Claves para controlar la diabetes en los perros
La insuficiencia de insulina es una dolencia que también puede afectar a nuestras mascotas. Una detección precoz y un tratamiento eficaz son básicos para lidiar con ella
En algunos aspectos, nuestras mascotas no son demasiado distintas a nosotros. Los perros también son capaces de desarrollar enfermedades asociadas normalmente a los humanos, como la diabetes. Un mal funcionamiento del páncreas, órgano encargado de la producción de insulina (sustancia imprescindible para captar la glucosa y nutrir así a las células), puede producir una alteración que hace que el cuerpo no gestione correctamente lo que consume y, en consecuencia, que el metabolismo no pueda regular los niveles de azúcar en sangre. Esta dolencia está relacionada con la obesidad, suponiendo un importante factor de riesgo. De este modo, una dieta alta en grasa puede alterar su asimilación y favorecer su aparición. Esta dolencia está íntimamente relacionada con la obesidad, suponiendo un importante factor de riesgo. De este modo, una dieta alta en grasa puede alterar su metabolismo y favorecer su aparición.
Saber detectar los síntomas y conocer cómo actuar en el caso de que el diagnóstico sea positivo son dos aspectos cruciales para su tratamiento, por lo que el propietario juega un papel importante en su control.
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¿Cómo sé si mi perro tiene diabetes?
Aunque el sobrepeso es un factor de riesgo, uno de los síntomas más habituales suele ser la pérdida de peso progresiva del animal. Como ya hemos señalado, los perros diabéticos tienen deficiencia de insulina, lo que impide que la glucosa penetre en el interior de las células llevando al organismo a obtener energía de las reservas de grasa y del músculo, con el consiguiente adelgazamiento. Asimismo, un aumento de la orina, así como en la ingesta de agua y comida son indicios alarmantes por los que deberíamos llevar a nuestra mascota al veterinario. El experto comprobará sus niveles de azúcar y determinará si existe deshidratación, infección, presencia de sustancias tóxicas en la sangre o daño en el hígado.
¿Cómo es su tratamiento?
Si el diagnóstico es positivo, implica que nuestro perro va a necesitar que le administremos insulina durante toda su vida. La enfermedad no tiene cura, aunque sí podremos garantizarle una cierta calidad de vida. El tratamiento consiste en dos fases: una de estabilización después del diagnóstico, y otra de mantenimiento. En la primera se usa una insulina de acción rápida y suele ser necesaria una dieta especial que ayude a ganar peso al perro. Del mismo modo, un cambio en su alimentación será clave para su bienestar.
Según la publicación especializada del sector de los auxiliares técnicos veterinarios, Ateuves, su alimentación deberá proporcionarle la suficiente energía mantener una condición corporal óptima. De este modo, indica que lo ideal es administrar la mitad de la comida diaria por la mañana junto con su dosis de insulina correspondiente y, más o menos, 12 horas después proporcionar la otra mitad de comida y la segunda porción de insulina. Su recomendación es seguir un protocolo diario fijo, por lo que cada ingesta debería tener, aproximadamente, los mismos ingredientes y contenido calórico, administrándose a las mismas horas todos los días.
En general, las dietas más adecuadas son aquellas con un alto contenido en fibra, con el fin de reducir la velocidad de absorción del azúcar, evitando así las subidas repentinas en sangre. De este modo, son muy recomendables cereales como la avena, el trigo, el arroz o la soja. Por supuesto, hay que evitar cualquier tipo de dulce o comidas no recomendadas para perros.
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Consejos para su bienestar
Por otra parte, existen una serie de recomendaciones adicionales para asegurarnos el bienestar de nuestra mascota. El ejercicio moderado es muy beneficioso, por lo que fomentar largos paseos y juegos puede resultar una excelente 'medicina'. Asimismo, se recomienda la esterilización de los perros con diabetes, especialmente de las hembras, puesto que los cambios hormonales suponen un serio problema para controlar el efecto de la insulina y los niveles de glucosa. Por último, un estricto control veterinario es crucial para su salud, de modo que se aconseja su seguimiento con al menos dos análisis de sangre y cultivos de orina anuales.