La obesidad en perros es una enfermedad más común de lo que parece. Se calcula que a nivel mundial los perros afectados por este problema oscilan en una amplia horquilla entre el 30% y el 60%. Y también grave. Que un perro esté 'gordo' no es solo un problema estético. Es una patología que tiene asociadas otras dolencias que pondrán en riesgo la vida de tu mascota, además de que su calidad de vida empeorará. Por ello, los expertos insisten en saber detectar el sobre peso en nuestro perro.
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¿Cómo sé si mi perro tiene obesidad?
Muchas veces presentan patrones idénticos a los humanos: una cara más grande y redonda, cuello grueso y graso, pereza a la hora de caminar o hacer deporte, respiración entrecortada, falta de aliento… Además, hay otras características propias de los canes como la dificultad para palpar las costillas al acariciarles el lomo o la ‘desaparición’ de la cintura en función del lugar desde donde les observemos. Si el animal tiene uno o varios de los rasgos anteriores, es hora de ir al veterinario. Ellos utilizan algo parecido al Índice de Masa Corporal en personas para determinar si nuestra mascota es obesa.
"En los canidos utilizamos el índice de condición corporal como herramienta para valorar la existencia de obesidad. Se trata de una escala de puntuación entre 1 y 9, donde 1 sería un perro con emaciación (delgadez patológica) y 9 el máximo de obesidad. Se utilizan como indicadores la palpación de costillas, cintura, y abdomen, siendo la condición corporal de 5 la óptima para la salud del perro, en la que encontraríamos las costillas palpables pero no de forma exagerada, la cintura marcada y el abdomen ligeramente replegado hacia la caja torácica", aclara Joaquín Cerdeira, Director Científico de la Real Sociedad Canina de España (RSCE).
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Factores de riesgo de obesidad
Por otro lado, hay razas de perros que tienen más tendencia a la obesidad. "Tal es el caso de los spaniels (cocker spaniel, clumber), retrievers (labrador, golden, etc ) y bastantes razas de las consideradas braquicéfalas en las que debido, a su especial morfología, podemos encontrar perros con un aspecto más compacto", indica el especialista.
Joaquín Cerdeira señala, además, que la obesidad también es un factor de riesgo en aquellos perros sometidos a esterilización, según los últimos estudios publicados en 2020 y 2021. "La prevalencia de la obesidad canina ronda el 22% de los ejemplares, siendo además importante la falta de concienciación de los propietarios que muchas veces no reconocen semejante condición en su mascota", indica.
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Como tratar a un perro obeso para que adelgace
"Las consecuencias de la obesidad dependerán del grado de obesidad y de la raza, siendo la reducción de la esperanza de vida, diabetes, problemas articulares, enfermedades cardiovasculares, enfermedades respiratorias síndrome BOAS en braquicéfalos), y la formación de cálculos de oxalato en vejiga las más relevantes", alerta el experto de la Real Sociedad Canina de España, quien nos da algunas recomendaciones para tratar la obesidad de nuestra mascota.
- Como si de una persona se tratara, hay que idear un plan. Y un plan puede comenzar por una visita al veterinario, para averiguar si la causa del sobrepeso guarda relación con algún problema médico no detectado.
- Si la respuesta es que no, hay que cerciorarse igualmente si el animal tiene otras dificultades en el organismo que le dificulten perder peso. Un ejemplo son las alergias a ciertos alimentos.
- El veterinario, al igual que el nutricionista, ideará un programa para adelgazar. El programa va a abordar los alimentos a ingerir, el tipo de dulces o golosinas que podremos darle, las veces que el perro debe pasear o hacer ejercicio… Para el éxito de este plan, el veterinario tendrá que monitorear el peso del perro cada tres semanas aproximadamente.
- Hay que establecer objetivos realistas, no imposibles; estos últimos solo frustrarán a criadores y animales. Hay que tener paciencia. Una meta realista es perder el 1% o 2% del peso corporal cada semana: como en el caso de los humanos, los primeros días tendremos la sensación de que la dieta no funciona. La realidad es que ese baremo del 1% o 2% es ideal: ni demasiado rápido ni demasiado lento.
- Buscar apoyo adicional a las visitas al veterinario también es importante. Hablar con los dueños de otros animales que hayan vivido situaciones similares y puedan brindar consejos no solo es útil, sino que aporta apoyo emocional, algo nada baladí. Que se junte con otros perros para jugar apunta en la misma dirección, además del ejercicio practicado.
- Un registro diario de la ingesta de alimentos es muy práctico. ¿No apuntan acaso los humanos lo que consumen? Es una manera de evaluar si el programa funciona. Si no se pierde nada de peso, hay que alterar la alimentación. Si se pierde demasiado rápido, hay que añadir. Informar al veterinario de los avances o retrocesos es relevante.
Por último, hay que tener en cuenta que una pérdida de peso demasiado rápida tampoco es saludable. Adelgazar es algo gradual: no hay que pasar hambre ni extenuarse a hacer ejercicio. El consumo de agua debe ser elevado en todo momento, so riesgo de deshidratación.
En cuanto a la dieta, hay alimentos prohibidos para los perros, como cebolla, chocolate, azúcar y todo tipo de dulces. Cuidado con las sobras de la mesa, a menudo altas en calorías. Entre los alimentos aceptables, están los ricos en fibra pero bajos en grasa: pienso para perros fundamentalmente, pero también la zanahoria, la calabaza cocida o el arroz integral.
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