plazo si lo que queremos es reeducar al perro a una nueva orden, pues no podemos hacerlo de la noche a la mañana sin generar un conflicto con su educación.
Lo más importante que debemos hacer es tener en cuenta que cualquier castigo o refuerzo negativo (hablarle con enfado) no surtirá efecto y solo ayudará a que la distancia crezca entre vosotros, porque cada vez que el perro recibe un refuerzo negativo pierde un ápice de la confianza que tenía depositada en ti. Por este motivo, debemos compensar su permanencia en otro tipo de lechos, dándole premios cuando duerma allí. Como hemos visto, el porcentaje de perros que duermen en su propia cama no es despreciable, para que se habitúe coloca su lecho muy cerca del tuyo, para que el perro sienta que sigue formando parte de la manada. Cuando duerma allí agradéceselo con chuches.
Otra opción, si no quieres deshacerte completamente de esta costumbre, es hacer comprensible para el perro cuando sí y cuando no está autorizado. Para ello podemos inventar una señal, casi a modo de “bandera” que le haga comprender que sí se puede. Por ejemplo, utilizar una manta específica (con un color, una textura y un olor determinado), y sólo cuando está esa manta el perro puede subirse a la cama, así el perro podrá focalizar que tu decisión no es secreta e inescrutable, pareciendo arbitraria, sino que la manta es el motivo. No te sorprendas si algún día coge con sus dientes la manta, la sube a la cama y ya se siente legitimado a dormir tranquilo.
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¿Es saludable dormir con perros?
Como en casi todo, existen estudios que señalan una cosa y la contraria. Lo cierto es que siempre que el perro esté a gusto y a ti no te suponga un problema, dormir con tu perro no es mortal. Hay quien mantiene que escuchar su respiración (el 58% de los perros roncan) y sentir su calor puede incitar al sueño, pues les genera una sensación de paz. Sin embargo, todo depende del tamaño del perro y de lo cómodo que sea dormir con él: si te despiertas más de tres veces por la noche a causa de sus movimientos aquí hay algo que no funciona, debes aspirar al sueño más estable y reparador posible, y por mucho que te guste dormir con tu perro si esto es un impedimento no hay razón para mantenerlo en la cama.
Por otro lado, se ha hablado mucho de la higiene, pues claramente los perros están trayendo a nuestra cama los microorganismos, bacterias y demás sustancias adheridas a sus patas. Según los expertos, siempre que el perro no regrese de patearse una zona de bosque o la urbe más sucia, los microorganismos que aportará a nuestra cama no son mucho más peligrosos de los que ya tenemos. Eso sí, si el perro duerme contigo bajo las sábanas, es importante mantener un ritmo de cambio de la ropa de cámara superior al habitual.