La razón principal por la que los perros son las mascotas más extendidas en el planeta es que representan a la perfección lo que las personas entendemos como sentimientos o compañía. Son animales muy sociables que establecen con los humanos una relación estrecha en la que se involucran como si fueran un miembro más de la casa, porque de hecho lo son.
Ahora con la nueva Ley de Bienestar Animal aprobada por el Congreso se otorga a los animales la categoría legal de seres sintientes, lo que quiere decir que incluso desde un punto de vista oficial se reconoce que las mascotas tienen sentimientos y que sus relaciones con el entorno están enlazadas por vínculos de amor, compañía y respeto.
Sin embargo, si analizamos de forma pormenorizada qué significa el comportamiento de los animales, y en concreto el de los perros, para descubrir qué significan realmente sus sentimientos o emociones, puede que nos sorprendamos al descubrir que no todo tiene una traducción literal a nuestra forma de concebir el amor, el miedo o los celos. Es más, puede que como seres humanos no hayamos comprendido nada de lo que realmente quiere decirnos nuestro perro.
El amor no significa amor
Lo más interesante de analizar el comportamiento animal es que nos sirve de excusa para comprender mejor nuestra propia forma de comportarnos como seres humanos, y el sentido que le damos nuestras emociones. Las personas decimos te quiero, y sentimos el amor en el pecho, pero por mucho que lo percibamos con el corazón y se trate de una emoción sincera e incontrolable, se trata de un sentimiento racionalista porque siempre apela a una promesa de futuro.
El amor del ser humano se proyecta en el tiempo y hace referencia a un sentimiento de unión, permanencia y pertenencia a largo plazo: te querré siempre, no me dejes, no me olvides, ¿me quieres?... Todas estas frases definen muy bien que cuando amamos lo que estamos deseando es que no termine y que sea correspondido. Necesitamos confirmación, tiempo y reciprocidad. Si no, no es amor. Decir te quiero significa: ¿recuerdas que estamos juntos? ¿eres feliz? ¿lo serás mañana?
Ante la pregunta de si los perros sienten amor, si lo comparamos con lo que para nosotros significa el amor, la respuesta es no. Los perros sienten plenitud, equilibrio, paz y diversión. Todo eso junto lo viven en el ahora, y jamás proyectan a futuro, como tampoco son capaces de retrotraerse al pasado, de necesitar la seguridad de que es un sentimiento recíproco y en ningún caso asumen que el amor sea pertenencia. Si tu perro pudiera hablar cuando siente amor, lo que diría sería: “me siento cuidado, confío en ti, me siento en equilibrio, me divierto: y como soy feliz ahora y tú eres el responsable, te quiero”.
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Duelo y depresión
Hemos visto muchas veces a perros que tras la muerte de su dueño entran en depresión, le buscan, acuden a los lugares que suelen frecuentar y, en conjunto, demuestran algunos de los síntomas de lo que podría ser una depresión canina.
Los perros no pueden permitirse sopesar ideas, recordar de forma voluntaria ni retrotraerse al pasado o a recuerdos que les produzcan tristeza o añoranza. Por esa razón, sería muy atrevido determinar que un perro recuerda a su dueño y que entra en una dinámica depresiva o en un proceso de duelo.
Lo que ocurre en estos casos es que, al tratarse los perros de animales muy vinculados a los hábitos, las costumbres y las rutinas, cuando su dueño ya no está se sienten desconectados.
Los perros realizan continuamente ajustes y evaluaciones instintivas sobre si aquello que están viviendo pertenece a la rutina o no. Cuando un perro vive con un dueño, y esa relación es estable: el perro se siente equilibrado, goza de momentos de disfrute (jugando, comiendo, estando en paz), y cuando su persona de referencia desaparece y todos sus ritmos se modifican, lo que el perro está experimentando no es duelo ni depresión, sino estrés: confusión.
El estrés está relacionado con la ruptura completa de los hábitos del perro, así el animal no sabe a qué acogerse, los olores cambian, los tiempos son distintos, la voz que solía escuchar ya no está. Como seres humanos nosotros personalizamos el duelo y vemos en el comportamiento del animal una lealtad a un individuo concreto que se transforma en tristeza, pero lo que realmente le pasa al perro es que se siente como pez fuera del agua y no comprende nada de lo que está pasando, y eso le sume en el retrotraimiento y la duda, buscando volver a su rutina.
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Miedo e inseguridad
No hay nada más complicado de gestionar que un perro con miedo. Porque los animales no pueden razonar, la inmensa mayoría de los casos en los que un perro tiene miedo, no logra comprender ni remotamente la razón por la que siente esta emoción. Lo cual pone muy difícil ayudarle a superarlo e incluso no sufrir las consecuencias.
La forma en la que los perros afianzan sus miedos tiene que ver también con la repetición y los hábitos. Existe un resorte en sus mentes que pone vetos a lugares, situaciones y personas en función de si alguna vez el perro experimentó temor. Técnicamente “miedo” no sería la palabra, para ser más exactos estaríamos refiriéndonos a “peligro”, y la consecuencia es tratar de escapar de todo aquello que le recuerde a ello.
Los perros que sienten miedo, están siendo avisados por su mente de que ante una situación similar pudieron haberse visto en problemas, inseguros, molestos o simplemente solos. Teniendo en cuenta que la soledad es un estado anti-natural para un animal tan sociable y de manada como lo son los perros, incluso el mero hecho de estar solo se puede transformar en una situación ante la que tener miedo.
Posesión y celos
Es muy común que cuando nos acercamos a otro perro, el nuestro se muestre celoso y trate de demandar nuestra atención con mayor ahínco a si estuviéramos solos con él. A esta actitud se le traduce como celos, sin embargo de nuevo estamos trasladando nuestra forma de entender el mundo al perro.
Los perros son animales de manada, su estado natural es estar acompañados, y la mayoría de las acciones que realizan las hacen por imitación, porque es la forma en la que la manada se mueve unida. Si un perro con el que juega decide ir a la derecha probablemente el nuestro también. Si tú bostezas, él también. Si un perro ladra, él también. Si un perro sube sobre ti y juega contigo, él también. No son celos, es repetición.
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