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Estas son las 5 posibles relaciones con tu gato

Un estudio de la Universidad de Lincoln ha identificado hasta 5 formas de relacionarnos con nuestros gatos en función del grado de apego que como humanos hemos desarrollado con el resto del mundo.


Actualizado 1 de marzo de 2022 - 11:17 CET

Los gatos tienen la fama de distantes, demasiado independientes y algo egoístas en sus relaciones con el hogar. Sin embargo, si tienes gato sabrás que eso no es así, o por lo menos no siempre. La relación que podemos tener con nuestro gato puede ser muy diversa y depende de muchos factores, pero lo cierto es que estos felinos no son tan fríos como se les define.

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La hipótesis que pusieron encima de la mesa un grupo de investigadores de la Universidad de Lincoln, en Reino Unido, es que la relación que tenemos con nuestro gato no solo es su responsabilidad y el resultado de su pasado atávico (de sus genes felinos), sino que cómo nos relacionamos con nuestro gato hace recaer la responsabilidad directa sobre nosotros.

Como humanos de referencia de su pequeño mundo nosotros marcamos el ritmo del gato: ofrecemos incentivos, atención, seguridad, rutinas y sentimiento de pertenencia. Depende de cómo nos relacionemos con él, así estaremos marcando el tono de nuestra relación: su comportamiento con nosotros.

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Un estudio y 4.000 gatos

Por ese motivo se realizó un experimento que aunó los datos de más de 4.000 hogares, rellenando un test acerca de la relación con sus gatos, donde se pudo analizar y posteriormente determinar que existen 5 grandes grupos o personalidades relacionales que definen de forma clara y general cómo es nuestra vinculación con nuestra mascota, y cómo los gatos pueden ser percibidos por sus dueños en función del grado de dependencia, interacción y reciprocidad.

Uno de los resultados más interesantes de esta investigación estriba en que la relación que tenemos con el felino es un espejo sobre nosotros mismos, y si nuestra forma de ser es independiente, el gato se hará partícipe de esa tónica y potenciará su propia independencia. Si por el contrario nosotros somos proclives a relaciones más cercanas, el felino no se evade de esta situación y puede acabar desarrollando rasgos de comportamiento a favor de nuestras necesidades y costumbres, asimilando más cercanía de la que se esperaría de su especie.

Relaciones similares a las de una pareja

Los investigadores de la Universidad de Lincoln, encontraron cierto paralelismo entre las relaciones con los gatos y las de una pareja. Pues las dinámicas de convivencia acaban pareciéndose al generarse, o no, vínculos de dependencia. De ahí que los nombres que les pusieron a estas relaciones sirvan también para etiquetar relaciones de pareja: abiertas, casuales o a distancia.

Este estudio tiene unas bases muy profundas sobre el apego humano, que marca realmente todas las relaciones sociales que establecemos, y la necesidad o no de sentirnos queridos, comprendidos y acompañados. Esto marca, según el estudio, las distintas motivaciones personales para tener gato.

¿Por qué tienes gato? ¿Qué relación de apego demuestras?

Como decíamos, este estudio no evalúa al gato, sino que realmente está poniendo el foco en los humanos y en las relaciones de codependencia que establecemos. Cuando tenemos mascota estamos aceptando, de forma clara e inequívoca, que queremos formar parte de un grupo en el que por lo menos hay dos seres: el gato y tú. En ese grupo se desarrolla primero una necesidad del humano frente a la mascota que nos lleva a pensar ¿por qué quieres tener un gato en casa?

A las mascotas antes se las denominaba de forma más habitual “animales de compañía”, y esa es la raíz por la que accedemos a convivir con un animal, porque queremos ser partícipes de su compañía, ahora bien: ¿qué tipo de compañía?

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1. Relación de codependencia

A un extremo de la graduación de cinco las relaciones posibles humano-gato está la relación de codependencia, que está definida como un vínculo de compromiso emocional mutuo, en la que el gato se siente completamente afianzado con su dueño, pero que no acaba de sentirse seguro con los demás.

En este sentido, cuando el gato no presenta barreras con su humano de referencia, se muestra cariñoso, juguetón y siempre atento de tus actos, pero se cierra en banda a ser partícipe de las interacciones con otros humanos. Así, se acaba identificando en el gato un sentimiento de necesidad de ser protegido, el gato busca seguridad y se guarece para ponerse a salvo, por lo que se hace dependiente del humano de referencia ante el resto de relaciones con humanos e incluso otros gatos.

