La Universidad Complutense ha participado en un proyecto denominado Compludog, que ha experimentado con terapias asistidas con perros para tratar el estrés de los universitarios en plena época de exámenes. Se trata de un proyecto pionero que ha contado con 35 alumnos voluntarios que han podido interactuar con perros especialmente adiestrados para ejercer como terapeutas, enfocados a reducir los niveles de ansiedad y estrés de los alumnos.
Abrazos para producir hormonas
La estrategia es sencilla. Se trata de realizar ejercicios de contacto entre alumnos y perros, y evaluar las respuestas endocrinas de los voluntarios al abrazar a los perros, por ejemplo, apreciando si los niveles de cortisol, epinefrina y norepinefrina se equilibran. Estas hormonas están relacionadas con una respuesta automática del organismo cuando siente estrés.
De esta forma, se ha aplicado una metodología científica y objetiva a una cuestión que a priori parecería meramente afectiva, y de esta forma se puede comprobar y descubrir si el contacto con perros realmente favorece la calma entre los voluntarios y si reduce su nivel de estrés.
“Tan solo la presencia de perros en las aulas genera una situación de relax, porque es un contexto donde no solemos verlos”, explica Maribel Vila, responsable de terapias de la Fundación Affinity.
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Según otros estudios anteriores de la Universidad de Harvard, la presencia de perros en nuestro entorno favorece nuestro estado cognitivo, social y emocional, porque su presencia nos centra. Los perros tienen esa facultad, nos hacen pensar en el presente y se establecen lazos de complicidad física que difícilmente tenemos con otros seres vivos. De esta forma alivian el estrés y favorecen una mayor autoestima.
Primeros resultados empíricos del experimento
Aunque el proyecto sigue en fase de evaluación, la observación inicial confirma que los alumnos que han participado en el proyecto sienten una mayor confianza en sí mismos y sienten que sus relaciones sociales fluyen con mayor facilidad a raíz de esta terapia con perros.
Además, empíricamente, ellos achacan a estas sesiones y al contacto con perros mediante la pautas del experimento que ahora sienten que interpretan las emociones de una manera más profunda, tanto las suyas como la de los demás.
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A veces solo necesitamos un abrazo
Hay un principio filosófico denominado “Navaja de Ockham”, que dice que en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable. En este sentido, la necesidad de querer y de que nos quieran a veces es tan cristalina que evidencia que tan sólo necesitamos un buen abrazo. Nuestras propias mascotas son capaces de transmitir un calidez pura y libre de todo condicionamiento y, sin duda, generan una sensación inequívoca de calma que puede ayudarnos a luchar contra el estrés.
Esto, que se aprecia en el trato, también es una cuestión contrastada por la ciencia, pues un estudio del centro Beachman de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore, Estados Unidos, ha determinado que acariciar a los perros reduce el estrés y disminuye los niveles de cortisol. Se realizó un experimento con voluntarios que padecían estrés post-traumático, se les emparejó con perros y se les propuso dinámicas en las que interactuaban físicamente, y el resultado es que el 84% de estas personas percibieron una mejoría significativa de sus síntomas y un 40% pudieron dejar la medicación.
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