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antropomorfismo© Gtresonline

Mascotas

¿Por qué no se debe humanizar a un perro?

Esta nociva atribución se llama antropomorfismo, un problema que tienen muchos propietarios y que puede acarrear problemas indeseados


22 de octubre de 2020 - 14:23 CEST

Nos saludan cariñosamente al entrar en casa, se tumban con nosotros en el sofá, nos acompañan en nuestros paseos… Los amantes de las animales saben bien que las mascotas son miembros más de la familia, especialmente cuando hablamos de perros. Sin embargo, nunca se debe confundir el acto de 'domesticar' con el de 'humanizar'. Por desgracia, es muy fina la línea que separa ambos conceptos y cada vez son más los dueños que caen en esta actitud poco saludable. Este problema tiene nombre, el de antropomorfismo, y la Real Academia Española (RAE) lo define como "atribución de cualidades o rasgos humanos a un animal o a una cosa".

Algunas de las acciones más comunes de esta tendencia son vestir al animal con ropa como personas, sentarle a la mesa, celebrar su cumpleaños por todo lo alto, sacarle de paseo en carrito o, sencillamente, crear un perfil de él en las redes sociales, una moda cada vez más extendida. Aunque muchos de estos actos nacen desde el cariño y afecto que sentimos hacia nuestra mascota, la realidad es que pueden acarrear serios problemas para el animal en cuestión.

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Frustración, ansiedad e inseguridad

Según los expertos, la humanización exagerada de los animales es entendida como una forma de maltrato. Al tratar a las mascotas como personas, estamos alterando el comportamiento natural de los animales e impidiendo que lleven a cabo las actividades propias de su especie, como caminar, olfatear o socializar con otros canes. Esto puede producir serios problemas en nuestro compañero peludo, como pérdida de identidad, alteraciones en el comportamiento, frustración, ansiedad e inseguridad.

Esto no significa que los dueños no puedan dar cariño y mimos a sus animales de compañía, a los que, por supuesto, se tiene que educar y adiestrar correctamente para poner límites y que interioricen una serie de pautas necesarias para la convivencia. Lo importante es entender que, el hecho de que se conviertan en miembros de la familia, no da derecho a humanizarlos. Los especialistas insisten en la idea de que antropomorfizar a un animal está comprobado que no hace al perro feliz, puesto que no se cumple con sus necesidades reales, sino con las expectativas de sus dueños.

Dependencia emocional

Sin embargo, esto no es perjudicial solo para los animales, sino también para los propios propietarios. En general, las personas tienden a empatizar tanto con las mascotas que las llegan a confundir con humanos. Tanto es así que, en muchas ocasiones, sienten una dependencia emocional exagerada por el animal, con el que tratan de llenar sus propios vacíos. "No se tienen en cuenta las necesidades del animal. El ser humano se ha enfocado en ser profesional y no en tener familia. Por eso quiere llenar ese vacío con los animales. Pero los animales se sienten incompletos porque no son seres humanos y tienen otras necesidades físicas y psicológicas", asegura el entrenador canino César Millán en una entrevista con la revista mexicana Contenido.

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