Un grupo de científicos de la Universidad de Washington se dieron cuenta de que cuando estamos junto a perros y gatos parecemos sentirnos más aliviados y parece que olvidamos un poco nuestras tensiones. Decidieron hacer un estudio empírico para descubrir si había una relación directa entre esa suposición y la ciencia para determinar si es cierto que acariciar a perros y gatos tiene efectos beneficiosos para nuestra salud mental y emocional.
Se trata de la primera vez que se realiza una investigación para determinar si tenemos menos estrés cuando nos relacionamos con mascotas. El objetivo fue poner a prueba a 250 estudiantes universitarios con altos niveles de estrés, en época de estrés por los exámenes, y se les hizo interactuar con perros y gatos en sesiones de 10 minutos.
La clave era el cortisol, la hormona del estrés
La forma de medir esta posible mejoría en el estrés se basó en medir los niveles de cortisol de los estudiantes mediante pruebas de saliva. Esta es una hormona que combate la ansiedad y el cansancio asociados a situaciones estresantes. Ayuda a que estos estados de ánimo no interfieran en nuestro metabolismo y sistema inmunológico, y palía hasta cierto punto nuestro malestar.
Cuanto más cantidad de cortisol tengamos, más estresados estaremos. Es decir, más cantidad de hormonas de este tipo estará necesitando producir nuestro organismo para equilibrar el estrés-agotamiento-tensión y que éste no afecte a nuestro metabolismo y sistema inmunológico.
Por tanto, para los objetivos de este experimento, si un voluntario del estudio entra con un nivel de cortisol concreto y sale con menos tras haber estar interactuando con animales durante no más de 10 minutos, eso querrá decir que la experiencia que se le ha ofrecido habrá podido incidir positivamente a paliar sus niveles de estrés.
Para ello se organizaron cuatro grupos de voluntarios, midiendo sus niveles de cortisol inicialmente. Al primer grupo se le hizo pasar 10 minutos con perros y gatos, acariciándoles, jugando y pasando el rato como quisieran. Al segundo grupo se les hizo ver al primero acariciando a los animales mientras esperaba su turno, sin que su momento llegara jamás. El tercer grupo vio simplemente unas fotos de los animales, pero no llegó a interactuar con ellos. Y el cuatro grupo no tuvo ningún tipo de interacción con los animales.
Durante el experimento, ningún voluntario pudo utilizar su teléfono móvil, ni ninguna otra herramienta de lectura o estimulante. A todos ellos se les dijo que en breve podrían estar con los animales, pese a que solo llegaron a estar con ellos el primer grupo. Finalmente se determinó que solo el grupo que interactuó con los perros y gatos tuvo una disminución significativa de sus niveles de cortisol. Lo que demostraría que no solo relajarse y dejar de utilizar dispositivos estresantes pudiera ser positivo, sino que el hecho significativo de este estudio fue que solo quienes finalmente estuvieron acariciando a los animales obtuvieron un descenso notable de sus niveles de cortisol.
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Otro estudio español realizado únicamente con perros
Un estudio similar se realizó recientemente en España, concretamente en la Universidad Complutense de Madrid y con la colaboración de la Fundación Affinity. De forma similar a la investigación norteramericana, se evaluó a un grupo de estudiantes de entre 18 y 25 años en su periodos de mayor estrés, la época de exámenes.
El objetivo de este estudio era analizar también si los niveles de cortisol de sus voluntarios se veían modificados al interactuar con animales de compañía. Sin embargo este estudio se realizó un periodo de evaluación mucho más largo, estableciendo con ellos sesiones semanales de 45 minutos durante tres semanas. La intención era comprobar si estos beneficios perduran en el tiempo, y no sólo se reducen al instante de la interacción.
Se utilizaron para ello perros de terapia, y se llevaron a cabo actividades específicas de relajación y de comunicación animal. En suma, las sesiones consistían en interactuar con los perros, en concreto se les proponía abrazar a los animales y permanecer así unos instantes.
Los resultados de esta investigación resultaron muy positivos, como en el caso del estudio de la Universidad de Washington, se comprobó que los voluntarios accedían al estudio inicialmente con unos niveles de estrés muy altos. En la segunda medición estos niveles habían descendido, mientras que un segundo grupo de control de alumnos, que no habían experimentado estas sesiones, se mantuvo igual que al comienzo.
Finalmente se determinó en la última medición que los estudiantes que participaron voluntariamente en el experimento, al tener contacto con animales, habían reducido significativamente sus niveles de estrés, y los que no habían estado incluídos en esta práctica no. Las mediciones se alargaron en el tiempo y se determinó una cuestión muy importante, y es que estos beneficios no son únicamente medibles en el momento de realizarse el encuentro humano-animal, sino que los efectos positivos de interactuar con animales, acariciarlos, abrazarlos y jugar con ellos, se mantuvieron en el tiempo, incluso semanas después de haber interactuado por última vez.
Los perros, por tanto, podrían estar ayudando a moderar los niveles de epinefrina, norepinefrina y cortisol, lo que en suma significa una reducción de los niveles de estrés. Estos resultados son extrapolables a muchos ámbitos. El primero, en el hogar, podría significar que convivir con animales de compañía nos aporta beneficios significativos aplacando nuestra ansiedad y estrés. Por otro lado, estas situaciones podrían ser extrapolables y utilizar estos beneficios para equilibrar los estados de ansiedad de presos, víctimas de situaciones traumáticas, enfermos de salud mental o personas en situaciones de vulnerabilidad.
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