Con el paso de los años, los perros guías se han convertido en herramientas imprescindibles en la adaptación de personas ciegas y con discapacidad, pero ¿Qué sucede si el animal tiene un severo problema de ceguera? Este ha sido el caso de Oliver, un pastor alemán que con ocho años dejó de dirigir los pasos de su dueño, el británico Alan Roberts, tras perder la vista con solo 22 años por culpa de una retinitis pigmentosa. Según cuenta el propio Roberts, su perro lazarillo, que llegó a su hogar en enero de 2015, comenzó a mostrar dificultades para encontrar las direcciones y se chocaba con obstáculos cada vez con mayor frecuencia. El veterinario solo pudo certificar lo que parecía un hecho, según el dueño del animal. Oliver padecía un desprendimiento de retina bilateral con un severo desgarro retiniano.
Lejos de darse por vencido, Alan siguió el consejo de su veterinario y acudió a la clínica Veterinary Vision en Londres donde el afamado Doctor Chris Dixon (junto a su colega Gary Lewin), con gran pericia y determinación, decidió intervenir a Oliver para tratar de poner solución a su mal. El doctor realizó una complicada cirugía de reinserción retiniana (volver a colocar la retina en su lugar), un procedimiento especialmente complejo de realizar en perros. Tanto es así que solo 16 veterinarios en el mundo realizan esta complicada intervención y, hasta ahora, no en todos los casos se habían obtenido unos resultados tan satisfactorios. Durante años, los expertos en realizar esta técnica la han perfeccionado para conseguir el resultado satisfactorio que el propio Doctor Nixon explicaba en una reciente entrevista concedida a la revista Animal’s Health: "Hay una técnica particular que se pensaba que no era posible aplicar en perros, llamada intercambio fluido de aire. Los libros de texto aseguran que los anteriores intentos no habían sido exitosos, pero Gary y yo hemos trabajado duramente en la manera de hacerlo posible y así mejorar este tipo de cirugías".
Este revolucionario resultado ha contribuido a que Oliver, junto con el resto de sus compañeros, pueda seguir siendo los ojos de Alan: "Mis perros me han permitido llevar una vida muy plena y lograr cosas que nunca pensé que haría". Aunque, como desvela Alan, Oliver no es el único perro guía que posee, tiene sin embargo una especial relación con este pastor alemán ya que lleva a su lado casi cinco años: "Oliver me ha estado guiando por las calles de Atherton, dirigiéndome entre farolas, personas y coches. Con él parezco a veces una bailarina de ballet, pero dejando las bromas aparte, lo cierto es que puedo confiar plenamente en él". Una confianza que, como ha sucedido en el caso de Oliver, podrá recuperarse en el caso de otros perros lazarillos con este problema de visión.