Si tu perro es desobediente, puede que el problema lo hayas causado tú

Llegar a casa y descubrir que está patas arriba. Se lo has dicho muchas veces, pero tu perro no te hace caso. Creemos a veces que es un problema del perro, de su temperamento, pero lo cierto es que es tu problema, porque todavía no has dado con la clave de su adiestramiento.

por Cristina Soria

Adiestrar a un perro no es una tarea excesivamente complicada, aunque todo depende la raza del can. No todos los perros son iguales, y el temperamento varía mucho en función de si se trata de un perro de caza, de granja o doméstico. Pero por lo general estos animales sólo deben tener claras unas indicaciones muy sencillas, que tienen que ver con lo que pueden y lo que no pueden hacer.

La naturaleza de los perros es, por lo general, férrea y disciplinada. El problema viene cuando no son adiestrados a su debido tiempo o tienen carencias en ese adiestramiento, y les plantea dudas y zonas confusas a la hora de interpretar qué se espera de ellos. Cuanto mayor sea un perro más complicado será su adiestramiento, aunque con tiempo, esfuerzo y la ayuda de un buen profesional nada es imposible.

Tu ausencia es un problema

Un ejemplo muy habitual, que acaba convirtiendo el adiestramiento de un perro en un desastre, consiste en no pasar el tiempo suficiente con él, sobre todo en una época primaria en la que el perro aún está formando su carácter y adaptando su temperamento

Si pasamos mucho tiempo fuera de casa y el perro no tiene un refuerzo claro de cuáles son sus límites, lo más probable es que cuando lleguemos a casa la encontremos hecha un desastre, y de esta forma se de inicio a un círculo vicioso: cuanto más enfadados estemos con el perro más probable será que malinterpretemos su mal comportamiento como rebeldía, más nos desesperamos y peor ejercemos su adiestramiento.

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Los perros no son rencorosos, su cerebro no funciona así. Si cuando llegamos a casa parece una zona de guerra no es porque tu perro considere que esta es la forma de darte una lección porque no estás en allí, sino que es el resultado de que no estés. Si le regañas y castigas cuando encuentras tu casa llena de papeles rotos y muebles roídos, algo que él hizo hace horas, lo más probable es que tu perro no asocie de ninguna manera qué tiene que ver este refuerzo negativo en su comportamiento, pues lo pasado no existe para él.

Si este es tu problema, por lo menos durante un tiempo es necesario que estés presente cuando tu perro se mete en problemas y destroza cosas, pues solo entenderá que está mal lo que hace cuando se lo digas en ese preciso momento.

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Cómo explicar a tu perro lo que esperas de él

El mecanismo de comunicación entre las personas y los perros se debe basar en reglas claras. Entienden que algo nos gusta o nos desagrada. Solo eso. Y una vez que lo entienden, son capaces de seguir esas reglas sin cuestionárselas. 

Para transmitir esa información podemos hablar, aunque digamos lo que digamos no lo van a entender; pero sí son capaces de discriminar nuestro tono de voz y la actitud con la que hablamos. Un ¡No! Pronunciado con vigor y convicción tiene todo el sentido para el perro. De la misma forma “Muy bien, bonito, te has portado estupendamente” pronunciado con dulzura y acompañado de una chuche de perros es la forma de reforzar la sensación positiva de que ha obrado correctamente.

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Los perros no planifican, pero sí desean poder

Solo con estas claves se podría establecer una relación humano-perro sin más conflicto, aunque todo requiere de tiempo. Un perro doméstico que pase el 80% del tiempo acompañado por su familia de dueños no debería mostrar un solo conflicto de comportamiento. 

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Sin embargo, los perros más agresivos, destinados a la caza o a la defensa, pueden necesitar mayor implicación del dueño. Pese a que los perros no albergan ambición o estrategia, sí hay una cuestión básica que afecta a su temperamento y que pude enrevesar un poco el adiestramiento, sobre todo cuando hablamos de perros de caza: la jerarquía.

Los perros más agresivos necesitan ver en su dueño una figura de autoridad sin fisuras, que demuestre que él siempre está por debajo, no solo del dueño sino de todos los humanos. Y no serán pocas las situaciones en las que el propio perro pueda tratar de poner esto en duda, nunca con el dueño, pero sí con visitas y personas que acabe de conocer. Esto, una vez más, es una cuestión que el adiestramiento puede limar y ayudar a minimizar, porque lo importante es que no hay perro lo suficientemente fiero ni rebelde que no pueda ser adiestrado, sólo depende de ti.

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