Aquellos que tengan o hayan tenido mascota alguna vez en su vida recordarán cómo su fiel amigo le ha mirado en determinados momentos con 'cara de humano'. Los que no, probablemente conozcan a alguien que hable maravillas de su mascota y reconozca cómo esta realiza gestos con los que parece querer comunicarse o estar escuchando y entendiendo atentamente. La Universidad de Portsmouth acaba de realizar un estudio tras el que ha llegado a la conclusión de que todo esto es verídico y de que, concretamente los perros, son capaces de gesticular y arquear las cejas para interaccionar con el ser humano.
El Dog Cognition Center, asegura en esta tesis que los canes, después de más de 30.000 años de convivencia con el hombre, han sido capaces de aprender habilidades cognitivas para poder comunicarse. El movimiento de cejas es el rasgo principal aprendido, algo que ningún otro animal, salvo el caballo, es capaz de replicar. Según el centro de la Universidad británica, el lobo, animal del cual desciende el perro, no es capaz de gesticular como ellos. Una cuestión a la que responden haciendo alusión a la domesticación, que habría permitido que los músculos faciales se desarrollasen con el paso de los siglos gracias a la selección evolutiva y a la imitación.
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Ventaja selectiva
"Los hallazgos sugieren que las cejas expresivas en perros pueden ser el resultado de preferencias inconscientes humanas que influyeron en la selección durante la domesticación. Cuando los perros hacen el movimiento, parece provocar un fuerte deseo en los humanos de cuidarlos. Esto les daría a los perros que mueven más las cejas, una ventaja de selección sobre otros y reforzaría el rasgo de 'ojos de cachorro’ para las generaciones futuras", comenta Juliane Kaminski, psicóloga de la Universidad. "El movimiento hace que los ojos parezcan más grandes, por tanto, más infantiles y potencialmente más atractivos para los humanos. Esta elevación de la ceja interna también se asemeja a un movimiento facial que los humanos producen cuando están tristes, lo que potencialmente provoca una respuesta de afecto por parte de los humanos", añade.
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La interacción facial entre humanos y perros ha desempeñado un papel fundamental en el desarrollo de este importante vínculo. El estudio establece que los perros hacen contacto visual con los humanos cuando se enfrentan a un problema que no pueden resolver y que mirando fijamente a los ojos "se produce un circuito de retroalimentación de oxitocina entre humanos y perros, similar al de madres y niños recién nacidos, que no ocurre con los lobos".
Para comprobar si esta capacidad de mover las cejas es resultado de la evolución, los investigadores compararon la anatomía facial de seis perros domésticos y cuatro lobos grises. Además, hicieron estudios de comportamiento en 27 perros y nueve lobos. Así, descubrieron que en casi todos los perros estudiados –salvo en el husky siberiano- existe un músculo del que apenas hay un rastro en lobos, que es el que les permite mover las cejas. Además, la investigación reveló que los perros elevan más frecuentemente y con más intensidad sus cejas cuando pasan más de dos minutos en presencia de humanos.