¿Qué ocurre en tu cama mientras duermes?
Al llegar la noche el silencio y la oscuridad van apoderándose de la casa. Todos dormís, pero la cama sigue viva.
Cuando entras en la cama y cierras los ojos, el hipotálamo comienza a coger el control de los procesos del cerebro, porque detecta la ausencia de luz y entiende que el momento para el descanso ha llegado.
Mientras estamos dormidos dejamos toda consciencia y nos sumergimos en el mundo onírico de los sueños, de los que podremos tener recuerdo al día siguiente o no. Pero esta ausencia es necesaria, porque mientras dormimos se dan en nuestro interior una gran variedad de fenómenos indispensables para que nuestra salud física y mental se perpetúe.
Tu mente se va al cine para que asimiles lo que has vivido durante el día
La noche, aunque no lo parezca, es un periodo en el que el cerebro está activo. Entra en procesos cíclicos con una duración aproximada de 90 minutos cada uno. Entre otras cosas, el cerebro estará trabajando para fortalecer la memoria, pues gran parte de los procesos que ocurren por la noche están destinados a asentar los nuevos recuerdos en nuestra mente.
En la fase REM se está consolidando aquello que hemos vivido durante el día. Y en otras de las fases del sueño se está preparando a la mente para mañana, ya descansados, poder recibir nuevos aprendizajes.
Por eso es tan importante descansar bien y hacerlo un mínimo de horas que los especialistas suelen cifrar en ocho. Necesitamos ese tiempo para que el cerebro pueda poner en marcha sus ciclos, entre los que también soñaremos como parte del proceso que debe llevar el cerebro. Todos soñamos, nos acordemos o no, y lo hacemos cuatro o cinco veces todas las noche. Que logremos recordar lo que hemos soñado depende de en qué momento nos hayamos despertado y la profundidad emocional a la que nos haya llevado su historia.
Tu cama es el destino número uno todos los habitantes de la casa
Probablemente muchas noches empiecen con solo dos viajeros sobre tu cama. Cerráis los ojos para soñar con la luna. Y de alguna forma, sin saber como, alguno de tus hijos aparece en mitad de la noche, agazapado entre tu pareja y tú.
La cama de sus padres es, para los niños, el lugar más segurizante al que pueden aspirar para pasar la noche. Ni siquiera es necesario que el niño esté pasando por una época de terrores nocturnos o estrés escolar, hasta los niños más confiados y felices tienden a desear abandonar su cama individual y abrazar a sus padres durante ocho horas.
Hay muchos estudios y tendencias psicológicas sobre este tema. Las opiniones están muy divididas entre quienes creen que los hábitos del sueño deben fijarse desde la edad temprana y que debemos hacer que nuestros hijos duerman solos en sus camas para no trastocar sus ciclos, y quienes opinan que esta etapa de colecho (muy) alargado es un placer que podéis daros hasta que la cama aguante y tu hijo lo demande.
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Tu cama no solo es para humanos
Según un estudio de la Asociación Americana de Mascotas, el 56% de los dueños de perros consideran que son un miembro más de la familia, al mismo nivel que los hijos, y por eso permiten que los perros duerman en su cama. Este estudio indicaba que los perros mantienen una calidad de su sueño igual, tanto si duermen en el suelo o encima de nuestra cama, eso no varía demasiado su bienestar, pero prefieren estar cerca de nosotros, cuanto más mejor, y en invierno especialmente, cuando sus bioritmos saben que deben mantener el calor corporal junto al resto de miembros de la familia. Que tu perro quiera dormir contigo es parte de su instinto de camada.
Otro estudio de la clínica Mayo de Phoenix, que escrutó el comportamiento durante la noche de 40 dueños y perros, llegó a la conclusión de que las mascotas ponen todo de su parte para resultar lo menos molestas cuando duermen en la cama de sus dueños, se agazapan generalmente a los pies de la cama y tratan de no moverse para no ser rechazados y enviados de nuevo al suelo.
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Ese trozo de planeta que llamas colchón es habitado por millones de seres
Ahora creemos que en tu cama solo duermes tú, tu pareja, tal vez alguno de tus hijos, y la mascota. Ya es mucho, más de un psicólogo te dirá que mandes a tu hijo a su propia cama, y un instructor canino te aconsejaría que el perro o el gato no deben dormir contigo. Pero, sin embargo, en tu cama hay, además, cerca de un millón y medio de seres más a los que ni conoces ni has invitado.
Se trata de los ácaros, unos seres microscópicos que nos rodean y viven acuciados por alimentarse de las escamas de tu piel y otros restos biológicos de los que te desprendes por la noche como la saliva, el sudor y todos los fluidos corporales. Restos tuyos y de los demás mamíferos que duermen contigo.
Aunque podríamos pensar que estos millones de organismos están en la cama para limpiarla, porque devoran restos de nuestro organismo que podrían considerarse como desechos, la paradoja es que pese a que acaban con el “polvo” que tú generas, ellos defecan formando aún más polvo.
Todos hemos visto imágenes al microscopio de estos seres, no son agradables, son de la familia de las arañas y tienen garras y patas con lasque y pueden desplazarse a sus anchas por la cama, que para ellos es una tierra plana repleta de recursos. Sin embargo, pese a su desagradable apariencia y al hecho de que nos rodean por millones, si cambiamos las sábanas continuamente y de vez en cuando aspiramos el colchón nuestra salud no tiene tiene por qué verse afectada por estos polizones, que en el peor de los casos pueden producirnos alguna alergia cutánea o asma.
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