¿Tu pareja tiene gato? Claves para aprender a amarlos
Los gatos son unos animales de compañía maravillosos, con los que puedes disfrutar de una placentera convivencia, siempre que tengas en cuenta algunos detalles importantes.
La buena convivencia es el resultado de un proceso de aprendizaje que tenemos que llevar a cabo, no solo en el caso de las personas, sino también en el de los animales. Si la vida te ha llevado a convivir con una nueva pareja, que previamente compartía su vida con un gato, has de saber que vas a tener que descubrir cómo gestionar ambas relaciones.
En el caso de las personas (y en el de las parejas en concreto) las pautas a seguir son estrictamente personales y van a depender exclusivamente de los pactos y voluntades de quienes están implicados.
Cuando hablamos de mascotas, y en este caso de gatos, la cosa se simplifica mucho, porque te podemos asegurar que hay determinadas claves que van a funcionar con toda seguridad, y que van a permitirte disfrutar de la mejor de las convivencias.
La casa es tuya, de tu pareja… y del gato
Los gatos son animales territoriales, que hacen de la casa en la que viven su reino, y donde no piden permiso para moverse por él a sus anchas. Es decir, el gato es uno más de los inquilinos, un ser al que no puedes obviar en la convivencia. No se trata de tener una mascota, sino de vivir con una, y en el caso de los gatos ellos te harán saber que esto es así sin dar lugar a ningún género de dudas.
El territorio del gato, sin que vayas a poder hacer nada por evitarlo, abarca todas aquellas zonas en las que puedan satisfacer sus necesidades más básicas, como el comedero y el arenero, pero también aquellos lugares donde le guste descansar o jugar (y eso incluye tu regazo o el teclado del ordenador cuando intentas trabajar). Cuanto antes tengas esto claro, antes evitarás sentir que no tienes control por cómo se mueve tu gato por la casa (porque no hay forma de tenerlo)
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Es posible que le guste, y mucho, dormir contigo
Cuando un gato decide que le gusta dormir contigo, la situación se torna irreversible. Es importante que lo sepas cuanto antes para tomar una decisión al respecto, ya que si le dejas acurrucarse una noche junto a ti, no habrá marcha atrás.
Es cierto que descubrir que, de repente, una noche quiere dormir con vosotros puede resultar de lo más halagador y hasta placentero, pero cuando tú te canses de que lo haga él ya lo habrá dado por un hábito que le gusta y no se resistirá a perderlo.
También puede ocurrir, y es igual de bueno, que decidáis que no os importa que duerma siempre (o casi siempre con vosotros). De hecho, más del 50% de personas que viven con un gato dejan que este duerma con ellos. Dormir junto a tu mascota puede ayudarnos a reducir el estrés y a conciliar el sueño con más facilidad.
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Recuerda que un gato no se parece en nada a un perro
Parece más que evidente que se trata de dos tipos de animales diferentes, pero eso no evita que, en ocasiones, esperemos de un gato un comportamiento similar al de un perro (sin que eso llegue a ocurrir). Los perros muestran un carácter fiel y dependiente de su dueño en todo momento, lo que implica que necesiten de más atención y de un adiestramiento adecuado.
Los gatos, en cambio, son independientes por definición, y se rigen por la total libertad tanto para moverse por la casa, como para relacionarse contigo.
No responden ante los mismo estímulos que un perro, así que has de saber que todos los métodos que se emplean para adiestrar a un perro, seguramente solo consigan enfadar a tu gato, ya que no responderá de manera positiva a ningún tipo de grito o castigo.
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