Las mascotas son un miembro más dentro de una familia, y un amigo muy especial para los más pequeños. En muchos casos, llegan a convertirse incluso en ese fiel compañero 'peludo' que les protege, y les sigue en infinidad de aventuras. Sin embargo, cuando el animal muere, deben enfrentarse entonces a un momento muy doloroso, que supone un duro impacto emocional. Sobre todo porque, para muchos, ésa será la primera vez que sufran una pérdida, y vivan una situación de estas características. Desde nuestra posición de padres, ¿cómo podemos abordar su fallecimiento? ¿De qué manera hemos de acompañarles en este duelo? María González Naranjo, psicóloga experta en niños y adolescentes que desarolla su actividad en su consulta de Boadilla del Monte, Madrid, nos lo explica.
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Un fuerte impacto emocional para adultos y niños
Es normal que entre los niños y sus mascotas se establezcan "vínculos afectivos, que implican amor, cuidado y afecto recíprocos entre ellos" porque, al fin y al cabo, son uno más en el núcleo familiar.
Por este motivo, si una pérdida siempre supone un impacto emocional, todavía lo es "más si hay lazos afectivos como los que puede tener un niño/a con su mascota", detalla la psicóloga. "Es muy importante tener en cuenta que para toda la familia va a implicar un duelo, y es fundamental que sepamos acompañar adecuadamente al pequeño en dicho proceso", añade.
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No protegerles y legitimar su dolor
Lo primero que hay que hacer es "buscar siempre un momento tranquilo para hablar con los más pequeños, y nunca mentirles. Explicarles que 'hay vida para ellos después de la muerte' dependerá de las creencias y tradiciones que tengan en el entorno familiar", en palabras de María González Naranjo.
Asimismo, en cuanto iniciemos esta charla, es igual de importante explicarles el concepto de irreversibilidad. "Los niños más pequeños no entienden la muerte como algo irreversible, creen que es un estado temporal y que la mascota, más tarde o más temprano, volverá. Por lo tanto, resulta esencial que vayan comprendiendo que la muerte es algo permanente", ya que, de lo contrario, si no lo entienden así, "sentirán enfado y malestar al ver que la mascota no vuelve".
La experta también apunta a que se deben evitar expresiones como: "se fue", "se ha ido", "está en otro lugar"...
"Es normal tratar de proteger a los niños ante la pérdida. Pensamos que protegiéndoles de la muerte les vamos a evitar dolor y sufrimiento, pero dichas emociones no deben ser evitadas. Es importante que sean validadas y expresadas como cualquier otra emoción para una buena salud mental. Si evitamos que se expongan al sufrimiento, tenderán a desarrollar más frustraciones e inseguridades".
Por otro lado, si el fallecimiento se ha propucido a causa de una enfermedad (es decir, que los padres ya tenían conocimiento de lo que iba a suceder), lo mejor es ir preparando al niño para lo que va a ocurrir. De este modo, le permitiremos "ir elaborando el duelo". En función de la edad del niño, es primordial detallarle cuál es la esperanza de vida de la mascota. "Si no se le explica, puede pensar que es la misma que la de las personas", concluye.
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Acompañarles en el duelo
"No hay una duración exacta del duelo", asegura la psicólga. Se trata de "un proceso, y depende de cómo le acompañemos en el mismo al pequeño". Algunos consejos que nos da la psicóloga para lograr estar a su lado serían los siguientes:
- No mentir sobre la muerte, explicarles lo que es adaptándolo a su edad. Muchas veces somos los adultos los que tenemos miedo de decirlo por proteger al menor, pero evitarlo no es la solución, ayudarle a afrontar una pérdida así, le ayudará a enfrentarse a otras que vivirá en el futuro, es algo inevitable.
- Evitar sustituir de manera inmediata a la mascota por otra, necesita hacer su proceso de duelo.
- No utilizar frases que no le den un lugar o resten importancia a su mascota, del tipo de "sólo es un perro".
- Compartir el duelo con él y las emociones que sentimos ante la pérdida. Legitimar la tristeza es muy sano al igual que cualquier otra emoción que sienta en esos momentos tan duros para él/ella y seguramente para toda la familia.
- Hablar de la mascota, recordarla y hablar de los preciosos momentos pasados juntos, favorecerá a hacer un buen duelo. Recordar anécdotas, momentos especiales, como era, lo que le hacía especial…
- Contar cuentos en relación a la pérdida de una mascota.
Los beneficios de crecer con un miembro peludo en la familia
No obstante, una vez pasado el duelo, si el pequeño desea volver a tener una mascota, no hemos de impedírselo. De hecho, contar con un animal en la familia puede ser "muy beneficioso para su desarrollo, aunque no imprescindible. Es decir, que un niño puede desarrollarse plenamente si tener una mascota", apunta María González Naranjo.
Al mismo tiempo, la psicóloga nos enumera algunos de los beneficios que reportan al menor tener una mascota:
- Favorece la responsabilidad (sacar a paseo a la mascota y recoger sus necesidades si así lo requiere, darle de comer, limpiar las cosas de la mascota…)
- Reduce el estrés y la ansiedad, ya que una mascota aporta bienestar emocional. Da mucho cariño, afecto, compañía…
- Puede darle seguridad e incrementar su autoestima.
- Favorece el desarrollo psicomotor y el lenguaje. Al fin y al cabo, incluso los más pequeños establecen diálogos con él, le ven como un miembro más de la casa.
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