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Roedores

¿Cuál es el comportamiento de los hámsters?

Cuando un hámster siente que su espacio es insuficiente o que está siendo vulnerado tratará de alertarnos con signos de represalia y estrés.


Actualizado 8 de febrero de 2022 - 12:06 CET

Los hámsters felices se muestran generalmente como animales bastante cariñosos, curiosos, sociables y dóciles, no distarían tanto de otras mascotas como perros y gatos. Por eso resultan una opción tan interesante para abrir el mundo de los animales domésticos a los niños, su comportamiento no es peligroso ni complejo, son adorables y podemos interpretar con cierta facilidad sus cambios de humor o las costumbres innatas de su especie.

Sin embargo, una de las características de su comportamiento que probablemente no conozcamos de forma habitual es que se trata de una especie crepuscular o nocturna (en función de la raza). Lo que significa que estará más activo al amanecer, atardecer y de noche. Como buen roedor, mantiene en común esta cualidad con los conejos.

Pese a ello, no es cierto que los hámsters pasen todo el día durmiendo. Su ciclo de sueño es discontinuo y consiste en un total diario de entre 10 y 12 horas, pero no de una tacada. Su sueño lo regula su instinto de supervivencia y los ritmos que esto implica: los pequeños roedores están programados para permanecer alerta siempre, sea de día o de noche. Por eso su sueño está organizado en pequeñas siestas.

Que sean animales nocturnos significa que los hámsters están preparados para gastar su energía por la noche, es el momento en el que sienten mayor vigor y seguridad para conseguir alimento y trasladarse. Estos ritmos les harían poder escapar con más facilidad de los depredadores, gracias a la oscuridad de la noche. Sin embargo, otros animales también son nocturnos precisamente por eso: para cazar, como es el caso de los gatos.

Tratar de modificar sus ritmos vitales puede producir estrés al animal. Es normal que por las noches trate de ejercitarse en la rueda, y de día parezca aletargado y perezoso. Incordiarlo de día o bloquearle la posibilidad de jugar de noche puede instaurar en él un mal humor difícil de gestionar que podría consistir en hacer rechinar sus dientes, pidiéndote que le dejes solo y a su ritmo.

Los hámsters en libertad hibernan, lo que quiere decir que pueden llegar a pasar una semana recluidos en su madriguera. Sin embargo, esta es una costumbre que pierden cuando se les mantiene en cautividad. Al tratarse de un biorritmo, en ocasiones podrían retomar la hibernación pese a vivir en un hogar humano, en ese caso no debes preocuparte, simplemente se pasará una semana durmiendo en su casita y al despertar notarás que su pelaje se ha aclarado un tanto.

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¿Se puede hablar de estrés cuando nos referimos a un pequeño roedor?

Cuando apreciamos situaciones en las que los animales tienen estrés parece que estamos comparando su ritmo de vida al nuestro y analizando su comportamiento y consecuencias con una mirada humana. Sin embargo, lo cierto es que los animales, de la misma forma que las personas, pueden sufrir desajustes o desequilibrios en su modo de vida, y estos influyen negativamente en la calidad de su sueño, modifican su temperamento o acortan su longevidad.

Por eso, podemos hablar de estrés si las condiciones de vida del animal, en este caso de un hámster, no son las adecuadas o existe un conflicto que interfiere entre sus necesidades y sus posibilidades biológicas de hacer frente de forma natural a este conflicto. Los hámsters son presas, llevan programado ese comportamiento en su carácter y se comportan buscando siempre la forma de escapar de los depredadores.

Cuando un hámster llega nuevo a la familia y es tomado en nuestras manos, su primera reacción es saberse capturado, espera un fatal desenlace que no llega, eso en sí mismo ya es un rasgo de estrés porque el hámster está programado para morir o perecer, pero no se dan ninguna de las dos circunstancias pese a no encontrar la vía de escape.

Por esa razón al principio puede costar un poco adiestrarle, que coja confianza y que se relaje en nuestras manos, porque para él son la antesala de ser devorado. Es necesario que se acostumbre al olor de nuestra piel, su tacto y forma de acariciarle. No te frustres si al principio emite un chirrido con la boca, es una forma de gritar cuando está nervioso, especialmente cuando no conoce dónde está.

Otro gesto muy común de los hámsters cuando se sienten sitiados es adoptar la postura del gato, la misma que muestran los felinos cuando realizan una advertencia. Consiste en agacharse con las patas delanteras alzadas y la boca abierta, tratando de parecer más grande e incluso peligroso: su objetivo es asustar. En su lenguaje gestual está pidiendo espacio, pues siente que tu presencia representa una amenaza.

Uno de los gestos más habituales para detectar estrés en hámsters es verles mordiendo los barrotes de su jaula. No es que se crea posible escapar, pese a que lo parezca. Es un acto reflejo que denota que el hámster dispone de poco espacio, su reacción consiste en “ampliar” la madriguera.

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Gestos característicos de los hámsters

El comportamiento de estos roedores es muy interesante de ver. Por un lado se trata de animales muy limpios (casi todos lo son, realmente). Es común verles lamiendo su cuerpo para asearse, comienzan siempre por las patas y luego van ampliando el margen al resto de su cuerpo.

Un hámster que se ocupa de su propia higiene es un hámster equilibrado, un rasgo de animales estresados o fuera de sus pautas naturales de comportamiento es el abandono de su higiene, algo que llevan a cabo de forma instintiva y que pueden llegar a olvidar o a despriorizar cuando el entorno que les rodea les sobrepasa.

Al igual que asearse, los hámsters tienen otras acciones que parecen humanas, o por lo menos nos recuerdan a los ratones de los dibujos animados. Una de las posturas más curiosas de ver es cuando el hámster se sienta y permanece atento, como si nos estuviera mirando de tú a tú, o incluso quisiera establecer un diálogo. Esta postura es común en los hámsters y denota que está observando su entorno, agudizando el oído e intensificando su percepción olfativa. Es una posición cómoda, no está alerta, sólo sondeando el ambiente.

Un gesto que tienen en común muchos mamíferos, como los perros, incluso los gatos y también los hámsters es el bostezo como señal de felicidad. Realmente la traducción al mundo animal del bostezo tiene más que ver con un estado de tranquilidad, seguridad y confianza, y no tanto de algarabía o satisfacción. Si ves a tu hámster bostezar significa “todo está bien”.

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