Los perros son capaces de adaptarse de forma incondicional a casi cualquier circunstancia humana, tal vez esa es la clave para que sean considerados como nuestros mejores amigos desde hace más de 23.000 años, un periodo que supera ampliamente los 5.000 años que hace que los gatos acompañan al hombre.
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Sin embargo, hay perros que en ciertas situaciones se ven sobrepasados por el sedentarismo de nuestro ritmo de vida y parecen abocados a escaparse de casa o a mostrar su disconformidad con vivir en nuestro hogar. Cada caso debe estudiarse de forma individual, pero existen ciertos rasgos comunes a la hora de evaluar por qué nuestro perro no quiere estar en casa.
La llamada de la naturaleza
Es muy habitual que los perros no esterilizados puedan sentirse más activos e inquietos por cuestiones sexuales. Puede ser una razón de fugas tanto en hembras como en machos, estos podrían verse atraídos por el olor característico de una hembra en celo cercana. En ambos casos la naturaleza hace que se sientan llamados a satisfacer sus instintos sexuales y este hecho les puede llevar a transgredir su adiestramiento o comportamiento habitual.
Para poner solución a esta inquietud y posibles fugas es recomendable proceder a su esterilización, lo que además resulta positivo en el caso de las hembras porque se minimiza la probabilidad de que padezcan quistes ováricos y tumores, y en el caso de los machos evitaremos problemas de próstata.
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Molestias “casi” imperceptibles para los humanos
Los perros son animales dotados de una sensibilidad especial, su oído y olfato no solo son más agudos que los nuestros, sino que perciben matices distintos y son sensibles de forma primaria e irracional a estimulaciones completamente imperceptibles para los seres humanos.
Los perros generalmente odian los olores cítricos, tanto si se trata de un olor natural como de un desarrollo artificial. El olor a limón, naranja o pomelo tiene una respuesta instintiva en el animal que le produce desagrado y deseo de evadirse. De la misma manera, el olor a alcohol puro, bebidas alcohólicas de alta graduación o vinagre producen en los perros el deseo irrefrenable de alejarse de donde esté, de hecho, podría ser utilizado para disuadir al can de acercarse a determinados sitios.
Los instrumentos de música en directo también suelen resultar molestos para los perros, porque son sonidos que ellos perciben de forma muy intensa y que con poco les pueden irritar profundamente. Puede que el rumor de un vecino practicando al piano no te sea especialmente molesto, pero si tu mascota pasa horas en casa escuchándolo podrá desarrollar un deseo irrefrenable de salir corriendo y que sus tímpanos descansen.
Otros sonidos insoportables para los perros pueden ser el de las sirenas de policías, bomberos u hospitales. En función de donde esté situada tu casa podrían ser más o menos comunes. Hay muchas teorías sobre cómo afectan a los perros, pero una de ellas mantiene que el tipo de onda que generan las sirenas de emergencia es similar a la de los aullidos de auxilio de los perros, y que eso de forma repetida puede generar ansiedad en una mascota que, al verse imposibilitada de acción recibe un estímulo sin poder compensarlo y su única vía de apaciguamiento es escapar.
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La inacción es como vivir desconectado
Una de las explicaciones más evidentes para que tu perro no quiera estar en casa es que ya esté pasando demasiado tiempo allí. Según la raza y su complexión física que quiera salir a la calle puede ser evidente por su necesidad de estímulos físicos: correr, perseguir, jugar.
Los perros son felices cuando viven experiencias, bien porque se sienten útiles o porque simplemente están en activo, y esto es una cuestión a tener en cuenta de manera primordial porque un perro inactivo es un animal desconectado, que si bien es capaz de dejarse llevar y aceptar esta condición de vida, no es precisamente la que le hace feliz ni para la que está predispuesto.
Los cerebros de los perros no están preparados para la imaginación o para vivir en sus mundos interiores, son mucho más básicos: si no tienen estímulos físicos, tampoco tienen estímulos sensitivos. Esto está directamente relacionado con el temor de aquellos que dudan si tener una mascota en un piso resulta conveniente. La respuesta es que no hace falta disponer de grandes praderas para que el animal se sienta activo, basta con poder dedicarle tiempo y salir al exterior, pero el hecho de no hacerlo hará que el animal necesite escapar de casa y no sienta el hogar como un lugar confortable.
Energía desmedida como el efecto rebote de la soledad
Esta situación de hastío a estar en casa se acrecienta si el animal permanece solo mucho tiempo, al no tener estímulos durante horas la soledad puede provocar que el perro desarolle cierta ansiedad por la separación y que esta se manifieste en deseos casi desmedidos por no estar en casa cuando percibe tu presencia. Nos estaría lanzando un mensaje: “Ya que has vuelto, ¡llévame lejos de este aburrimiento!”
El aburrimiento durante el día puede provocar mal comportamiento en el perro porque al estar carente de estímulos puede verse obligado a dárselos a sí mismo y a desobedecer normas claras que aprendió anteriormente: puede rebuscar en la basura, defecar en la casa, ladrar insistentemente o morder cosas. En su educación está grabado que eso no se debe hacer, sin embargo es la forma que tiene de añadir algo de emoción a su día.