La soledad es uno de los grandes problemas que asolan nuestro siglo, tanto es así que en el Reino Unido ya existe un ministerio únicamente destinado a paliar esta situación, el Ministerio de la Soledad, dado que allí se ha detectado que esta situación atañe de forma muy seria y dramática a las personas mayores, pues afecta a uno de cada siete habitantantes británicos.
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La avanzada esperanza de vida de la que gozamos en Europa sumada a los ritmos y costumbres de nuestro tiempo hacen que se estime que en España viven solos más de 2 millones de ancianos, lo que equivale a la mitad de hogares unipersonales, según el INE. Esta rutina en soledad acaba arrastrando incomunicación, infelicidad y deterioro físico y psicológico.
La principal razón práctica para buscar soluciones a la soledad de las personas mayores es evitar que entren en un deterioro personal influido por la falta de objetivos. Por este motivo tener una mascota puede ser una de las mejores ideas para atajar y paliar estas situaciones.
Todo es cuestión de ritmo
Los biorritmos, las rutinas y las obligaciones: todo tiene que ver con el tiempo, y es el propio tiempo el que puede hacer una mella peligrosísima en la salud de las personas mayores que viven solas. No disponer de objetivos ni de acompañantes puede hacer, no solo que todos los días sean iguales, sino que todas las horas sean un calco de la anterior. Uno de los comentarios habituales de personas mayores que viven solas es que una vez que han terminado de desayunar, no encuentran mayor horizonte en el día, y las horas se hacen monótonas y pesadas, sin una razón por la que seguir. La situación mundial con la COVID-19 ha acrecentado este sentimiento, al haberse cancelado las opciones para mantener relaciones sociales: las citas con el médico, los encuentros en los centros de ocio para mayores, etc.
Las mascotas aportan ritmos: porque son seres dependientes que demandan atención, que piden cuidados y que devuelven cierta comunicación que nos hace imposible obviar que el tiempo está pasando y que los ciclos avanzan. Alimentar a la mascota, pasearla, vigilar su salud, atender a sus juegos, todo ello fomenta un estado activo de vida, unos plazos, objetivos y ritmos que fomentan el no abandono del propio estado de salud de los ancianos y la querencia de esmerarse en mejorar los cuidados para ese ser que devuelve el cariño multiplicado.
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Una razón para abrir lazos sociales
Según el tipo de mascota que elijamos, podrán surgir nuevos vínculos de comunicación con otros seres humanos. Muchos veterinarios son conscientes de que las visitas de ancianos con mascotas son mucho más constantes e intensas que las de otros colectivos. Disponer de una mascota abre las relaciones de las personas mayores, ir al veterinario, hablar con otros dueños de mascotas, buscar soluciones a problemas concretos, entablar conversaciones por puro ocio, todo eso lo aportan perros, gatos y pájaros, son los beneficios colaterales de tener a cargo un ser vivo.
Sin embargo, es primordial elegir una mascota perfecta para la situación de cada persona. Por cuestiones de movilidad o esfuerzo físico no todos los animales encajan en cualquier hogar unipersonal. Sin embargo, en muchos casos los ancianos han sacado fuerzas y ganas de donde parecía no haber al incentivarse con una mascota demandante que les exige cuidados y recreo, este puede ser el acicate necesario para encontrar las energías que parecían perdidas.
Perros, gatos y pájaros
De entre las tres opciones más recomendables, el perro suele ser la más popular, especialmente porque se trata de una mascota dependiente que devuelve una relación muy cercana, mostrándose atento, cariñoso y cercano. Sin embargo, pasearle todos los días en un mínimo de tres salidas, recoger sus deposiciones (lo que implica agacharse) y tal vez lidiar con una energía que pone difícil llevar un bastón o que puede producir algún enganchón en escaleras, son algunos de los impedimentos a la hora de recurrir a un can.
Los gatos suelen ser una alternativa más fácil, dado que son independientes, pueden quedarse hasta tres días solos en casa si se les provee de la comida y limpieza suficiente, y no requieren de paseos al exterior. Sin embargo, los gatos no incitan a dar paseos ni a socializar en el exterior con otros dueños de mascotas.
En último lugar, si nos referimos a pájaros es recomendable optar por canarios o periquitos. Son animales alegres, capaces de entablar un contacto con el dueño suficiente como para empezar el día con alegría y compañía, y se mantienen activos a todas horas. Son fáciles de mantener, solo necesitan comida y limpieza en la jaula. Sin embargo, evidentemente, el nivel de empatía, cariño y la dimensión social de los pájaros es muy limitada.
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Una elección sensible
Elegir bien una mascota para una persona mayor que vive sola es una decisión muy relevante, existen muchas ventajas pero no es una opción que podamos tomar a la ligera, porque implica una revolución total en el ritmo de vida de la persona y hay muchas repercusiones a medio plazo tanto para la persona como para el animal.
Si la nueva vida con la mascota va a ser un revulsivo radical en sus costumbres, es capital tener en cuenta acompasar la esperanza de vida del animal con la de la persona. Es importante tener en cuenta que si pasados unos años la mascota desaparece, esto provocará un impacto muy negativo en la calidad de vida del anciano, especialmente a nivel emocional, pero también en cuanto a hábitos, porque posteriormente hacerse cargo de otra mascota será cada vez más complicado.
Por eso es importante sopesar bien si optamos por un cachorro, un perro joven pero no bebé, o una mascota en el ocaso de sus días. La decisión es muy personal, el desarrollo de esta relación siempre es impredecible, pero es muy provechoso tratar de equiparar las edades de ambos para que pasen el máximo de tiempo juntos.
Los cachorros pueden implicar alguna complicación extra, pues requieren cierto adiestramiento y su energía en los primeros años es desbordante. Por esta razón, en ocasiones pueden resultar cansados para personas que no están habituadas a bregar con animales, e incluso algo peligrosos si esa energía la vuelcan sin control. Se recomienda, por tanto, que si elegimos un perro para una persona mayor que vive sola sea una raza tranquila, a ser posible pequeña y que ya esté educado en las funciones mínimas que competen a sus deposiciones.
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