Para los amantes de los felinos, no hay nada más enternecedor y dulce que un gatito pequeño rondando por la casa. Son increíblemente tiernos, cariñosos y divertidos. Los gatitos están aprendiendo todo y descubriendo a cada paso cómo es el entorno en el que viven y cómo relacionarse con él. Son muy vulnerables, necesitan cuidados, y una correcta educación para que su desarrollo les convierta en unos gatos sanos y bien relacionados.
Antes del destete
Como todo bebé, sus primeros días de vida son muy frágiles y necesitan toda la protección posible. Como la cría de todo mamífero, los gatitos necesitan estar junto a su madre, y será ella la que se ocupe de forma instintiva su alimentación, temperatura corporal y limpieza.
Si has encontrado a la cría de gato sin su madre, puedes alimentarlo con un biberón con tetina especial, o una jeringa de plástico. Pero debes acudir al veterinario para conseguir una leche materna especialmente elaborada para los gatitos, pues la leche de vaca les resultaría muy fuerte, no aporta los nutrientes que necesitan estos felinos, y por su composición puede desencadenar episodios diarreicos que pueden suponer un serio problema de salud para el gatito.
El gatito debe tomar leche cada dos horas y en cada toma debes darle 10 centilitros de leche. Aunque es difícil hacerlo sin experiencia previa, porque en ese caso ni el gato ni tú tenéis costumbre ni el conocimiento de cómo alimentarlo, debes guardar mucho cuidado en que no se atragante con la leche. Para ello coge al gatito con una mano y, sujetándolo, mantenlo en una posición inclinada, como si estuviera en un regazo, y acércale a la boca la tetina o la jeringa, mojada en leche, para que sea el mismo el que haga el amago de succionar. Cuando el gato alcance el mes y medio estará preparado para la alimentación sólida, primero deberás empezar con preparados especiales para cachorros y progresivamente su alimentación será más variada.
Si antes de darle de comer notas que el gatito está frío, o bien su cuerpo, o su nariz y almohadillas, frena esta toma y ocúpate primero de que entre en calor. Que un gatito se alimente estando frío puede producirle una indigestión que desencadene un problema de salud grave. Antes debes arroparlo bien con una mantita y frotarle para que entre en calor y lo mantenga, y solo entonces podrás seguir con su alimentación.
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La temperatura es muy importante
Para suplir a su madre, también debes velar por mantener en él una temperatura corporal óptima, dado que en sus primeras semanas de vida su cuerpo no produce todo el calor necesario, y apenas tiene grasa corporal, por lo que no es capaz de regular y mantener la temperatura. Si el gatito no obtiene el calor necesario puede padecer hipotermia, y esto podría desencadenar su muerte.
Para recrear un entorno “materno” puedes utilizar una caja de cartón, que mantendrá el calor y será mullida. Dentro pon una bolsa de agua caliente envuelta en una toalla. Revisa siempre que la bolsa de agua caliente no queme, piensa que debe desprender el mismo calor que daría un animal, no una estufa a plena mecha. Si la bolsa está demasiado caliente, amortigua la temperatura con más toallas, para hacer una barrera entre el gato y el calor. En el veterinario venden, además, unas mantas térmicas especiales que pueden suplir a la bolsa de agua caliente, y será más segura y fácil de utilizar.
Estimula su defecación
Los gatitos que todavía no han cumplido un mes no tienen la capacidad de orinar y defecar por sí mismos. En condiciones normales es su propia madre la que estimula su aparato excretor, lamiéndoles la tripa y haciendo que sus riñones, vejiga e intestinos reaccionen y se pongan en marcha. Esto es así porque el organismo de los gatitos recién nacidos apenas funciona a un cuarto de su capacidad, y todas sus funciones fisiológicas deben ser despertadas y puestas en marcha por la madre. Sus riñones todavía no drenan lo suficiente, y la capacidad de sus intestinos y vejiga todavía no está en su plenitud.
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Para conseguir que el gatito orine y defeque correctamente debemos simular a su madre: humedecemos un algodón o una gasita en agua tibia y masajeamos muy suavemente la zona anal y perianal, de forma ascendente: es decir, de la tripa hacia la cola. Es importante que esto se realice cada vez que el gatito toma leche, sin obviarlo, pues dejar de hacerlo puede traer consecuencias muy graves para el gatito.
Vigila que las excreciones realiza y ten en cuenta cuál es su estado: si son más blandas de lo normal o si ves en ellas algún tipo de parásito no temas en consultar a un veterinario. Cualquier duda que pueda surgirte acerca de este tema, es vital para el gatito, por lo que mejor será pecar de precavida que lamentarlo después.
Vigila cualquier anomalía
Hay muchos indicadores para saber si tu gatito goza de buena salud o si tiene algún problema que debe ser atendido urgentemente por un veterinario. Por ejemplo, si tiene secreciones oculares, tos y estornudos continuos y fuertes, si sus orejas huelen mal y tienen secreciones, o cualquier alteración de su pelaje. Ante cualquier problema no dudes en consultar con un especialista.
Además, un gatito sin su madre no tiene todas las defensas contra los parásitos que ella ejerce cuando está bajo su cobijo. El sistema inmunológico del gato todavía es muy débil y necesita un apoyo extra. En ausencia de su madre, es necesario desparasitarlo y aportarle un inmunorregulador, que siempre debe estar suministrado por un veterinario.
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