Los perros son animales que basan gran parte de su personalidad en las actividades físicas, por esta razón, los estudios y las investigaciones basadas en conocer la personalidad de los perros suelen medir el grado de interacción, atención e inteligencia que demuestran.
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Cachorros marcados para el futuro.
De cachorro identificamos claramente cuál es la personalidad dominante del perrito, porque en esta edad el can está fuera de toda influencia del adiestramiento y porque su interrelación con el medio es muy básica. En una misma camada un cachorro concreto puede ser dominante y otro sumiso, y generalmente ambos mantendrán este rol el resto de su vida. Ser sumiso o dominante no tiene nada que ver de forma evidente con la raza o la camada, sino que se trata de una cuestión individual que podrá cambiar en función del entorno en el que el perro viva posteriormente
Este rasgo de personalidad comenzará a maquillarse y tal vez a perderse a causa de la convivencia con humanos y con otros animales, aunque siempre mantendrán un componente principal que recordará este matiz: sumiso o dominante.
Cuando nos referimos a un cachorro sumiso estamos hablando de perritos seguros de sí mismos que emprenden acciones con determinación, tienen alma de líder, por ello son perros a los que les cuesta más ser adiestrados e incluso pueden dar problemas de comportamiento en un futuro.
Por otro lado, los sumisos son perros más dóciles. Aunque esta condición parece menos positiva que la contraria, los perros sumisos se adaptan mejor que los dominantes, son capaces de vivir en ambientes más caóticos y reciben con mayor facilidad el adiestramiento, Sin embargo, un dueño dominante que ejerza sobre un perro sumiso órdenes extremadamente estrictas puede producir un conflicto en el perro y producir bloqueos y resultados contrarios a los esperados. Son precisamente los perros dominantes los que necesitan dueños que también lo sean, de la misma forma los perros sumisos se llevan mejor con dueños que no sean muy estrictos.
Pero hay dos tipos más de perros: los distraídos y los cooperativos. Ambas personalidades son contrarias, por un lado los distraídos pierden el enfoque de sus acciones con mucha facilidad, suelen estar más centrados en el juego y en improvisar, y adiestrarlos puede ser un auténtico dolor de cabeza. Los cooperantes, por el contrario, son cachorros que interiorizan rápidamente la existencia de los humanos y que desarrollan un vínculo con las personas que les hace querer ayudar, seguir órdenes y agradar a las personas de su ambiente.
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Hasta los 6 años son esponjas
Un estudio de Scientific Reports demostró que la inteligencia del perro mejora hasta los 6 años de edad, es decir, que su atención y facilidad de resolución de problemas es hasta ese momento altamente eficiente le permite aprender sin límite.
Para un perro: adquirir pautas y responder de forma activa a los estímulos equivale a sentirse vivo y feliz. Como consejo, si quieres que tu perro sea más y más inteligente, esté activo y feliz, no detengas su desarrollo y ofrécele retos y nuevas experiencias, específicamente hasta cumplir los 6 años, pues su personalidad admite enriquecerse con ellas y toda aventura o reto significa una razón para dar el día por bueno.
De todas formas, a diferencia de los humanos, los perros duermen mucho, lo necesitan a nivel físico y también emocional. El sueño repara el cansancio y fija las experiencias, los perros adultos son capaces de dormir entre 12 y 14 horas al día, sin embargo es en esta edad cuando menos duermen.
Cuanto más mayor, más se parece el perro al dueño
Aunque parece una leyenda, un estudio de la Universidad Estatal de Michigan demostró que con el paso de los años, según el perro va madurando, va adquiriendo rasgos inequívocos de su humano de referencia y también, aunque en menor medida, del entorno en el que vive. Según la investigación los perros se parecen a los dueños al llegar a su etapa madura.
Esta circunstancia está directamente relacionada con el tiempo que pasamos con nuestro perro pero también con la percepción que tenemos de él y cómo tratamos de modelar su comportamiento. Los dueños extrovertidos son propicios a fomentar la socialización del can y aquellas personas más introvertidas pueden limitar los episodios de relación del animal y aislarlo.
En el estudio la mayoría de humanos 'activos' reconocieron que sus mascotas también lo eran y que cuando no están ellos los animales parecen echar en falta esa actividad. Y a la inversa, los dueños más tranquilos definieron a sus mascotas como poco nerviosas y receptivas a pasar tiempo 'contemplativo'.
Esta situación se da en los perros cuando llegan a una edad adulta, en el ecuador de sus vidas. Por un lado, porque han convivido con el dueño y han pasado tiempo suficiente para amoldarse y adquirir estos hábitos, y por otro lado: cuando mayor es un perro más difícil de adiestrar y más profundas se hacen sus costumbres configurándose ya como rasgos de personalidad adquirida.
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Los perros grandes que mueren 'jóvenes'
Solemos considerar que un perro es anciano al cumplir los 10 años, sin embargo los cambios de personalidad en función de la edad están más relacionados con la raza, pues los perros más pequeños (yorkshire, caniche, bichón, chiguagua, por ejemplo) viven más y esto les hace perder muchas más facultades según llegan al final de sus días, cuestiones que tienen que ver más la salud física que con la cerebral.
En este sentido, es común que los perros de tamaño pequeño acaben ciegos, sordos, sin olfato o con problemas de dentadura, porque son capaces de llegar a edades muy avanzadas, incluso más allá de los 15 años. Sin embargo los perros grandes, como los pastores alemanes, golden retriever o mastines llegan generalmente a los 10 años aun con suficientes facultades físicas intactas, sus cuerpos colapsan antes pero su interacción con el medio aún puede ser óptima hasta el fin de sus días.
De esta forma, la personalidad de anciano de un golden en nada tiene que ver con la de un bichón maltés, pues los golden aún mantienen un vínculo con la realidad más o menos intenso mientras los bichones, por ejemplo, pueden arrastrar la vida con pesadez y lejanía. Los perros pequeños, en la etapa anciana, pierden el interés por la comida, pierden la noción de su entorno, y eso les hace parecer tristes o dejados. Sin embargo esas definiciones son un espejismo humano, realmente lo que les pasa es que sus cuerpos no transmiten una comunicación fluida entre ellos y el mundo, y acaban aislados tras sus achaques.
Los perros ancianos también reflejan sus incomodidades en forma de irascibilidad, cuanto menos fiel y dolorosa es su percepción del mundo, menos ganas de juego y relaciones sociales tendrá. Por eso los perros de más de 10 años pueden volverse 'cascarrabias': ladran para defender su tranquilidad o se quejan cuando les pides más ejercicio del que pueden soportar. En muchos casos estos desaires son respuestas a su desorientación y no tanto una actitud clara de rechazo.
Los perros, a diferencia de las personas, no tienen un mundo interior intelectual en el que compensar los problemas físicos, por lo que no son capaces de racionalizar su situación de deterioro físico. Un perro que se siente torpe, en el fondo percibe una barrera hacia la vida, y eso trastoca considerablemente su carácter. No se lo tengas en cuenta.