Este tipo de relación se define por personas que pese a tener un comportamiento cercano y con un buen grado de cariño, no se prodigan demasiado. El gato, de hecho, desconfía de las visitas porque no suelen venir a casa. Este tipo de dueño es proclive a tener relaciones de apego muy intenso, parejas con distancias muy cortas y un nivel de empatía muy alto en la pareja pero con pocos vínculos hacia el exterior.

2. Relación de amistad

Esta es la relación más saludable, pues implica un acercamiento positivo pero no de dependencia. El gato acaba desarrollando un grado de cercanía que le integra a la perfección en la clave de amigo o familiar. Esto es fruto de pasar con él el suficiente tiempo de calidad, jugando, atendiendo a sus forma de comunicarse y haciéndole partícipe de las actividades del hogar: la recepción de un invitado o los momentos de relax frente a la televisión.

Este tipo se diferencia del anterior, de codependencia, en que el gato se integra perfectamente con el resto de convivientes y con las visitas. Es más, es el propio felino el que accede voluntariamente a hacer la revisión de las personas que vienen a vernos a casa, les olfatea y revisa, y puede acabar quedándose a jugar u observar sus actividades de humanos, como un miembro más de la familia.

Según el grado de apego del humano de estas relaciones, se podría entender que se trata de personas afables y cariñosas, pero con cierto grado de independencia. La dosis exacta entre cercanía, cariño y cuidado, pero también de extroversión, diversidad en sus planes y espacio personal.

3. Relación abierta

Los científicos de este estudio etiquetaron con este nombre a las relaciones humano-gato en las que no se llega a un nivel de implicación total. Esto está favorecido por una actitud del humano de estar involucrado en la vida del gato de una forma poco profunda: sin infundir demasiado interés en sus actividades o en qué invierte el tiempo. De esta forma, el gato se desliga aún más y acaban siendo convivientes que ocasionalmente coinciden en un mismo espacio.

Este es, de hecho, el tipo de relación más habitual de las personas que tienen gato pero que viven solas y trabajan fuera de casa. Al final la relación con el felino se limita a las primeras horas de la mañana y a las últimas de la tarde. De esta manera el gato pasa mucho tiempo solo, y no acaba de asentar hábitos de dependencia, lo que provoca una relación afectuosa sin llegar a ser profunda.

Se extrae de este tipo de relaciones que la persona desarrolla una forma de relacionarse con las personas de su entorno basada en la independencia, tanto de horarios como de cuidados. Son personas que priman sus carreras profesionales y que valoran la improvisación en sus momentos de ocio.

4. Relación remota

El estudio desprende que el gato siempre va unos pasos por detrás de la dependencia, el cariño o la implicación que nosotros podamos tratar de mantener con él. Es decir, que ante cualquier acercamiento, el gato irá unos escalones por debajo. De esta forma se definieron las relaciones remotas tras analizar los vínculos de personas que no estaban dispuestas a considerar al gato como un integrante de la familia.

Aun comprendiendo que un gato es una responsabilidad y que como ser vivo “conviviente” necesita una serie de concesiones y cuidados, existe un perfil de relación en la que el humano no acaba de traspasar la barrera de la confianza total y no califica al gato de un miembro más de la familia. Esto propicia que el gato se muestre más desligado, menos dependiente.

Este tipo de relaciones se dan de forma cíclica en algunos dueños de gatos. Propiciado por el carácter huidizo que de forma primaria pueden expresar los gatos a la primera de cambio, en diversos momentos de la relación con éste puede que el dueño se desligue casi por completo del animal. Esto define también una relación de apego discontinuo que probablemente se lleve a la práctica en el entorno humano. Sería el típico amigo que va y viene, y a veces se muestra dispuesto a hacer actividades y otras desaparece por varios meses.

5. Relación casual

Cuando una relación remota se lleva al extremo, el gato puede acabar siendo proclive a tener relaciones de afecto o curiosidad con otras personas que no son su humano de referencia: otros miembros de la familia o vecinos, incluso. Los gatos no son animales anti-sociales, sino que delimitan sus vínculos de forma selectiva, pues son amantes de su libertad, pero que su dueño no esté disponible o no manifieste necesidad de compartir tiempo de calidad con el gato no significa que éste no busque afecto fuera.

A diferencia de los perros, los gatos no están llamados a mantener fidelidad a su dueño, por lo que si otro ser humano les sirve de entretenimiento puede darse el caso de que llegue a desarrollar más interés por un miembro de la familia que por su auténtico dueño. Este tipo de relación simboliza casi una desconexión total del humano con su gato, y lo que obtiene es lo mismo pero potenciado.

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