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Comportamiento

Errores frecuentes en el cuidado de tu gato que pueden desembocar en problemas de convivencia

Tu comportamiento podría estar molestando a tu gato sin tú saberlo. Es importante que tengas en cuenta las necesidades del felino y respetes sus diferencias.


Actualizado 14 de febrero de 2022 - 11:40 CET

Cuando convivimos con un animal debemos tener en cuenta que las costumbres inherentes a su especie y sus necesidades pueden no ser compatibles con, así muchas veces estaremos intentando darle amor o beneficiarlo, cuando en el fondo podríamos estar dándole un cuidado poco correcto o creando un conflicto en su comportamiento. Si tienes un gato en casa, comprender lo que le puede molestar o confundir es primordial para convivir en armonía.

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Existen dos raíces principales para los problemas de cuidado en los animales cuando precisamente creemos estar haciendo lo mejor para ellos. El primero es la personalización del animal: tratarle como a un ser humano, medirle por nuestros estándares y ofrecerle privilegios que no son propios de su especie. El segundo error es el caso inverso: tratarle como a una mascota y no tanto como a un animal doméstico.

¿Sabes que su olfato puede ser una condena?

Los gatos no pueden expresar su opinión sobre lo que ocurre en la casa, y muchas de las cosas que pueden molestarlos o hacer su vida más complicada puede que nunca lleguen a tu comprensión. Para ponernos a su nivel, basta con tener en cuenta la sensibilidad de sus sentidos, por ejemplo: el olfato.

Si comparamos el olfato humano con el felino, tu gato es capaz de oler su entorno con una intensidad 14 veces por encima de la tuya, lo que hace que cualquier olor pueda marcar su día. Este súper poder es muy útil porque es un animal cazador, diseñado para reconocer las pistas de su presa en cualquier entorno y seguir el rastro hasta dar con ella.

Sin embargo, puede ser muy duro para él vivir en un hogar en el que los olores son profundos y le generan un desagrado instintivo. Los gatos son sensibles a ciertos olores químicos, y en especial a los cítricos. Recuerda cómo cuando tú llegas a una cafetería que acaban de limpiar, por ejemplo, y hay un penetrante olor a lejía sientes desagrado pese a que se trate de un lugar que clama estar limpio. Probablemente más de una vez has cambiado tus planes porque el olor del lugar en el que has llegado te producía rechazo. Ahora piensa en tu gato.

Los olores de tu hogar pueden ser un tormento para tu gato. Ante la duda, es mejor que tu entorno no huela a nada (aunque recuerda: tu gato tiene un poder olfativo 14 veces superior al tuyo) a que reine un aroma profundo a lejía, desinfectante o ambientadores.

Muchos de los productos químicos que se utilizan para limpiar o aromatizar el hogar funcionan enmascarando el mal olor mientras perdura y va desapareciendo, pero no acaban con él. Por lo que para el gato es un doble suplicio, pues sigue oliendo aquello que se quiere enmascarar, y le agrede el olor que ponemos por encima que le resulta aún más desagradable, por ser un químico de aroma intenso.

Además, si existe un olor penetrante en nuestra casa, promovido por algún producto químico, lo que hacemos es ponerle una venda en su olfato, colapsando su sentido principal. Es como poner unos altavoces a un volumen atronador y colapsando el oído. O instalar unos focos de luz extraordinariamente brillante delante de los ojos.

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¿Respetas su espacio?

Entre humanos, sabemos cuando podemos darnos un abrazo, un arrumaco, un beso o cuando es mejor dejar que corra el aire. Las personas con las que convivimos a veces tienen cosas en la cabeza, están preocupadas, sufren estrés o simplemente tienen prisa, por eso a veces no podemos invadir su espacio propio, es un derecho “universal” entre familiares y convivientes. ¿Pero qué pasa con las mascotas?

Muy a menudo hacemos primar nuestra necesidad de sentirnos queridos por nuestra mascota, nos apetece que esté junto a nosotros, que nos sirva de almohada mullida, que nos mire con cariño, y acabamos demandándole estos cuidados sin darnos cuenta de que estamos forzando estas situaciones, desprotegiendo los cuidados hacia él.

Sabes que los gatos son animales muy suyos a la hora de gestionar su espacio propio, sin embargo muchas veces rompen esa regla y se muestran cariñosos, curiosos y demandantes. Pero recuerda: son gatos. Cuando como dueños hacemos uso de nuestro poder supremo en el hogar e irrumpimos en el espacio personal del gato, estamos molestándole. Los felinos necesitan, de forma muy especial, que se respeten sus límites y que comprendas que para ellos ser soberanos de sus ritmos y su espacio es primordial.

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¿Te comunicas con él con refuerzos negativos?

A la hora de comunicarnos con nuestro gato podemos estar tentados una y mil veces a reprenderlos y enseñarles que el estropicio que han hecho está muy mal y es inaceptable, y nos comunicamos por medio de castigos y refuerzos negativos. Hacemos esto por su bien, pues cuanto mejor se porte, mejor será su vida (ya que no nos enfadaremos, y todo irá bien). Pero es un error descomunal.

Los gatos, como cualquier otro animal doméstico, jamás aprenderán nada por medio de los refuerzos negativos. No es una cuestión de amor propio o de rebeldía, sino de comprensión. Los gatos no son capaces de recordar, asociar y concluir que el castigo que le impones está relacionado con su comportamiento anterior, simplemente creen que te comportas de forma que inequívocamente transmite que tú no eres de fiar. A la larga, usar castigos producirá que el gato desarrolle un rechazo a la convivencia contigo.

¿Sabes que la higiene humana no tiene nada que ver con la felina?

Si los gatos dedicaran un instante a pensar en nuestra higiene probablemente se quedarían atónitos. Ellos, como muchos otros animales, no solo no necesitan bañarse, sino que hacerlo erradica su olor, lo que para ellos es un rasgo de identidad importantísimo. Los gatos odian el agua, primero porque tienen un reflejo natural contra introducir su cuerpo en este líquido, pero principalmente porque para asearse ya dedica más de dos horas diarias a limpiar su pelaje y piel, utilizan la lengua y sus propios dientes, y el agua estropearía su esfuerzo.

Como antes te comentábamos, los gatos basan su relación con el mundo en el olfato, para ellos es vital, por encima de la vista. Por eso, preferirían ir por la vida aparentemente desaliñados, que perder su olor. Su forma de acicalarse no es simplemente retirar los cabellos muertos y limpiar su piel, sino que cuando se lamen están revistiéndose de su propio aroma, su huella de identidad intransferible y completamente necesaria para mantener su estado de ánimo.

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