Uno de los gestos más característicos de los perros es el bostezo, tal vez porque sus grandes fauces de forma triangular les convierte en pequeñas bestias cuando abren la boca mostrando todos sus dientes.
Estos bostezos caninos son muy comunes y pareciera que no atienden a nada en particular, pues no siempre parecen tener sueño, sino todo lo contrario. Muchas veces bostezan cuando están en pleno juego, disfrutando o aprendiendo. También es posible que te hayas dado cuenta de que cuando tú bostezas, tu perro puede verse interpelado y bostezar también. ¿Qué significan todas estas situaciones?
Estrés o ansiedad
Cuando tu perro bosteza puede deberse a que está nervioso. Probablemente podrás empatizar con él si recuerdas situaciones en las que tú también te sentiste así. Es un mecanismo de los mamíferos muy común: el cerebro se siente colapsado en ciertas situaciones de miedo y necesita desestresarse. En ese momento surge el bostezo.
Cuando bostezamos estamos moviendo los músculos de la cara, estamos propiciando lo más parecido a una limpieza de cualquier anquilosamiento de los músculos faciales, y con el bostezo surge la inspiración profunda. Entra en nuestros pulmones una gran cantidad de aire que impacta en nuestra consciencia, nos despeja físicamente, porque regenera el ritmo de la respiración, y esa forma de despejarnos también afecta al cerebro, que recibe una bocanada de oxígeno.
Se ha demostrado que el bostezo es una herramienta instintiva, tanto del ser humano como de otros mamíferos, como los perros. Al bostezar estamos aplacando el bloqueo mental y físico que nos produce el estrés, oxigenádonos para poder tomar decisiones y, en el caso más primario de los animales: sobrevivir ante momentos de terror.
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Cansancio
De la misma forma que el bostezo es una forma de refrescar nuestro cerebro cuando sentimos un bloqueo mental por estrés o ansiedad, realmente el objetivo prioritario de todo bostezo, sea humano como canino, es despejarnos: quitarnos el sueño. Por eso, cuando el cerebro percibe un estado somnoliento pero que, sin embargo, la mente parece no querer desconectar porque está ocupada en otras cuestiones, es el cerebro el que envía un mensaje a los músculos para que pongan en marcha el bostezo.
Como en la oxigenación para aliviarnos del estrés, el bostezo también cumple su función ayudando a los perros (y a los humanos) a despertarse y a escapar de la somnolencia. Al bostezar se está ejercitando la mandíbula e introduciendo una cantidad notable de aire en los pulmones que posteriormente se insuflarán al torrente sanguíneo como oxígeno.
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Confusión
Una vez que conocemos el mecanismo básico del bostezo, que consiste en despertar al mamífero y conseguir que esté más concentrado y sagaz, podemos entender mejor que en los momentos de confusión del perro éste puede sentir la necesidad irrefrenable de bostezar. Esto ocurre en sesiones de adiestramiento en las que el animal puede sentirse contrariado por el volumen de información que se le explica y los estímulos que recibe.
Si un perro empieza a sentir que está perdiendo el control de la situación, que la cantidad de estímulos es desmedida y que no está a la altura de las circunstancias, porque por ejemplo estamos esperando de él que se comporte de una forma determinada, le animamos una y otra vez, le presentamos refuerzos, y seguimos con esa tarea sin que él se sienta capaz de comprendernos, el bostezo emerge como instinto de superación, para él es un aviso de su cerebro que le dice “venga, céntrate”.
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Tu perro bosteza porque tú también lo haces
Aunque tanto perros como humanos podamos tener razones muy similares para bostezar, un estudio de la Universidad de Tokio ha demostrado que en muchas ocasiones los perros bostezan por solidaridad con sus humanos de referencia.
Como habrás percibido, tu perro quiere acompañarte a todo lo que hagas. Si te vas a la cama, él también. Si comes, él también. Si vas al aseo, él también. Razón de más para que si él te pilla bostezando considere que es buena idea que él también bostece. Es para él una forma de decirte: somos colegas, formamos parte de la misma manada.
Este hecho resulta aún más sorprendente si tenemos en cuenta un estudio de la Univesidade do Porto (Portugal) que descubrió que los perros son capaces de reconocer sonoramente el bostezo de sus dueños, discriminando otros bostezos de persona aleatorias, y no solo eso, sino que la respuesta de los canes seguía consistiendo en bostezar empáticamente, aunque no vean a su dueño, sólo le escuchen.
Según este estudio liderado por Teresa Romero, se razona el hecho de que los perros demuestren empatía sobre el bostezo humano, se trata de una cuestión de comunicación no verbal evolutiva, en la que las manadas o los grupos de mamíferos que forman un grupo se comunican de forma instintiva y no consciente. De esta forma, si uno siente miedo, ansiedad o sueño, y su organismo decide que es momento de oxigenarse, los demás miembros de la manada, para prevenir que a ellos también les ataque la ansiedad, la confusión o el miedo: también bostezan, para defenderse como grupo de aquello que le afecta a uno solo.
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