Cuáles son los miedos más comunes de los gatos

Para un animal, los miedos más primarios actúan como un reflejo para sobrevivir en un mundo plagado de trampas. Sin embargo, los gatos domésticos mantienen ciertos temores que contrastan con su personalidad independiente.

Por Cristina Soria

La personalidad independiente de los gatos contrasta con el hecho de que estas mascotas puedan tener miedos, e incluso fobias, a cosas o situaciones rutinarias que sabemos que no pueden hacerles ningún daño. Los gatos sienten un miedo primario y casi automático hacia muchas cosas, y conocerlas puede servir de ayuda para amortiguar su impacto, prepararles y minimizar estas situaciones.

Los temores de los gatos son primitivos, y apelan a la parte menos consciente de sus sentidos. Aquello que les sorprende es en sí mismo una amenaza. Y también lo que puede significar un problema para su territorialidad o su estabilidad física. Los gatos son virtuosos con el sonido porque tienen el oído muy desarrollado, y ese es a la vez uno de sus talones de aquiles: los ruidos extraños y estruendosos pueden desestabilizarles y generarles pavor.

Como en todo, el consejo que mejor puede funcionar como dueños de gatos es atender a sus miedos con paciencia y tratar de paliarlos con paso lento pero firme. Si el gato se siente seguro con nosotros y a su vez le ejemplificamos que todo está bien, poco a poco podrá deshacerse de sus temores. Aunque lo más favorable para acabar con estas situaciones es empezar cuanto antes, pues los miedos que los gatos no se quiten en sus fases más tempranas podrán ser muy difíciles de erradicar de adultos.

Miedo a otros gatos

Cuando un gato se encuentra con otro, aquello que habita en su interior es el miedo absoluto a que este otro animal se haga con el terreno. Los gatos son territorialistas y se toman esta cuestión muy a pecho. No tiene nada que ver con cómo abordaría este tema un perro, que pese a ser también un animal jerárquico en búsqueda del liderazgo, el primer impulso es conocer al otro y entablar una comunicación basada en el juego.

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Según el antrozoólogo de la Universidad de Bristol, el Doctor John Bradshaw, los gatos ponen por delante siempre la defensa de su espacio ante cualquier invasión, ya que es un tema grave para ellos y, a diferencia de otras especies, desconfían primero de los que son iguales. Bradshaw ha publicado muchos libros sobre comportamiento animal y en concreto en “Cat Sense” revela los misterios de cómo los gatos perciben el mundo y cuáles son los paralelismos con los seres humanos.

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Las aspiradoras son de otro planeta

El oído de los gatos está muy desarrollado, no en vano una herramienta para la caza felina de primera necesidad. Sin embargo, en un entorno doméstico esta sensibilidad auditiva resulta un problema, porque la gran mayoría de los sonidos que el gato recibe están completamente por encima de su entendimiento, no forman parte de un hábitat natural, ni tienen el volumen ni las consecuencias que cabría esperar.

En un entorno natural, ¿qué significaría un sonido de aspiradora? Sin duda una agresión extraña, algo de lo que proteger la vida y huir despavorido. El sonido de la aspiradora lo invade todo, y su origen es de difícil concreción: no es un grito o un golpe, es aire. Este hecho hace que los gatos sientan un miedo primario que les hace huir de las aspiradoras.

Ruidos, muchos ruidos

De la misma manera que la aspiradora les asusta, el ruido de los fuegos artificiales y los petardos pueden acabar con sus nervios. Esto ocurre de la misma manera con los perros, y de nuevo es una actitud instintiva primaria y muy razonable. Si en un entorno natural cualquier animal con gran oído percibe un sonido brusco, de explosión ¿acaso no va tener miedo?

En muchos aspectos los animales son más primarios, pero también más lógicos, que los humanos. Ellos no disfrutan con los petardos, porque no entienden qué hay de divertido en hacer explotar un ruido por sorpresa. Parece razonable ¿no? Sin embargo, tampoco digieren bien los truenos de la tormenta, pese a ser un sonido de la naturaleza que sí atiende a un patrón: rayo, trueno, tormenta, lluvia… Esto es así porque, desde un punto de vista natural, un animal debe encontrar cobijo cuando los truenos arrecian, y más en el caso de los gatos que temen al agua.

El agua, lejos

El instinto felino le dice a los gatos que no necesitan el agua para limpiarse, porque ellos son autosuficientes: su saliva dispone de una sustancia capaz de neutralizar la grasa y las impurezas de su pelo, y al lamerse su áspera lengua actúa como un potente cepillo contra la suciedad.

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Que un gato desconfíe del agua tiene que ver con los orígenes de esta especie, pues la mayoría de las razas de gato proceden de zonas desérticas y su cuerpo está preparado para no necesitar el agua ni llegar a entender muy bien cuál es su gracia. A diferencia de los perros, que saben nadar de forma instintiva, los gatos no.

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