Cuidar de una mascota da muchas alegrías, pero también otorga una serie de deberes muy importantes que no estaría de más cumplir a rajatabla pues, cuanto más conscientes seamos de sus necesidades, más fácil será la convivencia y mayor su felicidad. Para saber si estás proporcionando a tu mascota los cuidados que, verdaderamente, necesita, reflexiona sobre las siguientes preguntas:
1. ¿Respetas la naturaleza del animal?
Ser consciente de que tu perro no es un ser humano, y que no tiene por qué serlo, es el primer paso para comprender su comportamiento y poder respetarlo. Los animales tienen su propia naturaleza, y cuando les humanizamos estamos tratando de extirpar algo que les hace libres y felices. Si nos paramos a pensarlo, cuando se trata a un perro como se le trataría a una persona, estamos realizando un acto de egoísmo: convirtiéndolo en lo que no es, esforzándonos y forzándole a que se aleje de lo que le caracteriza.
2. ¿Das indicaciones claras?
Los perros son animales de costumbres, su adiestramiento resulta muy sencillo siempre que se tengan claros los límites que se quieren establecer. No hay nada más contrario a la educación de un perro que no ser claro con las cosas que está o no autorizado a hacer. Si, por ejemplo, le dejas subir a la cama, no puedes echarle de esta arbitrariamente, y volver a pedirle que suba cuando te apetezca. Las líneas rojas que se imponen a un perro deben ser coherentes y permanentes en el tiempo, en caso contrario la convivencia será más compleja y el perro podrá tener un conflicto constante a la hora de comprender qué se espera de él.
3. ¿Te involucras en su alimentación?
La vida de los perros es muy sencilla, como muchas mascotas domésticas solo buscan dormir, jugar y comer. Sin embargo, es muy común que los dueños se acostumbren a la facilidad de proveer pienso seco, y solo basen la alimentación del animal en este tipo de comida. Privando a tu perro de más variedad estás condenándole al aburrimiento, a comer como un acto instintivo sin ningún interés, pues por muy bueno que esté el pienso seco, no es la comida más apetecible o divertida. Está en tu mano identificar comidas húmedas que el perro pueda apreciar, haciendo más variada su alimentación y favoreciendo que su estómago no se haga vago, pues un perro acostumbrado solo a comer pienso seco necesitará de un periodo de adaptación para admitir otro tipo de comida.
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4. ¿Le sacas siempre con correa?
Según la normativa de la mayoría de ayuntamientos de las grandes ciudades de España, es obligatorio que los perros paseen con correa, salvo en zonas específicamente destinadas para su recreo. Es tu responsabilidad para con tu mascota, la de los demás y para el resto de convivencias, que siempre que saques a tu perro éste lleve su correa. No hay nada más molesto que cuando un perro sin correa se enzarza a jugar con otro que sí la lleva, las situaciones pueden pasar de ser incómodas a peligrosas, si el perro escapa por un ruido puede provocar un accidente de tráfico u otras inconveniencias.
5. ¿Vigilas a tu perro para recoger sus heces?
A veces resulta complicado o cansado estar muy pendiente del perro para ver cuándo deposita sus heces y poder recogerlas. Sin embargo, es muy común que un dueño despistado acabe por omitir esto, y la caca del perro se quede abandonada. Esta es una de las facetas menos gratas de ser dueño de un perro, sin embargo, es ineludible. La normativa fija multas en la mayoría de ciudades españolas para quienes no recogen las deposiciones y, además, es siempre muy importante cerciorarse de que tu perro ha hecho todas sus necesidades en cada paseo, no saberlo te hace imposible determinar si él tiene un problema de alimentación o de digestión.
6. ¿Juegas lo suficientemente con tu perro?
El tiempo que los perros pasan en casa es un porcentaje altísimo de su tiempo. Sin bien es cierto que estos animales son capaces de dormir gran parte del día, y que una vez que toman una rutina de inacción no se quejarán apenas de la falta de entretenimiento, cuando un perro no disfruta del suficiente ejercicio y juego en el fondo está perdiendo la posibilidad de ser feliz. Los perros gozan de su vida mientras están en activo, cuando son parte del juego se activa su socialización, así ejercitan su cuerpo y se lo pasan bien. Este disfrute no es accesorio, es una parte fundamental de su vida.
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7. ¿Te preocupas de dar a tu perro tiempo de calidad con otros perros?
Es vital para el desarrollo social de un can que este pueda pasar tiempo de interacción con otros perros, lo ideal es que esto ocurra un par de veces diariamente. Los perros que no están acostumbrados a jugar con otros de su especie acaban desarrollando un carácter irascible y arisco con estos, dado que no logran desarrollar adecuadamente sus vínculos sociales. Cuando un perro parece que solo se lleva bien con humanos, y ladra al encontrarse con otro perro, de forma violenta o desaforada, se trata sin duda de un típico caso de animal que no ha sido socializado como debería, lo que genera incomodidad a largo plazo tanto en el dueño como para el can.
8. ¿Tu perro tiene un espacio propio en el hogar?
Aunque lo cierto es que los perros se adaptan al entorno de una forma extraordinaria, es importante que el can disponga de uno o varios espacios para él en la casa, y que sean espacios respetados y permanentes. Todos los perros suelen tener una cama, sin embargo, a veces las dinámicas del hogar nos “obligan” a moverla de sitio, también a variar el espacio donde están sus cuencos de comida y agua. Es una muestra de respeto mantener siempre el mismo lugar para sus cosas, e incluso estudiar la necesidad de que tenga varias camas en varios lugares distintos de la casa, para que pueda dormir por las noches en nuestro dormitorio (por ejemplo) pero también tenga un espacio mullido y agradable donde estar cuando la actividad se centra en el salón.
9. ¿Refuerzas positivamente a tu perro?
Todas las bases del adiestramiento canino lo dicen: de nada sirve el refuerzo positivo. Si llegas a casa y tu perro se ha comido una revista, la única forma válida para afrontar este conflicto es trabajar en positivo. Hablarle con violencia y demostrar tu enfado físicamente no tiene ningún sentido porque el perro, probablemente, no recuerde ni asocie por qué tienes tanto enfado. El refuerzo positivo consiste en premiarlo poco a poco a lo largo del adiestramiento en cualquier cuestión, en celebrar los avances y en hacerle partícipe del camino que le lleva a un mejor comportamiento, sin castigos.
10. ¿Tratas de comprenderlo?
Cuando estamos tristes o sentimos dolor vemos fácilmente como los perros parecen empatizar con nuestro estado emocional, nos tratan de consolar y permanecen a nuestro lado de forma fiel. ¿Pero tratamos de estar a su lado con el mismo nivel de entrega? No está de más ponernos en su piel de vez en cuando y tratar de comprender cómo podemos respetar su propia naturaleza de una forma más clara, con más cuidado y cariño. Los perros no necesitan mucho para ser felices, y por eso mismo cuando nos volcamos en comprenderlos y cuidarlos recibimos mucho más a cambio de lo que damos.