Aunque los gatos son animales que sienten una vinculación profunda con el hogar, lo cierto es que no son animales que se identifiquen claramente con las personas con las que conviven bajo el mismo techo. Por muy buena relación que exista con el gato, éste es territorial, y no siente tanto ese vínculo de pertenencia al grupo familiar humano, como sí lo hacen los perros. Este hecho le confiere una personalidad única al gato, pues se le presupone independiente y hasta cierto punto impredecible.
La historia de amor entre humanos y perros se remonta a más de 30.000 años atrás, cuando ya en el paleolítico el hombre domesticó a los lobos para ayudarse en sus labores de caza. Sin embargo, los gatos llegaron más tarde a nuestras vidas, no fue hasta hace unos 10.000 años, y se calcula que ya en la actualidad conviven con nosotros más de 500 millones de gatos en hogares de todo el mundo.
Se tiene en cuenta que esta relación de amor con las personas no fue como la de otras mascotas, sino un acto inicialmente voluntario de los felinos, cuando se vieron atraídos por los roedores que vivían en las comunidades humanas: las primeras ciudades. En ese momento empezó una relación de provecho entre personas y gatos, a ellos les interesaba cazar ratones y a los humanos que los cazaran.
Ya los antiguos egipcios empezaron a tener en cuenta el valor de los gatos, incluso, representándoles en sus pinturas, creando una diosa con su forma, y momificando también a los felinos de los gobernantes para el viaje eterno, acompañados también de ratones disecados para que jueguen con ellos en el otro mundo.
Sin embargo, los gatos mantienen la mayoría de los genes de sus antecesores, por lo que sus hábitos e instintos se mantienen de forma similar a la de los felinos salvajes, simplemente se han adaptado al medio en el que viven, donde su campo de actuación es muy distinto.
Instinto de caza
Si algo describe a un gato es su instinto por cazar. Pese a que pueda vivir en un pequeño piso urbano, un gato seguirá con ese instinto. De día su actitud es de caza, y de noche se intensifica, ya que son animales nocturnos que buscan a sus presas aprovechando la oscuridad.
Para ellos no es un juego, se lo toman tan en serio como pueden, aunque en sus hogares sea casi imposible dar rienda suelta a este instinto. Por este motivo suelen practicar con todo lo que encuentran en casa: calcetines, juguetes o paquetes de pañuelos.
Los gatos no rechazan ninguna oportunidad de entrenar sus habilidades cazadoras, porque para ellos entrenarse en ello constituye una necesidad biológica para la que están programados como felinos. Su cuerpo se ejercita así, sus músculos necesitan esta actividad y su cerebro se desarrolla según vive estas aventuras: con ese juego sus sistemas nerviosos gozarán de mayor salud pues estarán estimulados, como lo estaría los de un felino salvaje.
Por esta razón, no sería extraño que si tu gato logra cazar a un pájaro o un ratón te ofrezca a su presa entre sus fauces, esto podría producir un escalofrío en ti, pero realmente es un acto de amor y de pertenencia a tu hogar, el mayor honor que podría dedicarte. Si ocurre una situación así, el gato esperará que se lo agradezcas y te muestres feliz, de lo contrario podría contrariarse gravemente.
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Autosuficiencia felina
Algo que nos enamora de los gatos y que diferencia claramente a los seguidores de canes y felinos, es la actitud autosuficiente de los gatos. Este es un rasgo que mantienen claramente de sus homónimos salvajes, pues su personalidad está “programada” para comportarse como seres solitarios, territoriales y autosuficientes.
De alguna forma, podría dar la sensación de que a veces son los gatos los que nos “permiten” estar en su territorio, y que si no estuviéramos, tampoco sería tan grave al margen de que necesitarán saciar su alimentación y necesidades básicas. Sin embargo, capaces son de salir a buscarlas. Este es un rasgo claro de resiliencia animal, los gatos ponen por delante su determinación e instinto de supervivencia siempre para hacer frente a las hostilidades con las que se puedan enfrentar, aunque desconozcan completamente la jungla de asfalto que les rodea en las grandes ciudades.
Sin embargo, existen muchas comunidades de gatos callejeros que viven en las urbes, pero no a ras de suelo, sino en los tejados de los edificios. Son supervivientes, y utilizan las edificaciones humanas como árboles de la sabana, como lo harían los guepardos: tratando de subir a una zona privilegiada para divisar el entorno y tener una oportunidad certera de caza: oteando a sus presas desde arriba, manteniendo el control de la situación.
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Saltos y equilibrio
Un rasgo de comportamiento físico que los gatos domésticos mantienen intacto respecto a los felinos salvajes es su facilidad para saltar, trepar y mantener el equilibrio en situaciones extremas. Con razón se dice que tienen 7 vidas, porque son poseedores de un instinto equilibrista que les hace salir indemnes de las maniobras más complejas.
Esto se debe en gran medida a su cola, que es en sí misma una extensión de su columna vertebral y que les facilita mantener el equilibrio para todos sus movimientos, en especial los más arriesgados. Funciona como una extensión de ellos especialmente diseñada para mantener la estabilidad y compensar su peso y aerodinámica, por eso también se dice que un gato siempre cae de pie.
Su estrés se libera entrenándose para la caza
Cuando un gato araña los muebles, el suelo u objetos, lo que está haciendo es dar salida a su energía, concentrada en forma de estrés. En la vida diaria de un gato doméstico es difícil salir a cazar.
Por ese motivo en ocasiones los gatos parecen ofuscados arañando las superficies más variopintas de la casa, para ellos es una manera de dar salida a su estrés y encontrar una víctima que supla a una presa, sin importarle si es un sofá o una alfombra. Si este es tu caso, busca la forma de facilitarle a tu gato un árbol rascador o una estación de juego con lo que se pueda entretener para sacar al tigre que hay en él.
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