Los perros tienen dos características que conviven perfectamente y que se compensan: son fieles a sus instintos, pero a la vez son animales de costumbres. Cuando adiestramos a un perro estamos generando un refuerzo positivo sobre las costumbres, haciendo que se acostumbre a una serie de rutinas y refuerzos, y que los ponga por encima de sus instintos.
A la hora de adiestrar a un perro es vital que nunca le castigues ni muestres ira o desesperación con él. No sirve de nada y es contraproducente. Solo debes repetir las rutinas de adiestramiento, tantas veces como sea necesario.
Pasear por la calle sin que parezca que arrastras a un peluche
Puede parecer sencillo, pero en ocasiones pasear con un perro mal adiestrado resulta tedioso, porque el animal no ha asimilado que debe seguir tu paso, y se acaba perpetuando una escena de “arrastre” muy incómoda, que además llama la atención de las personas que caminan alrededor, pues al arrastrar al animal se ejerce cierta violencia sobre él, que sufre y nos hace sufrir a nosotros.
Enseñar a pasear a un perro es una de las rutinas de adiestramiento más complejas, porque en el camino el animal se encontrará con otras motivaciones que le podrán despistar de tu paseo, como oler el suelo, un trozo de comida, o vigilar y saludar a otros perros. Si no se le adiestra bien, dar un paseo puede ser una pesadilla, ya que la calle está llena de llamadas a su instinto.
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Para realizar este adiestramiento es fundamental invertir algo de paciencia y ser constante en las pautas. Camina con él a tu lado, mientras con una mano sujetas la correa cerca de ti, con paso firme, y con la otra lleva uno de sus juguetes favoritos un una chuche para que la observe y siga el camino. Este incentivo (el juguete o la chuche) debe ir por delante de ti, para que el perro la observe, pero mantenga la cabeza orientada de forma similar a cómo la deberá llevar cuando pasee contigo de forma habitual.
Puedes reforzar este adiestramiento con la palabra “junto”, pronunciada cuando paseáis mientras le llamas la atención sobre el muñeco que perseguís. Siempre que tu perro se detenga, debes tirar levemente de la correa, generando un refuerzo negativo y pronunciar la palabra clave, en este caso “junto”, y cuando siga caminando dale una chuche para finalizar el refuerzo, en este caso de forma positiva.
Evitar que tu perro salga corriendo a la mínima
Nos guste o no, los perros llevan a flor de piel sus instintos, y esto a veces dificulta las relación con ellos. Porque podemos pretender estar pasando un trato agradable en cualquier lugar, y tu perro ante cualquier impulso puede sentir la necesidad de salir corriendo: a perseguir a alguien que vea sospechoso, a jugar con otros perros o a buscar algo de comer.
Existe una forma muy sencilla de adiestrar a los perros para que no salgan corriendo y sepan que no aprobamos que se se vaya. Si el perro recibe esta orden se mantendrá impasible, por mucho que sus instintos le avisen de que hay muchas cosas divertidas más allá.
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Para ello debemos primero enseñarle a sentarse. Este truco es el clásico que vemos en las películas o que utilizan los adiestradores: se dice en inglés “sit” y el perro se sienta, o “siéntate”. Generalmente es más positivo utilizar palabras breves, lo más cortas posibles, porque cuanto más largas sean más probabilidad hay de que no la acabe de reconocer.
Para que se siente debes ponerte de rodillas frente a él y ofrecerle una chuche, colocándola justo encima de su nariz, pronuncia la palabra clave “siéntate” mientras que levantas la chuche por encima de su cabeza y la llevas hacia atrás. Como acto instintivo, el perro se sentará.
Una vez que el perro reacciona a “siéntate”, para adiestrarle y evitar que se escape debes colocarle la correa y situarte delante de él, con suficiente correa para que no quede tensa y él pudiera tener libertad de movimiento. Muéstrale la palma de tu mano en la cara y dile “quieto” y retrocede dos pasos atrás, colocándote a su lado en paralelo, mantente así unos instantes. Si el perro no se mueve, dale una chuche.
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