Convivir con un gato a veces nos hace pensar que saben cosas que nosotros mismos no podemos llegar a comprender. Esto se debe a la extraordinaria sensibilidad que los felinos poseen en sus sentidos, que superan en muchos aspectos y con creces la percepción humana.
Cuando tu gato parece estar buscando algo que tú eres incapaz de ver e incluso de imaginar, es porque sus alarmas saltan gracias a los dones felinos que el gato doméstico ha heredado de sus antepasados cazadores. Aunque viva en un piso y tenga todas sus necesidades más que cubiertas, el gato doméstico sigue percibiendo frecuencias de sonido completamente imperceptibles para el oído humano.
Oir a 20 metros y saber exactamente de dónde viene el sonido
No es sólo que el gato escuche sonidos que ocurren a una distancia superior a la que nosotros podemos percibir, sino que además cuenta con la escucha de gamas de frecuencias hasta cuatro veces superiores a las nuestras. De esta forma el gato puede percibir el sonido que produce cualquier animal en un radio de 20 metros, bien sea un ratón, un pájaro un humano.
El superpoder de los gatos respecto al oído reside en que logran reconocer un sonido e identificar su procedencia con un margen de error muy pequeño. Muchas veces nosotros creemos haber oído algo pero necesitamos seguir escuchándolo para identificar qué es y de dónde viene, y muchas veces creemos que está en una zona de la casa cuando realmente proviene de otra. Esto no le ocurre al gato, que logra afinar su objetivo con un margen de error máximo de 5º, tanto en grados verticales como horizontales. Esto es muy importante, pues el gato no solo puede determinar si el sonido viene de la izquierda, la derecha o detrás, sino que sabe con muy poco margen de error si el sonido proviene del techo, la zona superior de la estantería, la inferior o del subsuelo.
Esta facultad tan increíble de los gatos con los sonidos les hace ser videntes de las ondas sonoras, muy a menudo habrás visto a tu gato levantar la cabeza, como si estuviera visualizando algo, fijando los ojos en un punto determinado, agudizando su concretación y tratando de vislumbrar, en guardia, qué tiene delante y si merece la pena darle caza. Sus ojos se clavan en algo que aún no ve, pero que sabe a ciencia cierta que está ahí: un objetivo de caza.
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Un órgano específico para oler hormonas
Como buen cazador, el olfato es un don muy agudizado en los gatos, pero no solo lo utiliza para buscar presas, el gato es un superdotado para percibir olores en alimentos de forma tan prodigiosa que incluso es capaz de oler moléculas, aunque parezca un superpoder digno de Marvel, los gatos son macrosmáticos y consiguen reconocer los olores por separado, identificando independientemente los rastros olfativos más diversos.
Esta facultad de los gatos para analizar el olor les permitiría radiografiar un plato cocinado con varias verduras, carnes y hierbas aromáticas, así su cerebro lograra diseccionar lo que tiene delante e informar al gato de que el plato que puede degustar tiene cada uno de los ingredientes de los que consta.
No solo su nariz es prodigiosa, en la función olfativa felina también interviene el llamado órgano de Jacobson que consiste en dos orificios pequeños en su paladar y que dotan al gato de un sensor de olores hormonales que analiza la presencia de otros gatos para así saber en qué territorio se mueve y por quién está marcado de forma corporal.
Sin embargo, como Supermán con la criptonita, el gato paga un peaje por un olfato muy agudo: su gusto es limitado. Es torpe degustando alimentos que tienen sabor pero poco olor, como ocurre concretamente con las materias dulces, que no suelen ser olorosas. Los gatos consiguen poca graduación de sabor, por lo que cuando les alimentamos con un tipo de comida muy determinado y pretendemos cambiar su dieta podemos vernos en un conflicto, al generar un rechazo en el animal cuando no encuentra ni comprende nada de lo que le suponen los sabores nuevos, por eso se recomienda que siempre que vayas a variar la dieta de tu gato lo hagas de forma gradual, disminuyendo la alimentación inicial poco a poco y dándole cada vez más de la nueva.
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Visión nocturna como los comandos militares
Sabido es que los gatos ven casi a la perfección en la oscuridad, casi como si estuvieran utilizando un equipo de visión nocturna para espías. Sin embargo, a diferencia de los visores infrarojos de los seres humanos, los gatos no perciben la imagen nocturna por la temperatura, para poder ver necesitan por lo menos de algo de luz pues la oscuridad absoluta les neutralizaría. Los ojos del los gatos aprovechan al máximo cualquier brizna de luz y son capaces de ajustar su fotosensibilidad hasta límites imposibles para el ojo humano, y así reconocer las formas y los movimientos casi a la percepción en situaciones de luz casi inexistente.
Sin embargo, la fotosensibilidad tan extrema les limita mucho los matices en su interpretación de los colores. Sea de día o de noche, el gato no percibe ni el rojo ni el verde, ni tonos intermedios, sólo es capaz de ver la imagen en un margen de color entre el amarillo y el azul. Además, su forma de focalizar la imagen no es muy clara: a menos de 5 centímetros de su nariz se ve borroso, y a más de 20 metros también.
Junto a una visión nocturna privilegiada, el gato también tiene funciones de superhéroe asociadas al tacto, dispone de muchos sensores en su cuerpo que le alertan constantemente con una alta sensibilidad táctil impresionante. Los bigotes del gato son receptores casi sobrenaturales, capaces de percibir una brisa o la distancia de la pared. Cada uno de sus pelos es ultra sensible, por eso agradece las caricias pero huye cuando tocas en el lugar no indicado.
Y por si fuera poco: pueden volar
Los gatos son capaces de saltar hasta cinco veces su altura de un solo salto y de precipitarse en caídas libres de hasta 20 metros. Esto lo puede hacer porque su esqueleto es muy ligero, tienen gran flexibilidad y a la vez su masa ósea y musculatura es muy compacta y robusta.
Los gatos logran mantener el equilibrio magníficamente por medio de una columna vertebral que utiliza la cola para redirigir el movimiento y, además, sus músculos le dotan de una elasticidad similar a la de los muelles, las fibras musculares felinas son capaces de contraerse para generar la energía necesaria para dar saltos mayúsculos, y su flexibilidad es dinámica mientras que ejecutan el salto, balanceándose de tal forma que la caída segura está garantizada.